«Lo hecho a mano nunca se pasa de moda»


Desde la apertura de la feria numerosas personas llenaron el pabellón del BEC en busca de material para sus creaciones. / L. G.

El salón de manualidades regresa al BEC tras la pandemia con casi un centenar de variados expositores y cerca de 450 talleres

Laura González

El infinito mundo de las manualidades vuelve a llenar de imaginación el Bilbao Exhibition Centre. Desde este jueves y hasta el domingo cerca de 90 expositores muestran sus creaciones en patchwork, scrapbooking, macramé, abalorios, bordados, bolillos, lana, punto de cruz, pinturas, velas, decoración en cristal y resina, arcilla polimérica, decopauge o incluso con plantas, en el regreso a Barakaldo de Tendencias Creativas tras la pandemia.

Una feria que cumple ya su decimosexta edición -en 2021 se hizo de manera online por el coronavirus-, y que es sin duda un referente a nivel nacional en lo que a manualidades se refiere. Prueba de ello es que atrae a numerosos artistas y profesionales del sector llegados de toda España e incluso del extranjero, con presencia de países como Francia, Alemania, Italia y Chile. Lola Reyes no dudó en hacer un largo viaje desde Tenerife, primero en barco hasta Huelva y luego en coche hasta la localidad fabril, para estar presente en esta cita. Consigo se trajo varios de los telares, creados en Nueva Zelanda, uno de ellos similar al de la película ‘Cenicienta’, con los que ha hecho infinidad de telas, trabajando el producto desde el mismo vellón, desde que es extraído de oveja. «Es mi primera vez en esta feria y espero seguir viniendo», afirmaba a este periódico poco tiempo después de que se abrieran las puertas del pabellón. «Hay mucho ambiente. Yo suelo ir a eventos en el sur de España pero son más de patchwork, y este es más amplio, aquí tenemos todos cabida», aplaudía.

Cerca de ella conversaban María Martínez y Marcela Santos, llegadas desde Bilbao, mientras buscaban telas para hacer unas cortinas. «Siempre que venimos salimos con algo». Lo mismo apuntaban Ana, Jorgina, Conchita y Esther, quienes horas antes habían cogido el coche en Ribadesella para no perderse esta feria. «Ya es el cuarto año que venimos», confesaban estas amantes del patchwork, mientras se ponían de acuerdo para recorrer juntas todos los stands.

En el salón de manualidades se recogen numerosas técnicas y hasta telares como los antiguos. / L. G.

En autobús, desde distintos puntos del norte, llegaron numerosos visitantes, como ya es habitual. Ese fue el caso de Margarita López y Antonia Pereira, de Burgos, quienes se habían plantado en Barakaldo con encargos «para media familia», pero sobre todo con la intención de hacerse con distintos abalorios e hilos para bordar. Desde Santander llegó Mariana Álvarez con su cuñada Pepi Domínguez. «Nos chifla sobre todo el punto de cruz, tenemos toda la casa repleta de cosas, y aquí siempre encontramos algo que nunca habíamos visto. Lo hecho a mano nunca se pasa de moda y encima te da una satisfacción enorme», cuentan, tras conocer las kokesdamas de Laura Cervello, creativa de Barcelona que se dedica a hacer terrarios «que solo hace falta regar una vez al año, ya no hay excusa de que se te olvide», y sobre todo kokedamas, plantas ornamentales que se cultivan dentro de una bola de musgo natural, siguiendo una técnica tradicional japonesa.

Sin encuentro de encajeras

Uno de los platos fuertes de esta feria del BEC son sin duda los talleres. En esta edición se llevarán a cabo cerca de 450, de todo tipo, que se realizan desde primera hora de este jueves y hasta el domingo en una zona habilitada para ello o en los diferentes stands. Entre ellos está el de bolillos que imparte la sestaorra Pilar. «Mucha gente se cree que con esto solo se hacen los típicos paños de las abuelas, pero puedes hacer de todo, desde bolsos a abanicos, capas, fulares… Y es como la meditación, te centras solo en lo que estás haciendo y quitas de tu mente todo lo demás, y tienes tus brazos y manos en movimiento », afirmaba.

Esta mañana allí se encontraban cruzando hilos, y también alambres, Paki Ofizialdegi, de Artziniega, y las donostiarras Ana Lázaro y Begoña Redondo. «Formamos parte como de una familia, la familia bolillera», comentaban, mientras apuntaban que este año iban a echar mucho de menos el tradicional encuentro de encajeras que se solía celebrar con motivo de esta feria, y que ha llegado a reunir a unas 900 personas apasionadas de esta técnica. «Era un día muy bonito. Gracias a los bolillos conocemos a gente de muchos sitios y nos hemos hecho amigas. Además de disfrutar y de estar siempre pensando en qué es lo próximo que vamos a hacer, las manualidades te mantienen activa y unen mucho».



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