Margaret Qualley (Montana, 28 años) se sintió mucho más intimidada cuando conoció al coreógrafo y bailarín Ethan Stiefel, quien iba a decidir su acceso a la escuela de ballet clásico a la que aspiraba a los 13 años que cuando le presentaron a Brad Pitt, con quien iba a protagonizar a los 24 la película de Tarantino que le daría repercusión global. «Yo crecí viendo una y otra vez Center Stage, una película que Stiefel protagonizó y cuando le conocí era decano del centro en el que quería entrar. Eso es difícil de digerir para una niña de trece años. Cuando conocí a Brad Pitt yo era un poco más mayor y ya había conocido a otros actores, lo que no significa que no fuese maravilloso». Qualley, hija de la actriz Andie MacDowell y del exmodelo y ranchero Paul Qualley, consiguió entrar en aquella escuela, pero a los 15 años decidió abandonar esa carrera para probar suerte en la interpretación. Le fue tan bien que tras haber triunfado con Maid y haber estrenado Sanctuary en 2023, termina de rodar a las órdenes de Ethan Coen este año; y además, es embajadora de Chanel. Sentada en el suelo de su apartamento neoyorquino, con una sudadera y una coleta que no sujeta unos mechones rebeldes que se recoger constantemente, nos «recibe» por Zoom mientras se disculpa por haber retrasado un día la entrevista: «Vino mi familia a verme y no tenemos muchas ocasiones de estar juntos. No podía dejar pasar la oportunidad».
Camisa de seda de lunares con lazada al cuello y pantalón de encaje, todo de CHANEL. Foto: Txema Yeste
Ha dicho alguna vez que a pesar de todo el tiempo que lleva viviendo en Nueva York no se considera neoyorquina, ¿por qué?
Bueno, creo que esto es como París. Si no has nacido allí, es difícil ganar el título y yo nací en Montana y me crié en Carolina del Norte así. Tengo una sensibilidad sureña muy marcada, como si jamás perdiese una cierta inocencia y eso de abrir los ojos de par en par. No creo que pueda llegar a considerarme neoyorquina de verdad jamás en mi vida.
¿Reconoce una situación en la que aún se sienta como una pueblerina?
Acababa de mudarme aquí cuando vi a un pájaro que se había golpeado contra un parabrisas y estaba moribundo en una acera. La gente pasaba como si nada y yo recogí al pájaro, lo metí entre las solapas de mi abrigo, porque era invierno y caminé media hora hasta el veterinario más cercano. Justo cuando estaba a punto de entrar en la consulta, abrí el abrigo y el pájaro salió volando. Supongo que es una expresión de la niña granjera que siempre vivirá en mi interior.
Alguna gente dice que se está mudando de Nueva York no solo porque la encuentren cada vez más cara, sino también más insegura. ¿Siente usted eso también?
Pues la verdad es que no. Me siento más cómoda aquí que en ninguna otra parte porque siempre hay testigos. Y por cada persona que podría ser una amenaza, hay diez que no. Tengo la sensación que hay más bondad que maldad en el mundo. Y lo he experimentado yo misma: hace poco me dieron un tirón en el bolso pero conseguí que el ladrón no me lo quitara y después de la escena diez personas empezaron a hacer una ovación. Hay un sentimiento de camaradería en las calles de Nueva York que es muy bonita.
¿Y echa mucho de menos el lugar donde se crió?
Estoy muy agradecida de haber crecido en un entorno más silencioso donde todo pasaba más despacio pero ahora mi prometido [el productor Jack Antonoff] acaba de comprarse una casa en Nueva Jersey y la verdad que me recuerda mucho a mis orígenes. Así que siempre que siento que quiero escapar de lo urbano y bajar el ritmo me refugio allí y es maravilloso.
Usted abandonó a los quince una carrera que parecía totalmente encaminada a ser una bailarina de ballet clásico, ¿qué pasó?
Yo hacía todo tipo de ballet: clásico pero también jazz y contemporáneo. A partir de los trece empecé a hacer solo clásico porque la única forma de hacer una carrera prestigiosa en el mundo del baile es esa. Me mudé a una escuela a unas horas de donde vivía para dedicarme de lleno pero pronto se hizo evidente que mi técnica no era la mejor, precisamente porque había empezado a centrarme tarde en ello. Era tarde para mi cuerpo, los resultados no eran excelentes y podría haberlos mejorado pero a costa de unos entrenamientos muy duros y creo que ahí me di cuenta de que el rumbo que había elegido no me iba a hacer feliz. Que si iba a estar encerrada en el estudio entrenando todo el día me iba a perder el mundo y yo quería todo lo contrario, ver el mundo. La interpretación era una forma maravillosa de hacerlo porque entras en contacto con mucha gente, muchos personajes y aprendes mucho. No hay fronteras, y todas las experiencias de tu vida, desde las amistades más bellas a las rupturas más dolorosas, las puedes llevar a tu trabajo. Eso siempre me ha encantado porque siempre he tenido muchos problemas para desconectar. Es decir: de más joven me costaba divertirme si esa diversión no tenía algún tipo de misión o significado…
Es extraño. Quizá uno imaginaría que alguien que se ha criado en el campo no tiene problemas para desconectar y simplemente dejarse llevar…
Siempre he sido la pequeña de la casa. Tengo un hermano y una hermana mayores y toda mi vida he estado intentando destacar. Ellos siempre eran más guays que yo y hubiese hecho lo que hubiese sido necesario para que mi hermana me prestara atención. La veneraba. Me sentaba en su puerta cuando traía amigos y esperaba al momento en que se compadeciera de mí y me dejase entrar para escuchar de qué estaban hablando. Creo que esa energía, como de cachorro que está esperando a que le lancen lo que sea para ir corriendo a por ello, es todavía la mía.
La actriz viste un mono de tweed blanco y rosa además de varios broches, todo de CHANEL, adheridos a una gorra de fondo de armario personal. Foto: Txema Yeste
¿Recuerda la primera vez que se sintió bien actuando?
Cuando llegué a Nueva York mi primer novio me llevó a una clase de improvisación y me di cuenta de que, después del largo periodo de timidez e introspección que para mí había sido la adolescencia, podía hablar sin sentir que me juzgaban. Me mantuve en el oficio, sobre todo, porque me hacía sentir muy bien.
¿Se lleva bien con su hermana ahora?
Es la mejor amiga que tengo en el mundo. Vive en Los Angeles y siempre que voy a verla aprovecho todo lo que puedo para exprimir al máximo nuestro tiempo juntas.
¿Y qué opina de Los Angeles?
No es un sitio donde quiera vivir. Está bien para una semana pero es una burbuja. Es Hollywood en el sentido literal de la expresión y hay mucha belleza en eso porque cuando un sitio “Es Hollywood” no es solo que en él vivan actores, actrices, directores o productores, sino que hay como una especie de tejido secreto muy fascinante pero que a mí me da miedo. Después de una semana todo empieza a darme un poco de mal rollo y necesito volver a un lugar donde mi mundo me parezca grande. Y además me gusta ir caminando a todas partes y eso allí es imposible.
Siendo usted misma hija de una celebridad, ¿le cuesta relacionarse con la cultura de la fama?
Creo que al haber crecido en un sitio como Carolina del Norte, que mi madre fuese una actriz famosa causaba más revuelo que si me hubiese criado en Los Angeles, porque no era común. Mi madre era la única actriz de Asheville. Pero al mismo tiempo, como vivíamos en un sitio normal, pues me parecía una profesión más y por eso hasta cierto punto Hollywood siempre me resultaba un lugar ajeno. Siempre he flirteado con esa ambigüedad.
Últimamente se habla mucho de “nepobabies”. ¿Se siente insultada cuando escucha eso?
Por supuesto que no. Creo que si alguien me lo llama es justo y que es verdad: definitivamente mi madre ha hecho que consiga más atención y sea más fácil para mí seguir este camino. Sabía que esta era una opción profesional porque era su hija.
¿Y le condiciona eso a la hora de trabajar más duro o demostrar su talento?
No, seguiré trabajando duro con la esperanza de merecer estar en los espacios donde trabajo porque lo merezco. Y lo haré lo mejor que pueda.
Qualley con colgante, pendientes, bermudas vaqueras y pañuelo de seda a modo de top, todo de CHANEL. Foto: Txema Yeste
Parece usted una persona humilde en su estilo de vida. Siempre presume de no tener muebles.
Cuando me mudé aquí tuve mucha suerte de empezar a trabajar muy pronto así que no me quería atar a ningún sitio en particular durante mucho tiempo porque como siempre estaba fuera, me llegaba con estar en un sitio donde cupiese lo que podía llevar en tres maletas. Finalmente cuando pillé un apartamento tampoco quería tener muchas cosas que arrastrar en las mudanzas, así que apenas tenía un colchón en el sitio y una lámpara de Ikea. Y ahora sigo un poco así, moviendo siempre los cuatro muebles que tengo de un lado a otro.
No le pega nada haber acudido al exclusivo baile de debutantes de Paris…
Eso fue cuando tenía catorce años y no sabía muy bien qué era. Mi madre me enseñó la invitación y quería que fuera y yo dije que sí porque al final era París, parecía emocionante… pero no es el momento de mi vida del que estoy más orgullosa.
La actriz sujeta una gorra con broche y complementos. Foto: Txema Yeste
¿Recuerda al chico que le tocó como pareja?
Sí, aunque no mantengo contacto con nadie de esa gente. Yo era la única que no pertenecía a la realeza.
¿Es usted de esas personas que necesita estar siempre en pareja?
Seré sincera: amo el amor. Siempre he querido estar con alguien. Me cuesta estar sola y llevo buscando al amor de mi vida desde que tengo uso de razón. Y soy tan afortunada de haberlo encontrado finalmente… Soy muy feliz.
¿Y por qué cree que está enamorada del amor?
Bueno he tenido una familia muy cariñosa y yo les quiero mucho a ellos pero no tengo razones específica y hazme caso, te lo digo porque he pensado mucho sobre ello. He tenido muchas relaciones en las que no era tan fácil como en esta. Ha habido momentos en mi vida en los que me he preguntado, ¿por qué no puedo estar sola? ¿por qué necesito tener a alguien a mi lado? Pero es que no estoy hecha así. Necesito la conexión humana muchísimo y tener alguien al lado para vivir las cosas, para comentarlas y para vivir a la vez dos vidas.
Qualley lleva colgante Coco Crush en oro amarillo de 18 quilates de CHANEL JOAILLERIE y juego de chaqueta, top y falda de lunares y zapatos slingback. Todo de CHANEL. Foto: Txema Yeste
¿Llegó a conocer a Stephanie Land, la trabajadora doméstica a la que dio vida en Maid?
Sí, fue encantadora conmigo y muy generosa. Me hubiese roto el corazón si me hubiese dicho que no aprobaba mi interpretación. Ya pasé ese tipo de tensión antes, cuando hice Anne Reinkin en Fosse y Verdon. Tuve la suerte de que ella, que era una absoluta leyenda, me diese su bendición antes de fallecer y no solo eso, me dijo que Bob Fosse me daba su aprobación también. Casi se me saltan las lágrimas.
Siempre le preguntan por su madre para comprender cómo ella ha influido en sus pasos, pero, ¿qué hay de su padre?
Te agradezco muchísimo que me preguntes por él porque no es habitual. Siempre le he admirado mucho por la forma en la que gestionó su carrera cuando dejó de ser modelo. Pero lo mejor es que siempre me prestó atención, siempre fue a verme bailar, escuchó mis historias, se sabía los nombres de mis amigos, estuvo ahí y me prestó atención y ese es el mejor regalo que le puedes dar a un hijo.
¿Y sigue intentando destacar entre sus hermanos o por fin es la más cool?
No, no. ¡Sigo siendo la pequeña! [risas]
Plano cerrado sobre pendientes con la icónica doble C de CHANEL. Foto: Txema Yeste
¿Y por qué cree que está enamorada del amor? No tengo razones específicas y créeme, te lo digo porque he pensado mucho sobre ello. He tenido muchas relaciones en las que no todo era tan fácil como en esta. Ha habido momentos en mi vida en los que me he preguntado, ¿por qué necesito tener a alguien a mi lado? Pero es que no estoy hecha así. Necesito la conexión humana y tener alguien al lado para vivir dos vidas a la vez.
Siempre le preguntan por su madre para comprender cómo ella ha influido en sus pasos, pero ¿qué hay de su padre? No me preguntan mucho por él y ha sido muy importante. Siempre me prestó atención, siempre fue a verme bailar, se sabía los nombres de mis amigos, estuvo ahí y ese es el mejor regalo que le puedes dar a un hijo.
Qualley con conjunto de chaqueta y bermudas, con gargantilla de brillantes y gafas de sol, todo de CHANEL. Foto: Txema Yeste
*Estilismo: Taylor McNeill. Asistente de estilismo: Francisca Kuebler. Maquillaje: Céline Martin (Artlist Paris). Peluquería: Sébastien Richard (ArtlistParis). Manicura: Cam Tram (Artlist Paris). Producción: NM Productions. Asistente de fotografía: Daniel Gallar. Técnico digital: Sarah Neimar. Producción local: Candice Carcaillon.
Sigue leyendo
Sadie Sink, de ‘Stranger Things’: «Si tu familia no es rica, además de actuar, tienes que trabajar con marcas»