Mujeres en el arte


“Descubrí que podía decir cosas con formas y colores que no podía decir de otra manera. Cosas para las que no tenía palabras”, Georgia O’Keeffe (pintora y escultora).

Antes de la palabra, antes de que hubiera una conversación valiosa y con sentido, el hombre pintó. Lo hizo en las paredes de las cuevas y cavernas que fueron su refugio. Lo hizo para contarse su propia historia y para que los demás supieran de su existencia. Tan antiguo y necesario como el fuego, el arte ha estado al servicio del la raza humana desde sus inicios. Después llegaron las nuevas herramientas y técnicas, y la sofisticación. La historia de nuestra evolución está unida a las diferentes manifestaciones artísticas con super glue. Si quieres conocernos vista el Prado o el Thyssen. Si quieres saber qué sentimos por dentro colócate frente a una de las flores salvajes de Georgia O’Keeffe.

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Sin embargo, a pesar de la evidente fuerza de esta unión, no siempre se le concede la relevancia que tiene desde la cuna. Es como aquello que decía el actor Ethan Hawke sobre la posibilidad de ignorar la poesía hasta que pierdes un hijo o te rompen el corazón. Entonces sí que necesitas los versos de Machado o los brochazos de Jackson Pollock. Había estado bien hasta que necesité que alguien pusiera en un soporte todo el dolor, desesperación, amor y belleza que implica adentrarse en la experiencia de estar vivo y ser humano.

La Barcelona Gallery Weekend –del 14 al 17 de septiembre– podría ser otro fin de semana con actividades culturales en el marco de la Ciudad Condal, pero en realidad su objetivo responde a un bien superior, a ese deseo de recuperar la relevancia de la expresión artística. En palabras de Andrea Rondríguez Novoa, co-directora y responsable del programa profesional de BGW: “si los niños empiezan a visitar galerías y museos desde pequeños, la mirada se educa y se abre a un interés que el día de mañana es bueno para todos”. Veintisiete galerías, 70 artistas de 20 países. La oferta de este macroevento en el que pasear por las calles de Barcelona se convertirá en una experiencia única para los sentidos también pretende acabar con ciertos mitos que circulan alrededor del mundo del arte: no hay elitismo, no hay arte “elevado”, el cuadro se pinta para todos y la recepción del mismo es única. Un misterio insondable.

Glamour España ha reunido a algunos de los nombres más relevantes que participarán de una forma u otra en esta edición de Barcelona Gallery Weekend. Todas mujeres. Y la razón es muy simple: ellas también pintaron las paredes de las cavernas.

Andrea Rodríguez Novoa, Co-directora y responsable de programa profesional de BGW

Andrea siempre ha tenido sensibilidad hacia lo artístico, pero nunca imaginó que fuera a terminar trabajando en el arte. La arquitectura fue su primer amor en este sentido y después de una formación de comisariado en Francia, llegó el arte en mayúsculas y en todas las disciplinas: textos de crítica, producción, advising, comisariado. Una práctica en horizontal y vertical que desembocó en el programa profesional de BGW y en su actual vinculación a la Barcelona Gallery Weekend, cuyo libro de estilo resume mejor que nadie. “La Barcelona Gallery Weekend es una celebración del arte y de las galerías”, afirma Andrea. “Las galerías son espacios gratuitos y, al igual que ahora se hacen muchas actividades, todo el año hay programación. Nuestra labor es acercar esto al público del arte pero también al público en general”.

El arte se aprende, el arte se educa, y detrás de lo que a priori parece un fin de semana de actividades lúdicas en torno al arte, hay una intención divulgativa, unas ganas de “educar” a un público con un potencial sin explotar. “Hay una labor casi didáctica por parte de las instituciones porque muchas veces la educación en el colegio no cubre esa mirada hacia el arte. Una forma de conocer el arte es ir y ver mucho arte. Y eso nos importa mucho. Si los niños empiezan a visitar galerías y museos desde pequeños, la mirada se educa y se abre a un interés que el día de mañana es bueno para todos”, afirma Teresa.

Los mitos en torno al arte son sin duda una de las barreras que hay que derribar para que el público se acerque. Que si solo interesa a cierta élite privilegiada, que si los artistas son esquivos y atormentados, que si es imposible comprar arte o, aún peor, entenderlo. Esta imagen tantas veces difundida ha contribuido a mantener el arte en un lugar alejado. Quizá un fin de semana baste para que un niño se enamore de un cuadro, una pieza, una escultura y su vida cambie para siempre.

“Si los niños empiezan a visitar galerías y museos desde pequeños, la mirada se educa y se abre a un interés que el día de mañana es bueno para todos”, Andrea Rodríguez Novoa.

Ana Más, fundadora y directora de Ana Más Projects L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

A Ana siempre le interesó el arte, desde joven, y cuando tuvo que decidir qué quería estudiar lo tuvo claro. La historia empezó en casa, como casi todas. Sus padres no se dedicaban a nada relacionado con esta disciplina pero sí coleccionaban. Ana acompañaba a su madre a ferias de arte antiguo en Europa y otros lugares. Luego llegó Historia del Arte y Periodismo, y cinco gloriosos años en Nueva York donde Ana también realizó prácticas en la prestigiosa casa de subastas Sothebys. Nada fue igual ni personal ni profesionalmente a partir de entonces. “Cuando volví entré en contacto con los artistas que estaban arraigados aquí en Barcelona. Y el paso siguiente fue abrir un espacio para mostrar y defender su trabajo. Fue una cosa muy natural. La galería ha ido creciendo y ampliando su programación”, cuenta la propia Ana sobre el nacimiento de Ana Más Projects. Y cuando quiso darse cuenta, cuando miró de reojo el calendario, habían pasado veinte años, que no es nada, pero tampoco un siglo.

Un día en la galería es un día de muchísimo trabajo de oficina. Poco o nada tiene que ver con esa imagen archiconocida y quizá explotada en demasía en la que una mujer subida a unos altísimos tacones se pasea por estancia semivacías mientras contempla… “arte”. Hay llamadas, gestiones varias y sobre todo muchas horas empleadas en conocer y formarse sobre el artista en cuestión y que en el caso de Ana Más Projects suele ser, de manera natural, una mujer. “Desde los inicios y de forma muy intuitiva e inconsciente ha sido una galería con mayoría aplastante de artistas mujeres. No hay una razón, no fue nada consciente. Se ha generado de forma natural y me parece uno de los elementos identitarios desde los orígenes. Eso me gusta”, cuenta Ana. Y si ha sucedido así, si esas mujeres han ido llegando antes de que se hablara de ellas, de todas, es quizá por esa educación del ojo, de la mirada, que resulta imprescindible para cualquier galerista y para cualquier persona que sienta una natural inclinación hacia todo lo artístico. Uno se acerca porque lo siente y después aprende. “Como consumidor de arte uno simplemente tiene que ver, ver, y ver”, comenta Ana Más. “Eso es accesible a todo el mundo y lo vas educando. Ni siquiera los galeristas somos los mismos a lo largo de nuestra carrera”.

“Desde los inicios y de forma muy intuitiva e inconsciente Ana Más Projects ha sido una galería con mayoría aplastante de artistas mujeres. No hay una razón, no fue nada consciente. Se ha generado de forma natural”, Ana Más.

Joana Roda Calvet, cofundadora y directora de Bombon Projects

Cuando recibe la llamada de Glamour España, Joana estaba construyendo un muro para una exposición. Así de sencillo, así de físico. “La vida de un galerista y de un galerista joven, como es mi caso, es una realidad muy polifacética. El galerista tiene que ser una persona que pueda estar con el artista en el estudio, escucharle, darle consejos u opinión si se la pide, y luego tiene que poder ayudar a montar una exposición a nivel ya más físico. Después está la parte social, cambiarte de traje e ir a una exposición o inauguración. Es una camisa con muchas varas la del galerista. Es una figura polifacética y apasionada”, cuenta Joana. La joven galerista proviene de una familia que tampoco le enseñó mucho sobre las artes visuales, pero sí sobre el teatro y la música. La cultura estaba presente en casa y eso se nota, se mama. Sin querer pero queriendo, Joana acabó estudiando Bellas Artes para finalmente darse cuenta de que más que ser ella misma artista lo que quería era rodearse de artistas. Como en casa. “Ya desde el principio de la carrera tenía claro que quería hacer las prácticas en una galería. Ser un poco el puente entre lo que pasa en el estudio y en la cabeza del artista, y lo que recibe el espectador”, concluye.

Ser galerista por vocación (Bombon Projects). Estar implicado en todos y cada uno de los procesos relacionados con la exposición de una obra, el objetivo final. Sí, esa “llamada” existe y de hecho, históricamente, la han recibido más mujeres que hombres. “Ha habido muchas grandes galeristas a lo largo de la historia. Y sobre todo en España, somos un país de mujeres galeristas: Juana de Aizpuru, Soledad Lorenzo… Todas estas mujeres han sido las mejores, contando hombres y mujeres”, cuenta Joana. “En este sentido, a nivel de referentes, tenemos un montón de ejemplos, pero sí que es verdad que no se representaba a tantas mujeres artistas como se están representando ahora”. Todavía hay trabajo que hacer, está claro, pero la sensación de pertenecer a un gremio donde las mujeres siempre han desempeñado posiciones de poder como “gestoras” del arte sin alunas de las trabas o problemas a lo que muchas compañeras se han enfrentado y enfrentan en otras profesiones está ahí, en los ojos y la voz firme pero serena de Joana.

“Ha habido muchas grandes galeristas a lo largo de la historia. Y sobre todo en España, somos un país de mujeres galeristas: Juana de Aizpuru, Soledad Lorenzo… Todas estas mujeres han sido las mejores, contando hombres y mujeres”, Joana Roda Calvet.

Teresa Estapé, artista visual

Teresa se recuerda como una niña a la que le encantaba jugar sola. Hormigas, piedras, el olor a piñones, el agua del estanque. Todo se gesta en la infancia. “Siempre he sido una persona muy observadora y muy creativa, y con un entorno en el que mi madre y mi abuela han sido muy inspiradoras”, relata Teresa Estapé. Ellas, su madre y su abuela, ni pintaban ni exponían. Eran artistas de la vida, como tantas otras mujeres. Arte para cocinar y poner la mesa, arte para hacerse un vestido, arte para crear un altar dedicado a la virgen María cada mes de mayo. El suyo era un arte orgánico, natural. Ni explotado ni intencionado. Tan puro como el agua del río. Y de ahí bebió Teresa.

Es difícil saber si el artista nace o se hace. La intuición, en cualquier caso, juega un papel decisivo, vital. Fiarse de aquello que uno siente y de lo que carece de pruebas es el acto de valentía que precede al arte. Pero primero se observa. “Para observar tienes que bajar el volumen o la marcha. Un profesor de bellas artes nos decía: “hay que ir como con una marcha corta por la vida”. Si no, te pierdes los detalles”, afirma Teresa. “Al ralentizar todo en una vida en la que todo va demasiado deprisa también entras en contacto con una cuestión más intuitiva, y si tienes un don lo activas”. Pero antes de todo eso, la artista habla de un don que no es otra cosa que una sensibilidad especial, de captar o percibir más que el resto. Y se tiene o no se tiene. Como el que nace con el pelo rubio o el cuerpo atlético. “Creo que el entorno te puede ayudar, pero yo siempre pienso en Miguel Hernández, un poeta que era pastor y en su casa no había ni un libro”, concluye.

Para Teresa, que estudió Bellas Artes y joyería, todo empieza en el material, en acercarse a la piedra, el acero, la madera con cierta inocencia. Y después de probar e investigar surgen ciertas conexiones con su discurso, con su vida, el arte. “Lo bonito de todo eso es que como trabajas sin ego, tú mismo te sorprendes del resultado. Tienes la sensación de no haberlo hecho y es una sensación muy bonita”, cuenta Teresa sobre su proceso creativo. Y luego piensa en su madre y en su abuela, y siente que de alguna extraña manera pone voz a sus vidas.

“Creo que el entorno puede ayudar al artista, pero yo siempre pienso en Miguel Hernández, un poeta que era pastor y en su casa no había ni un libro”, Teresa Estapé.

Mercedes Ros, directora de la galería de arte Marlborough en Barcelona

El arte no solo se siente, también se piensa. “Considero que el arte es una manifestación de un momento social, una necesidad de las personas en cualquier época”, afirma Mercedes Ros. La suya es otra de tantas historias en las que la pulsión artística se inició en la infancia. Barro, pintura, escultura. La ahora galerista se manchaba las manos con lo que fuera hasta que a los 16 años se interesó por la parte intelectual del asunto. El arte pensado, el arte hecho historia. En cualquier caso, ella misma lo resume así: “no sé hacer otra cosa”.

Su especialidad es la programación iconográfica de la reforma y contrarreforma, y en su extenso y apabullante currículum también figuran una etapa en un anticuario en Barcelona y su propia empresa de compra venta de obras de arte. Llegó a la galería Marlborough en 2017. Mercedes Ros es la prueba de que vivir en el mundo de Picasso o Monet puede garantizar un plato caliente en la mesa cada noche. “Se puede vivir muy bien del arte, se puede malvivir también. Antonio López, uno de nuestros artistas, dice que el mayor triunfo que puedes tener en el mundo del arte es poder dedicarte a él”, cuenta la galerista. Segundos después trata de explicar mejor esta teoría recordando un letrero que leyó en algún escaparate en alguna parte y que ahora se le aparece, invocado: “hard work beats talent when talent doesn’t work hard” (el trabajo duro derrota al talento cuando el talento no trabaja duro”.

La vocación es, en palabras de Mercedes, una bendición. La mejor manera de dotar de sentido una existencia, en este caso la suya. Pero hay “llamadas” o vocaciones que pueden, quizá por claras y por el riesgo que se le presupone a su puesta en práctica, dar miedo. Mercedes afirma entonces que si la intención es honesta, ese miedo no debe paralizar. La vida está para vivirla y por suerte o por desgracia no hay nada asegurado en los días que nos hayan tocado en suerte. “No tengo sueños, si tuviera uno estaría allí. Vivo la realidad y me gusta experimentar la realidad o el presente hasta que se presenta otra cosa que me interesa más”, concluye. Sí, en el realismo y el pensamiento hay, en el fondo, una buena dosis de idealismo.

“Considero que el arte es una manifestación de un momento social, una necesidad de las personas en cualquier época”, Mercedes Ros.

Stella Rahola Matutes, artista visual

“Estudié arquitectura y fue a partir de trabajar con el arquitecto suizo Peter Zumthor que conocí más en profundidad la vertiente artística de la arquitectura. Esta experiencia fue fundamental para iniciar mi camino”, cuenta Stella Rahola Matutes, y después añade que independientemente del talento hay que trabajar mucho. Una constante en el discurso de cualquier persona que se dedique al ámbito artístico. Trabajo, trabajo y más trabajo. El estudio abierto 24 horas al día. El artista no conoce ni horarios ni vacaciones. La suya es una rutina rendida a la pulsión artística.

Otra constante es la incertidumbre, y el futuro y sus inescrutables designios es la madre de todas las incertidumbres. Stella, sin embargo, no tiene ningún miedo a la hora de hablar de lo que viene. “Tener la posibilidad de continuidad. Tener encuentros con espacios, contextos y comunidades que sean positivos y generen enriquecimiento personal y de la práctica”, así ha formulado su deseo y así espera que se cumple. Aunque los artistas son los seres que más se ocupan del presente, también proyectan.

“Tener la posibilidad de continuidad. Tener encuentros con espacios, contextos y comunidades que sean positivos y generen enriquecimiento personal y de la práctica”, Stella Rahola Matutes.


Fotografía: César Segarra @cesarsegarra_

Entrevista: María Mérida @mariamerida

Post Producción: Jose Gil Die @The HotShot @thehotshot_net

Producción: Berta Pàmies @palosantostudio





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