Ismael Serrano: «Antes se buscaba el estribillo para la radio fórmula, ahora la frase y la coreografía para TikTok»

«Te mato», le dijo una fan, tras un arrebato y algo de taquicardia adolescente a Ismael Serrano , cuando este anunciaba en mitad de un concierto que se retiraba. La declaración del cantautor madrileño no iba al público (o sí); era parte de una escenificación, entre canción y canción, en la Serrano simula estar en una entrevista radial con Sandra, una periodista y exnovia en un pasado remoto.
La enorme presencia que ha ganado la parte teatral en los conciertos de Serrano (incluso unos inesperados dotes actorales) despejan cualquier duda de que su retirada pueda ser cierta. La realidad es que acaba de cumplir 49 años y aunque parece que, de algún modo, la edad le pesa porque «penaliza en este oficio» donde ahora se hacen «frases que se puedan repetir y coreografiar en TikTok» o en «función del festival en el que se quiere ser contratado», Serrano tiene más fuerzas y ganas de seguir que nunca.
Quizás porque sabe que su música acompaña a sus seguidores desde hace años y porque, como él reconoce, le ayudan a «gestionar la pérdida y la soledad». El artista vallecano sigue buscando su resquicio (que encuentra fácilmente a juzgar por las más de 2.000 entradas vendidas en sus cinco conciertos de fin de gira en el Teatro Lara) como ha dicho otras veces, buscando «la belleza en el escombro» y haciendo una música «que acompañe» en este trayecto, efímero o no tanto, que es la vida…
-Ha hecho una gira de dos años, tras una pandemia que castigó a todos los sectores, el musical no fue ajeno. ¿Qué balance hace?
-Esta gira empezó cuando empezaron a abrirse los espacios tras la pandemia. No sabíamos que nos íbamos a encontrar, se suspendieron algunos conciertos, los aforos estaban al 40%, la gente estaba con mascarilla… Esta gira ha vivido lo que es toda la post-pandemia, la precariedad de los primeros instantes, íbamos a los conciertos con la sensación de estar en el alambre, sin saber qué iba a pasar. Ha sido una gira que no voy a olvidar por todo lo que nos ha tocado vivir en muchos aspectos, ha sido muy emocionante porque supuso el reencuentro con el público.
-Cuando sacó el disco ‘Seremos’ que dio lugar a esta gira que ahora concluye nos dijo que se lo había dedicado la vida congelada en la pandemia. ¿Cuál ha sido la respuesta?
-Sobrevolaba la idea de levantar la mirada a pesar de la adversidad. Había canciones que decían «Juntos somos fuertes, invencibles», «Porque fuimos seremos»…Todo el rato con esa disposición a mirar hacia adelante en un contexto en el que era muy difícil hacer planes. Lo que pasa es que me di cuenta de el disco ha envejecido muy rápido.
-¿En qué sentido?
-No han envejecido las canciones, estas perduran, pero sí tengo la sensación de que hemos desterrado de nuestra memoria la pandemia. Parece que fue hace muchísimo tiempo. Todos pensábamos que íbamos a reflexionar más en torno a la pandemia, que iba a dejar algún tipo de enseñanza. Y como mecanismo de defensa, creo que la hemos desterrado un poco. Cuando hacemos repaso de las experiencias personales que vivimos, nos cuesta, porque están en un recoveco de la memoria oculto. Y con este disco me pasa un poco eso, que me da la sensación de que ha pasado muchísimo tiempo desde que salió, y no ha pasado tanto, han pasado un par de años.
-Pero quizás ese disco sí ayudó a hacer reflexionar sobre ese mensaje de fortaleza que estaba intentando transmitir…
-Cuando yo empezaba y hablaba de la pandemia, sí había una conexión, una sensibilidad, una fragilidad con lo que estaba pasando. Ahora también se conecta, pero con una vivencia de hace tiempo. Como cuando cantas ‘Vértigo’, que hablo de la juventud y la gente también conecta pero desde otro lugar. Y ahora da la sensación de que como la hemos desterrado, cuando haces referencia a ella da la sensación de que ha pasado mucho tiempo, de que estás hablando de algo que es un tiempo pretérito o lejano.
-¿Y no hacemos eso con todo lo que nos hace mal? Por el mecanismo de defensa del que hablaba antes…
-No sé si con todo lo que hace mal, yo creo que no. Creo que la pandemia fue especialmente traumática y no somos conscientes. O sea, toda mala experiencia nos deja un pozo, pero no sé si un trauma tan profundo, o sea, quiero decir, cuando nos rompen el corazón, no sé si lo desterramos de la misma manera al olvido. Lo intentamos pero no lo conseguimos. Yo creo que especialmente en el caso de la pandemia.
El que no fracasa es sospechoso porque ha renunciado a sus ideales. Y eso sobrevuela, existe esa sospecha en torno a la persona que le va bien
-Cuando salió ‘Seremos’ dijo que quería salir de la sensación de fracaso, de la estética del eterno perdedor. ¿Cuál es la dinámica ahora?
-Una de las canciones del próximo disco se llama ‘Saber ganar’. La escribí en referencia al saber perder; todo el rato se nos exige que hay que aprender a perder para volver a levantarse y odio esa vocación permanente de fracaso. Rebelándome contra dicha vocación que hemos cultivado muchos los cantautores, escribí esa canción que va contra una cierta cultura de la derrota en la que yo me he educado política y sentimentalmente porque los músicos que he escuchado hablaban permanente de eso, del amante desterrado, del amante abandonado…Y desde el punto de vista incluso político, del perder, saber que vas a perder o creer que vas a perder constantemente, y de incluso penalizar el éxito. El que no fracasa es sospechoso porque ha renunciado a sus ideales. Y eso sobrevuela, existe esa sospecha en torno a la persona que le va bien.
-¿Se ha juzgado a sí mismo por eso alguna vez?
-Yo, el primero. Cuando estaba empezando y me iban las cosas bien me veía obligado a pedir disculpas. A mí me han juzgado desde el momento que me han dicho «a ti te va bien porque has hecho concesiones».
-¿Concesiones de qué tipo?
-Que has firmado con una multinacional o que no cantas en los cafés. Es verdad que toda elección en esta vida conlleva una renuncia, que todos tenemos contradicciones, pero que te vayan bien las cosas no quiere decir que tengas que que renunciar a tus principios.
He dado más explicaciones de las que debía. He luchado conmigo mismo, me he replanteado las contradicciones y he tenido un sentimiento de culpa
– ¿Cómo canalizó esas críticas?
-Dando más explicaciones de las que debía. Porque en cierto modo he luchado conmigo mismo, me he replanteado las contradicciones permanentemente y he tenido un sentimiento de culpa porque van bien bien las cosas.
-Ha cambiado en cierto punto, porque antes sí reivindicaba la figura del perdedor y ahora es al revés…
-Yo sí reivindico la figura del perdedor. Como decía Mario Benedetti, hay una dignidad que el vencedor nunca podrá conocer. Y desde el punto de vista histórico, político… la figura del perdedor la reivindico porque pierden siempre los mismos. Lo que trato es de deshacerme es de esa vocación de fracaso, de regodearme, de decir, estamos tan ricamente en la derrota. Yo reivindico la dignidad del derrotado; lo que no reivindico es la derrota como una pose permanente, sobre todo porque, en muchos casos, no se corresponde con la realidad.
-¿Qué otras canciones habrá en el próximo disco?
-Hay canciones que hablan sobre el paso del tiempo. Otra, por ejemplo, que me la tengo que creer, que es una declaración de amor a uno mismo.
-¿Como la suya tan celebrada «Canción de amor propio»?
-No, no tan así. Es una canción que tiene que ver más con amarse contra la dictadura de los cuerpos perfectos y de la juventud eterna. Es como amigarse con el paso del tiempo y quererse como uno es, con todas las contradicciones, con todas las formas, con todos los defectos…
-¿Y usted, se quiere a sí mismo?
-Escribir una canción así es un ejercicio terapéutico para creérmelo. Porque no, no me quiero.
-¿Por qué? ¡Si tiene unos letrones!
-Cuando a uno se le da por escribir canciones y se sube a un escenario es porque tiene problemas.
-¿Problemas de qué tipo?
-Problemas a la hora de gestionar la pérdida, el dolor, la soledad, de que tienes una autoestima baja y necesitas sentirte querido y observado. Tú te subes al escenario porque necesitas que te quieran; esto de cantar no responde a un don y a una capacidad especial, responde a un déficit. Tenemos una tara y es que no sabemos gestionar la renuncia. El mundo nos parece hostil permanentemente.
Que te traten como una divinidad tiene que ver con una tarita. Es como la estrella del ‘rock and roll’ que pide que le tapicen de negro todo el camerino o que nadie le mire a los ojos…
-Pero pienso en los cantantes de ópera que son divos, parece que levitan…
-Bueno, pero seguramente sean inseguros en muchísimas otras cosas y por eso necesitan exhibir permanentemente su superioridad intelectual, que es como un clásico del divo, ¿no? Que te traten como una divinidad tiene que ver con una tarita ¿no? Si no, no te comportas como si no fueras un ser humano. Como cuando se hacen exigencias que no son racionales en términos contractuales, artísticos…Es como la estrella del ‘rock and roll’ que pide que le tapicen de negro absolutamente todo el camerino, que nadie le mire a los ojos…
-Usted no tienes esas cosas, ¿no?
-No, yo no tengo esas cosas. Yo no pido que me tapicen nada. Está todo bien, ja, ja, ja.
-Volvamos al por qué no se quiere…
-Creo que la edad penaliza en este oficio. No me quiero comparar con una mujer a la que le penaliza mucho más que a mí, por supuesto. No quiero victimizarme, pero la edad penaliza. Te penaliza sobre todo en este país. Quiero decir, en la música anglosajona hay una tradición diferente, por ejemplo, Bruce Springsteen es un tío considerado. Y aquí también hay gente que lo es, como Serrat, Sabina… Pero les penaliza en tanto en cuanto sus discos ya no pueden sonar en las radios nunca más. En resumen, la edad penaliza y te da el ‘viejazo’ de vez en cuando.
-¿Cómo se enfrenta a un disco y a una canción nueva? Tiene muchos años de oficio pero ¿no tiene miedo a la hoja en blanco o no se sigue planteando el «ahora qué hago»?
-No. Para mí hay ideas que siempre sobrevuelan. Tengo anotadas ideas, conceptos, que me apetece desarrollar una canción. O sea, de repente hay una canción que te sobrevuela y te persigue y que te encuentras con ella cuando tienes la calma suficiente para detenerte y empezar a escribir. La hoja en blanco no es algo que me preocupe. Yo creo que tengo muchas cosas que hablar. En tanto la realidad interpele y no pierdas la curiosidad y te pasen cosas. Es verdad que si entras en una deriva acomodaticia y tu vida se vuelve gris a lo mejor te puede ocurrir; a mí no me pasa.
Otra cosa es ponerte a escribir y tratar de huir de tus propios tics. Pero por otro lado, dices: «Bueno, también forma parte de mi universo», entonces la pregunta es cómo encontrar el equilibrio entre cultivar tu universo y tus tics. Hay un momento en el que empiezo a tener esa querencia a escribir, esa sensación de decir «necesito escribir, necesito sentarme, contar nuevas cosas». Y ahí es cuando salen las canciones. Pero no soy un tipo de los que dicen «tengo 80 canciones que estuve componiendo». No, no soy así. No estoy escribiendo todo el rato. La música no es lo más importante en mi vida. Es algo maravilloso, pero no es lo más importante.
La música no es lo más importante en mi vida. Es algo maravilloso, pero no es lo más importante
-¿Qué es lo más importante en su vida?
-La vida. El resto de cosas, quiero decir. Estar con mi familia, mis hijos, mis amigos, pasarlo bien. La música me ha dado muchas satisfacciones y es algo muy importante, es condición necesaria para ser feliz, pero no es suficiente. He conocido a gente que solo es feliz cuando está en el escenario. Y no es mi caso. Soy muy feliz en el escenario, pero también cuando me bajo.
-Lleva mucho tiempo sin hacer varios temas políticos en un mismo disco, como el caso del último. ¿Lo retoma en el nuevo trabajo?
-Hay una canción que habla muy explícitamente de la pulsión autodestructiva de la izquierda. En la discusión infinita que nos impide organizarnos y aprovechar ciertas ventanas de oportunidad que nos ofrece la historia.
-¿Cuál es esa pulsión autodestructiva?
-Esa que lleva a que se presenten veinte partidos de la izquierda, a que estén peleándose permanentemente, a encontrar en la disidencia una amenaza permanente.
-¿Eso lo ve reflejado en este Gobierno, por ejemplo?
-Lo veo reflejado en la cultura de la izquierda en general. Ahora se tiene que poner de acuerdo la izquierda del PSOE para ver qué candidaturas van a presentar y qué grupo político se va a presentar y hay tensiones permanentes. Y lo que se transmite al electorado es ese conflicto. Eso no me parece razonable ni saludable.
-Tendrán pulsión autodestructiva, como dice, por otro lado muchos sostienen que la izquierda sí tiene ganado el relato, sobre todo en lo cultural y que por eso la derecha allí ya ni se mete, se «rinde»…
-Yo no creo que sea verdad. Ese relato está en disputa y hay un relatoimportante por parte de la derecha y tiene todos los medios a su favor. Es como lo de la cultura de la cancelación. Eso es un relato que tiene que ver con una sobreactuación, porque siempre ha existido. Sin embargo, ahora se presenta que hay una amenaza de censura sobre ciertos planteamientos que se les llama políticamente incorrectos y que son reaccionarios de toda la vida. O sea, eso siempre ha existido. Cuando se dice que lo privado funciona mejor que lo público, eso es un relato. Cuando Ayuso dice que las manifestaciones contra la atención primaria son políticas, eso tiene que ver con la construcción del relato, porque quiere decir que lo que hace ella no es político. Política es lo que hacen todos los demás. Lo que hace ella es sentido común. Y no tengo tan claro que a día de hoy sea hegemónico por parte de la izquierda.
-Asistió a la manifestación por la Atención Primaria en Madrid, ¿verdad?
-Sí.
-Y si estuviera la izquierda gobernando, ¿habría ido también?
-Yo he estado manifestándome desde que era un estudiante universitario contra la subida de tasas y cuando gobernaba el PSOE y me he manifestado en multitud de ocasiones. Me he manifestado también para pedir que cambie la posición del Gobierno con respecto al Sáhara o para pedir que sea contundente en la condena a los abusos en Palestina por parte del Gobierno israelí. Si me tengo que manifestarme, me manifiesto.
– ¿Escribe igual que cuando hizo su primer disco, ‘Atrapados en azul’?
-No. A mí hay una cosa que me repatea, por ejemplo, que algunos compañeros de oficio, con 50 palos sigan cantándole a lo mismo. No ya solo a lo mismo, sino que sigan diciendo: «Vamos a hacer el amor en el asiento de atrás del coche…« Volviendo a la pregunta sí, ahora soy más exigente. Por ejemplo, empiezo las canciones desde el texto, que antes no lo hacía tanto. Antes buscaba progresiones armónicas, melódicas, y empezaba a construir la canción.
-¿Cuenta con alguna colaboración para el próximo disco que nos pueda desvelar?
-Hay alguna canción de mi padre que hemos hecho juntos y recupero alguna canción que no he cantado demasiado y creo que es una de las mejores. Y luego también voy a poner alguna versión de algún cantante también que admiro. (El artista ha preferido que no se desvelen los nombres)
– ¿Le gusta la música que se está haciendo ahora? Por ejemplo, lo que hizo Shakira con Karol G, TGQ, o sea, ya no tienen ni nombres las canciones…
-No hemos valorado de qué manera las redes sociales y las plataformas digitales están determinando cómo se escriben canciones. Creo que están incluso incidiendo en nuestra forma de crear, en hacer contenidos audiovisuales, porque la gente escribe canciones en función de cómo quiere ser situada en las búsquedas, en función del artista con el que se quiere ser relacionado o del festival en el que se quiere ser contratado. A veces veo el planteamiento musical de ciertos discos y pienso que está pensado para participar de una cultura musical. No voy a decir sólo para que te contraten en festivales, porque tiene que ver más bien con una cultura musical que es la del festival, en la cual no vas tanto a escuchar música, sino a socializar. Es otro tipo de experiencia diferente de la que se ofrece en un teatro, donde haces un ejercicio de inmersión en un universo musical muy determinado. Creo que hay propuestas musicales que no responden tanto a criterios artísticos, ni a criterios del dictado del alma, sino que tienen que ver con criterios del marketing, determinados para convencer al algoritmo… Antes se buscaba el estribillo para la radio fórmula, ahora se busca la frase para el TikTok. Y tiene que ver con eso, con la construcción casi de memes musicales. Y cuando escuchas ciertas canciones te das cuenta de que ya no se trata del estribillo, sino de frases que se puedan repetir y coreografiar en TikTok, que es fundamentalmente lo que se busca y no tanto una música que te acompañe. Eso no quiere decir que sea mala, es otra forma diferente y tiene poco que ver a lo mejor con la propuesta del cantautor, que tiene que ver más con el relato y que no las tiene todas consigo, sobre todo en un mundo en el que las visualizaciones de YouTube nunca llegan a término. Son los primeros segundos. El 90% de las visualizaciones son de los 15 primeros segundos.
-¿Te da miedo que te termines mirando el espejo y no reconociéndote y decir, ahora me veo haciendo…?
-No. Todo lo contrario. Yo creo que hay un espacio también por otro tipo de música. La sensación que tengo ahora es que la industria va por un lado, que tiene que ver con las marcas, los grandes eventos, los festivales; y luego hay un trabajo más artesanal que tiene que ver que casi conecta más con la tradición del teatro, que es la de los músicos que hacemos discos conceptuales, que contamos historias y demás. Ahora la obsesión de las compañías es vincularse a marcas. Y hay algunos artistas que lo tenemos más difícil a la hora de vincularnos algunas de ellas. Me parece bien ser permeable, aprender, juntarse con esa gente para hacer música. Cuando escucho lo de Tangana con Calamaro me parece interesante, o con Drexler me parece interesante. A mí todo ese tipo de cosas me pueden resultar interesantes, pero me parece un tanto ridículo el músico que persigue la tendencia de manera obsesiva y casi haciendo ridículo.
-¿Harías un tema como el de Shakira, con una exnovia que te dejó el corazón partido?
-Bueno, los he hecho aunque no tan explícitamente; el desamor saca lo peor y la música te ayuda a convivir con tu peor lado, a exorcizar tus demonios y tu peor versión. La canción ‘Dónde estarás’, tiene ese punto de superioridad en la que parece que tu vida a va a ser un aburrimiento sin mí. Todos hemos hecho esas canciones, es un género casi en sí mismo. Lo que hace diferente a estas canciones es que todos conocemos a todos los personajes. Forma parte de la crónica rosa, sin quitarle mérito a las canciones pero es lo que también lo hace llamativo: conocemos al tipo, sabemos lo que ha pasado, en qué circunstancias, cómo y cuándo…
-Pero ahí no llegarías, imagino.
-No, yo creo que no.