Qué ganas teníamos de hincarle el diente a La Casa del Dragón y qué inevitable buscar referencias de Juego de tronos, la serie madre. Madre de dragones. Y de lo inevitable a lo placentero: qué gusto cuando encontramos esos vínculos que disparan el apetito por este spin-off y también engrandecen la memoria de una de las mejores series de la historia.
Vamos al tema. A la daga. Nos ubicamos en los últimos instantes del primer capítulo de La Casa del Dragón. Después nacimiento y muerte de su primer hijo varón, y ante el temor que de su hermano Daemon la líe parda, el rey Viserys decide nombrar como heredera a su hija Rhaenyra. Y comparte con ella la lección histórica y vital que todo Targaryen debe saber: su poder reside en una mentira.
“La idea de que controlamos a los dragones es un engaño. Su poder no está hecho para los hombres, por eso cayó Valyria. Si no aprendemos del pasado acabaremos igual. Un Targaryen ha de saberlo para ser rey… O reina”.
Después se lamenta por su obsesión con los varones (los hijos varones, se entiende) y la convence (como si hiciera falta) de que ella será una gran reina, aunque le advierte que ocupar el Trono de Hierro es mucho más peligroso que montar a un dragón. Y continúa con lo que nos trae hasta aquí:
“Hay algo más que debo contarte. Nuestras historias cuentan que Aegon miró a través de Aguasnegras desde Rocadragón y vio una tierra rica a su alcance. No fue solo la ambición lo que le llevó a la conquista. Fue un sueño. Al igual que Daenys anticipó el final de Valyria, Aegon anticipó el fin del mundo de los hombres. Comenzaría con un crudo invierno procedente del lejano Norte. Aegon vio la oscuridad absoluta a lomos de esos vientos del Norte. Lo que habitase en ellos, destruiría el mundo de los vivos. Cuando llegue el gran invierno, Rhaenyra, todo Poniente deberá enfrentarse a él. Y para que el mundo sobreviva, un Targaryen debe ocupar el Trono de Hierro. Un rey o una reina tan fuerte como para unir el reino contra el frío y las tinieblas. Aegon llamó a su sueño Canción de Hielo y Fuego. Su secreto ha ido pasando de reyes a herederos desde entonces. Prométeme que lo guardarás y lo protegerás”
Y cuando pronuncia esas últimas frases, agarra la daga que lleva en el cinturón, de acero valyrio y empuñadura de hueso de dragón.
En el capítulo 4 vuelve a aparecer la daga. Y descubrimos que no solo es un recuerdo de ese mensaje, sino que transporta ese mensaje en su propia hoja de acero valyrio.
“Esa daga perteneció a Aegon el Conquistador. Y antes de él, a Aenar. Y antes… es difícil saberlo. Antes de la muerte de Aegon, los últimos piromantes valyrios ocultaron su canción en el acero. ‘De mi sangre nacerá el príncipe que fue prometido y suya será la Canción de Hielo y Fuego’ [lee Rhaenyra en la hoja incandescente].
Viserys saca la daga para recordarle a su hija y heredera que la misión de los Targaryen va más allá de ocupar el trono y, desde luego, más allá de sus deseos carnales. Pero que siga hablando, porque nosotros estamos pensando en la daga. Que en seguida nos lleva a pensar en otra daga, la más importante de Juego de tronos. La que utilizó Arya Stark para atravesar con acero valyrio el corazón helado de El Rey de la Noche.
Y sí, no hay duda, es la misma daga. Pero, ¿cómo llegó a manos de Arya? Basándonos en los libros y también en lo que vimos en las siete temporadas de Juego de tronos, la daga de Aegon fue pasando de heredero a heredero hasta Aerys, el Rey Loco, padre de Daenerys. Entendemos que, una vez que Jaime Lannister mató a Aerys, sus pertenencias quedaron en manos de los nuevos reyes, Robert Baratheon y Cersei Lannister, incluida la daga. En la primera temporada de Juego de tronos, un asesino a sueldo de la corte va a matar a Bran Stark porque fue testigo de que Cersei y Jaime eran amantes. Y el arma con la que intenta aniquilarlo es esa daga.
Catelyn Stark (ay, qué recuerdos) le enseña la daga al Maester Luwin y deducen su procedencia, lo que se convierte en una de las principales razones por las que se desata la primera gran guerra de Juego de tronos. La daga de ahí pasa a manos de Petyr Baelish, Meñique. Quien acaba devolviéndosela más adelante a Bran Stark, cuando este ya es el Cuervo de Tres Ojos. Y Bran, que todo lo ve (qué pesado era, con perdón), se la entrega a su hermana Arya. Y ya sabemos lo que Arya hizo con ella.
¡Qué recuerdos! Y qué ganas de vivir escenas tan memorables en La Casa del Dragón.
Lo curioso de esta referencia es que da una nueva dimensión a la profecía de los Targaryen, la que de alguna manera alimenta su tendencia a la locura. Ahora sabemos que quizá Aerys le transmitió a Daenerys el mismo mensaje que Viserys a Rhaenyra, y quizá eso estaba en el germen de su obsesión por alcanzar el Trono de Hierro. Lo que también sabemos ahora es que la profecía de Aegon se cumplió solo a medias: sí, el invierno más largo trajo una amenaza total al mundo de los vivos, pero quien unió a Poniente para enfrentarlo no fue solo una Targaryen, Daenerys, sino dos: el que ‘tapado’ era Jon Snow, quien recordemos que es hijo de Rhaegar Targaryen y de hecho su verdadero nombre es también Aegon Targaryen. Solo falló en una cosa: quien estaba en el Trono de Hierro en el instante en que se venció al “frío y las tinieblas” era, y sirva esto de homenaje para ella, Cersei Lannister. Que la mató un ladrillo, sí, pero ahí estaba en el momento clave de la humanidad.