¿Quién es el asesino en la temporada 2 de Solo asesinatos en el edificio? Como siempre en ocurre en estos casos, tan importante es el qué como el por qué. Al final lo más importante siempre fue por qué se cometió el asesinato, por encima de quién lo cometió. La satisfacción real en el género negro no está en el quién, pum, ya está. La gracia está en por qué lo hicieron, cuál fue la motivación detrás del crimen: es eso, exactamente, eso lo que nos alivia a los espectadores, a los lectores, a los oyentes, da igual el formato de la ficción, y es lo que hace humanos a los criminales, ejemplo definitivo de todas nuestras debilidades. Si no, nadie escucharía el podcast de Oliver (Martin Short), Charles (Steve Martin) y Mabel (Selena Gómez). Había varios sospechosos desde el principio, de hecho, desde el final de la última temporada (de hecho, en Esquire.es tenemos ya nuestra apuesta de asesino de la temporada 3, porque ya le hemos comenzado a dar vueltas al crimen del final del último capítulo de la serie que sienta las bases de los próximos diez capítulos), empezando con Cinda Canning (Tina Fey) y terminando con Alice (Cara Delevigne), y con el señuelo de Nina (Christine Ko), la sucesora de Bunny (Jayne Houdyshell) y su proyecto de zepelín magnífico, obelisco de cristal desproporcionado, sobre el cielo de Nueva York. Y detrás de cada uno de los sospechosos había una motivación: la fama (en el caso de Cinda y en el fondo también en el de Nina), la necesidad de trascender (Nina, al tomar una decisión arriesgada al convertirse en la presidenta de la comunidad), de ganar dinero (Nina y su marido, el arquitecto)… Y al final la motivación era otra, infinitamente mejor, infinitamente más humana. La serie ha sido capaz de mantener la tensión a lo largo de diez semanas en varios frentes: por un lado, los resultados del test de paternidad de Oliver y Will (Ryan Broussard), la verdadera identidad del personaje de Shirley MacLaine, la madre de Bunny, dónde está Becky Butler, que resulta que no está muerta, quién recoge la caja de cerillas, qué demonios quería decir Bunny con eso de 14 savage antes de morir en su último testimonio sonoro, quién es el asesino y cuál va a ser el siguiente misterio al que se van a encontrar Charles, Oliver y Mabel.
Nosotros acertamos hace un año con el asesino cuando empezamos a especular sobre cuál podía ser el argumento de la temporada 2 de Solo asesinatos en el edificio y lo mismo también tú, pero ni mucho menos acertamos con el por qué, que es donde verdaderamente está la gracia de la historia. Estaba claro que la asesina de Bunny solo podía ser o Cinda o Poppy (Adina Vernon), sobre todo Poppy, porque Cinda era demasiado obvio. Y, al final, sí fue Poppy, pero no por los motivos que creíamos. No nos esperábamos que el personaje de Adina Vernon fuera, en realidad, Becky Butler, la ayudante del alcalde de Chickasha, Oklahoma, la mujer asesinada del podcast que lanzó a la fama a Cinda. Becky solo quería desaparecer y que nadie fuera capaz de encontrarla, o, mejor dicho, solo quería desaparecer. El alcalde la acosaba y necesitaba una nueva vida. Aficionada a los podcasts sobre asesinatos reales, admiradora de Cinda Canning, se corta el pelo y se reinventa como Poppy White. Tiene una idea para un podcast sobre una chica que desapareció en Oklahoma. La acosaba el alcalde. “¿Perdida o muerta?”, le pregunta Cinda. “Necesito que esté muerta. Y que haya sido el alcalde”, dice también Cinda. Ella solo quiere un trabajo. Cinda una gran historia y un sándwich de pavo, sin pan, ni lechuga, solo el pavo envuelto en papel de aluminio… y una historia tan jugosa como la pechuga. Y Poppy se la sirve en bandeja.
Se sirve del detective Kreps (Michael Rapaport), un policía de medio pelo de Nueva York que hace horas extra en pequeños pueblos investigando (es un decir) asesinatos de alto perfil local para conseguir un sobresueldo. Este la ayuda a dejar las pistas incriminatorias que apunten a alcalde. El alcalde acaba en la cárcel, Cinda con su podcast de éxito y Poppy con su trabajo de productora. Pero no tiene el reconocimiento que desea. Porque Cinda no se fija en ella. Y Poppy solo quiere que se fije en ella, que se dé cuenta de que es relevante. ¿Por qué no cometer un asesinato y servírselo en bandeja? Total, Bunny es una mujer mayor y tiene muy mala milk, que diría mi abuela. Poppy está obsesionada con la pintora Rose Cooper. Es un misterio legítimo para investigar: una fabulosa pintora que desaparece de pronto. Si lo piensas bien, si Cinda hubiera aceptado investigar este misterio, legítimo, Bunny no habría muerto. El caso es que para Cinda arte (art, en inglés) rima con flatularte (fart, en inglés, ventosidad; nosotros nos hemos inventado el nuevo término: flatularte, que suena a congratularte, pero solo que huele un poco peor). ¡¡¡¡Cinda mató a Bunny!!! No, fue Poppy. La conocía porque trató de conseguir el cuadro. De ahí la conexión entre la asesina, Poppy, la asesinada, Bunny, y la pintora Rose Cooper, el personaje de Shirley McLaine, a la sazón madre de Bunny. Pero hay más.
La víctima se la pone en bandeja Kreps. Es él, al final, quien le da la justificación (por llamarlo de alguna manera) para matarla: total… como es vieja y cascarrabias… ¡¡¡Kreps mató a Bunny!!! Pues no, pero estaba implicado hasta las cachas y es autor moral del crimen. No hay mucho más que explicar en ese sentido. Es estúpido y está enamorado, suficiente para ser cómplice de un crimen en una historia negra.
Poppy cree encontrar la forma de que Cinda le haga caso. Pero ella, en su lugar, ¡¡¡le ofrece un podcast a Mabel!!! (sí, Cinda estaba compinchada con Oliver, Charles y Mabel para destapar a la verdadera asesina). “Solo quería hacer un buen podcast, que Cinda me hiciera caso”, dice. La delata el ADN del cuchillo. Los estornudos solo son la guinda del pastel. Y luego está el 14 savage, que en realidad era 14 sándwich, el sándwich número catorce de la carta del restaurante, el que Poppy siempre pedía para Cinda. Misterio resuelto. En el fondo, Poppy es una sociópata, como el personaje de Jan (Amy Ryan), con la diferencia de que no es una psicópata, pero las dos son igual de peligrosas, porque Poppy si se hubiera salido con la suya habría buscado más víctimas, seguro.