ASÍ REACCIONAMOS FRENTE A LA CRISIS
Los motivos por los que una persona puede sufrir una crisis son muchos, desde un problema de salud, en la familia, en su economía, o en la pareja; y en todos se esconden los mismos síntomas: estrés, pensamientos obsesivos, depresión, tristeza, insomnio, apatía, desconcierto, incluso abandono de la propia persona, entre otros, siendo uno de los más frecuentes la ansiedad.
“La ansiedad activa la química del cerebro para encender un estado de alerta, y la amígdala, que controla las emociones, se hiperactiva, lo que aumenta la producción de cortisol. Esto afecta negativamente la memoria y la capacidad de aprendizaje”, apunta Inma. Esta hormona es necesaria para mantenernos activos, atentos a los peligros, pero cuando le permitimos que el estrés tome el control puede atacar nuestro sistema inmune, el cardiovascular, las digestiones, y llegar a provocar daño cognitivo.