La literatura romántica se originó en Alemania a finales del siglo XVIII, en un contexto de cambios políticos, sociales y culturales. La Ilustración, un movimiento intelectual que había dominado la cultura europea durante el siglo XVIII, había puesto énfasis en la razón y la ciencia. Sin embargo, la Revolución Francesa y la posterior inestabilidad política y social llevaron a un replanteamiento de los valores de la Ilustración.
Los románticos se opusieron al racionalismo de la Ilustración y exaltaron los sentimientos, la imaginación y la naturaleza. Para los románticos, la razón no era suficiente para comprender el mundo. Los sentimientos y la imaginación eran fuentes de conocimiento y comprensión que la razón no podía alcanzar.
La naturaleza también fue una fuente de inspiración para los románticos. La naturaleza era vista como una fuente de belleza, inspiración y misterio. Los románticos se inspiraron en la belleza del paisaje natural, así como en los fenómenos naturales, como tormentas, terremotos y volcanes.
El individualismo fue otro tema importante en la literatura romántica. Los románticos celebraron al individuo y su singularidad. Los románticos se oponían a las convenciones sociales y a la autoridad, y defendían la libertad individual.
La literatura romántica tuvo un impacto significativo en la cultura y el arte de su época. El movimiento influyó en la música, la pintura, la arquitectura y la escultura. La literatura romántica también ha tenido un impacto duradero en la literatura moderna.
Características más importantes de la literatura romántica
Subjetividad: La literatura romántica pone énfasis en los sentimientos y la experiencia personal del autor. Los escritores románticos se centran en sus propias emociones, pensamientos y experiencias, y las expresan de manera subjetiva.
Imaginación: La literatura romántica valora la imaginación y la fantasía. Los escritores románticos a menudo utilizan imágenes y metáforas para crear una atmósfera de ensueño o misterio.
Naturaleza: La naturaleza es un tema recurrente en la literatura romántica. Los escritores románticos ven la naturaleza como una fuente de belleza, inspiración y misterio.
Individualismo: La literatura romántica celebra al individuo y su singularidad. Los escritores románticos se oponen a las convenciones sociales y a la autoridad, y defienden la libertad individual.
Algunos de los principales autores de la literatura romántica son:
Johann Wolfgang von Goethe (Alemania): Goethe es considerado el padre del romanticismo alemán. Es autor de obras maestras como “Werther” y “Fausto”.
Friedrich Schiller (Alemania): Schiller fue un dramaturgo y poeta alemán. Es autor de obras como “Los bandidos” y “Don Carlos”.
Lord Byron (Inglaterra): Byron fue un poeta inglés. Es autor de poemas como “El corsario” y “Don Juan”.
John Keats (Inglaterra): Keats fue un poeta inglés. Es autor de poemas como “Oda a la noche” y “Oda a un ruiseñor”.
Mary Shelley (Inglaterra): Shelley fue una escritora inglesa. Es autora de la novela “Frankenstein”.
Victor Hugo (Francia): Hugo fue un poeta, novelista y dramaturgo francés. Es autor de obras como “Los miserables”, “Nuestra Señora de París” y “El jorobado de Notre Dame”.
José de Espronceda (España): Espronceda fue un poeta español. Es autor de poemas como “El estudiante de Salamanca” y “El diablo mundo”.
Rubén Darío (Nicaragua): Darío fue un poeta nicaragüense. Es considerado el padre del modernismo en español. Es autor de poemas como “Azul” y “Prosas profanas”.
Y, Gustavo Adolfo Bécquer, al que consideramos el último romántico.
Ejemplos específicos de cómo las características de la literatura romántica se pueden ver en las obras de autores románticos:
Subjetividad: En el poema “Oda a la noche” de John Keats, el poeta expresa sus sentimientos personales sobre la belleza y el misterio de la noche.
Imaginación: En la novela Frankenstein de Mary Shelley, la creación de Frankenstein es un producto de la imaginación del científico.
Naturaleza: En la novela “El corsario negro” de José de Espronceda, el protagonista, Enrique, se refugia en la naturaleza para escapar de la sociedad.
Individualismo: En la obra de teatro “Hernani” de Victor Hugo, el protagonista, Hernani, se rebela contra la autoridad del rey.
Autores de literatura romántica en el siglo XX
En España: Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, José María Pemán, Camilo José Cela, Jaime Gil de Biedma, Luis García Montero, etc. En América Latina: Rubén Darío, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, etc. En Estados Unidos: Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Emily Dickinson, Henry James, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, Jack Kerouac, etc. En Europa: Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, John Keats, Victor Hugo, Charles Baudelaire, Óscar Wilde, Virginia Woolf, etc. Estos autores comparten algunas de las características del romanticismo, como la exaltación de la naturaleza, el individualismo, la sensibilidad, la imaginación, la fantasía, el amor, la nostalgia, la muerte, etc. Sin embargo, también incorporan elementos nuevos y modernos, como la experimentación formal, la reflexión filosófica, la crítica social, etc.
Por ejemplo, el poeta español Antonio Machado es considerado uno de los principales representantes del modernismo español, un movimiento que se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del XX, y que se caracteriza por su renovación estética y su búsqueda de nuevas formas de expresión. Sin embargo, la obra de Machado también está impregnada de un romanticismo melancólico y nostálgico, que se refleja en poemas como “Soledades, galerías y otros poemas” (1907) o “Campos de Castilla” (1912).
Otro ejemplo es el poeta estadounidense Walt Whitman, quien es considerado uno de los padres de la poesía moderna. Su obra, caracterizada por su libertad formal y su voz personal e individual, está imbuida de un espíritu romántico, que se manifiesta en poemas como “Leaves of Grass” (1855) o “Song of Myself” (1855).
Existió una época en Internet donde escribir y compartir fan fiction conllevaba un gran estigma. Aquellos que decidían ampliar el universo o los personajes de una obra se consideraban individuos poco creativos, antisociales y sexualmente frustrados. Afortunadamente, esta época oscura está llegando a su fin.
En 2019, el sitio Archive of Our Own celebró una década en la recopilación y organización de más de cinco millones de historias y otros trabajos artísticos en cada fandom concebible. Por si fuera poco, el pasado mes de noviembre el sitio recibió un Premio Hugo por sus contribuciones a la ciencia ficción y fantasía. Ensayos académicos recientes han respaldado con argumentos sólidos la capacidad del fan fiction para promover la escritura a través de comunidades en línea basadas en el amor a determinado trabajo. Escritoras famosas como Naomi Novik y Meg Cabot admiten con orgullo haber dado sus primeros pasos en el fan fiction.
Fan fiction del siglo XVIII.
Aunque la reputación del fan fiction se renovó y apoderó de nuevas vías de distribución, la práctica existe desde hace siglos. Algunos de los grandes clásicos en la literatura son, técnicamente, expansiones de otras narrativas y/o personajes. Es muy entretenido pensar en la Divina comedia de Dante como un fanfic bíblico, aunque la escritura contemporánea del fan fiction empezó como tal, al menos en el mundo anglosajón, durante el siglo XVIII.
Más allá de los círculos académicos, el trasfondo histórico es poco discutido. Sin embargo, tan pronto como aparecieron las novelas modernas, los lectores buscaron formas de perpetuar las aventuras de sus personajes favoritos y compartir estas historias con otros entusiastas.
En 1726, Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift marcaron el inicio del movimiento fan fiction. Poco después de la publicación de la obra, los lectores empezaron a imaginar al personaje principal, Lemuel Gulliver, en situaciones aludidas brevemente en el texto original o que ellos mismos inventaban. Y entre más impactantes eran estas revisiones, mejor. A menudo, estas historias se convertían en lo que esencialmente se entendía como “fan art”.
El artista británico William Hogarth provocó y divirtió al público con una representación gráfica de Gulliver recibiendo un enema liliputiense. Aunque escandalosa, la representación de Hogarth era consistente con el personaje, un juego sobre el deleite original del héroe respecto al tamaño de su propio excremento contrastado con el mundo en miniatura del pueblo liliputiense. Desde el comienzo, los artistas se valieron de esta fórmula para explorar los tabúes sociales y la sexualidad.
“The Punishment Inflicted on Lemuel Gulliver”, William Hogarth (1726).
Una válvula de escape.
Y los fanáticos crearon cientos de obras más, incluida una conmovedora serie de poemas de Alexander Pope donde la esposa de un náufrago aventurero (que apenas refiere al original) se queja de que el hombre nunca está en casa para cumplir con sus deberes. Cuando Gulliver finalmente regresa de su aventura final, está tan disgustado con los humanos que termina escondiéndose de su familia. La Mary Gulliver inventada por un fanático fue, evidentemente, apagada por la abstinencia de su esposo.
Al igual que en nuestros días, en el siglo XVIII el fan fiction era mucho más explícito en términos sexuales que la obra original. Pamela, una novela clásica escrita en 1740 por Samuel Richardson, relata la historia de una criada en una finca aislada que se resistía a las insinuaciones de su patrón. Sin embargo, los lectores vivían fascinados por imaginar escenarios en los que la mujer cedía a la pasión. Un lector particularmente interesado en ilustrar a Pamela Andrews como una mujer imprudente era Henry Fielding, colega novelista del mismísimo autor.
Fielding imaginó a su propia Pamela, una mujer seductora que fingía inocencia para cautivar a su patrón. En Shamela, Fielding redactó a través de un conjunto de cartas alternativas la historia con que Pamela y su madre pretendían atrapar al guardián de la mansión. Aparentemente insatisfecho con el resultado, Fielding también desarrolló la historia de Joseph Andrews, invirtiendo el género del protagonista y proponiendo que el hermano de Pamela se resistía a los intentos de seducción de una mujer mayor y acaudalada, hermana del escudero original.
Henry Fielding vs Samuel Richardson
La comunidad del fan fiction.
Como señala el académico literario David Brewer, una parte esencial de los universos que se expandieron en el siglo XVIII provino de una comunidad de lectores entusiasta y autoseleccionada que creció por toda Europa. Aunque no resultaba tan fácil compartir y comentar el trabajo de los fanáticos, en los albores del 1900 se observó un incremento en la alfabetización de la clase media, en parte por la Revolución Industrial que aminoró los costos de impresión y mejoró los sistemas de entrega postales.
Gran parte de las primeras novelas fueron epistolares, lo que proporcionaba a los lectores un sentido más directo de comunicación con sus personajes favoritos. De hecho, algunas de estas historias se generalizaron. Fielding fue la E. L. James de su época, cuyo éxito se apoyaba principalmente en miles de lectoras jóvenes.
Después, los creadores originales buscaron a estas comunidades para explotar el potencial comercial. Por ejemplo, Richardson mantuvo correspondencia constante con sus lectores y llegó a incluir comentarios en sus volúmenes. Tal vez era un intento por contener a la audiencia y sus escapes interpretativos llenos de fantasía.
Los aspectos legales del fan fiction.
Mucho antes de que J. K. Rowling entablara una demanda por James Potter and the Hall of Elders’ Crossing, los escritores recurrieron a la vergüenza pública y la ley para evitar que otros se beneficiaran de lo que consideraban su propiedad intelectual, y tuvieron muy poco éxito. El Estatuto de la Reina Ana en 1710, la primera ley de derechos de autor moderna, otorgaba a los escritores derechos sobre sus obras durante 14 años. Sin embargo, no se especificaba si dicha protección se extendía a conceptos más confusos como personajes o universos ficticios.
James Potter and the Hall of Elders’ Crossing.
Como Rowling, muchos escritores del siglo XVIII entendieron que lo mejor era hacer las paces con el fan fiction, siempre y cuando las obras secundarias se compartieran libremente y no buscaran un beneficio económico. A finales del 1700, la nueva disciplina económica proporcionó un argumento sólido para todos esos escritores que no se habían subido al carrito: los escritores fanfic argumentaban que los universos ficticios generaban abundancia que se multiplicaba por sí misma. Ninguna publicidad es mala publicidad, y las obras de los fanáticos aumentaban el interés en los libros y personajes originales.
Realidad tangible.
En los personajes que protagonizaron las novelas del siglo XVIII había algo especial que parecía invitar a esas reinterpretaciones. Hasta hace poco, los académicos consideraban que estas novelas inventaron el “realismo” al escribir a detalle sobre la vida de gente común, en lugar de las hazañas heroicas de nobles o reyes.
Sin embargo, otros creen que la verdadera innovación de la novela anglófona es más complicada: personajes que el lector sabe que no son reales, pero parecen serlo. Su plausibilidad los hace más moldeables. Por ejemplo, uno de los fan fiction más recurrentes en la obra de Rowling propone a Harry Potter y Draco Malfoy como compañeros románticos, y a través de estos se experimentan indirectamente nuevas formas de ser o sentir.
Durante el siglo XVIII, esa necesidad por personajes más flexibles apareció ante los cambios que generó la Revolución Industrial en la dinámica del matrimonio. Las parejas de clase media y alta se enfocaban principalmente en consolidar la tierra e influencias, pero las nuevas ocupaciones profesionales y caminos hacia la prosperidad para los hombres liberaron el matrimonio y proporcionaron a los jóvenes más libertad y control sobre sus elecciones.
Elegir una pareja tenía implicaciones sociales, económicas e incluso morales que se extendían para toda la vida. Y los escritores buscaban representar cada aspecto de esta decisión, mientras los lectores se mostraban ansiosos por discutir si la elección era equivocada.
El fan fiction en nuestra época.
El fan-fiction moderno aparece en una época de liberalización en torno a las preferencias, prácticas e identidades sexuales, donde se muestra útil a la hora de probar decisiones y roles socialmente costosos en entornos menos riesgosos que la realidad. La reputación del fan fiction como obras “poco serias” ha hecho posible estas inmersiones profundas que permiten explorar la sexualidad humana y el amor romántico.
La función del fan fiction en litigar las fronteras de las relaciones figura como uno de los propósitos más duraderos. Recientemente, algunos fanáticos se quejaron y escribieron el final de The Rise of Skywalker, el último megablockbuster de la gigantesca franquicia. El final no fue satisfactorio para aquellos que anhelaban que Rey y Kylo Ren estuvieron juntos, ni para los que sentían disgusto ante cualquier posibilidad de que los dos se relacionaran.
El papel del fan fiction como proyecto colectivo fue, en última instancia, lo que le valió el Premio Hugo a Archive of Our Own. Sin embargo, en ese premio contribuyó cada escritor que alguna vez fue lo suficientemente valiente o imprudente como para compartir su trabajo en Internet.
Toda la obra del poeta antillano Édouard Glissant quedó impregnada de los dos conceptos que marcaron su vida: la criollización (mestizaje consciente de sí mismo) y el Todo-Mundo (fusión de culturas a nivel internacional). Estos dos conceptos también están presentes en la antología que, inspirada en la edición de Gallimard de 1994, ahora publica Pre-Textos.
En Zenda ofrecemos cinco poemas de la edición bilingüe, y con traducción de Adalber Salas Hernández, de La sal del poema (Pre-Textos), de Édouard Glissant.
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LECTURA SALVAJE
Por el camino de los cerros, de pronto está la vastedad que empuja su carreta en el deslumbramiento
En el molino de las fábricas mi pobreza sonríe a los poderes de la tierra
En las cicatrices de las cañas en las tibias negras siempre
El agua tantas veces pregonada enrojece por el manoseo de mi voz
Resurgido está aquí del fondo colérico de los abrazos mi salto en el estancamiento.
Sin nada por debajo los hougans frondosos de la paciencia
ah no quiero por prueba más que el último viaje de mi lasitud entre las hojas secas del monzón
la floración de las islas la geografía espumosa de las islas sobre los mares destripados
nuestros cánticos nuestras frentes cerradas de fuentes nuestros pies atiborrados de tormentas
Corta corta con tu largo gesto de aurora donde los pájaros en vano buscan anidar
Entre las mallas del tamtam a mi pesar se tambalea la tierra
Por el camino de los vientos cicatriz el peso de los hombros en destello
las noches de reclutamiento por la noche.
***
EL ÁRBOL GRAN ÁRBOL
Tus hojas el hedor de los deseos las siegas de heno ciego los brazos de mar
Tus hojas de llaga medieval en el recuerdo de mis esplendores
tus ramas de hombros de mujer arada sobre la sed de las hierbas cortantes
árbol vuelto a comenzar tu cuerpo separé de tu cuerpo el caparazón de mis claridades
tu tronco de cribas renovadas
tu tronco de luz en el campo negro de las florinoches
tu tronco de raíz que ha tomado tronco y la maravilla la cama del caracol rodante
tu ramo tus raíces el fuego congelado de tus raíces y las masas de hombres aferrados a las ubres de tus dolores
el sufrimiento como un invierno en las fuentes de las profundidades.
***
I
Llévame al fuego de barros de ranchos de mangos
Que seque la palabra límpida y termine la aridez
Donde estuvo el heno y toda cosa no cercada
Es hora de detener la errancia inmensa y es hora
De montar el canto a los continentes
Que pasan llamándonos en el altamar del mediodía
Oh inquietud, sal de espumas posadas sobre la muerte, mi negro país
Llévame al verano que no tiene primavera, grito.
II
Es la ciudad, muda en su arcilla. Es la selva verde, donde se escora la noche.
Estos son nuestros perros, que vemos lamer entre dos vientos. Perros grises, hechiceros flacos de nuestra ausencia, perros errantes. Hay mujeres, salvajes locas, y hombres, bocas sin dientes. Rojo de las fábricas, cosecha del año. No he nombrado al mar, que desposa
Un grito negro, desunido de la negra procesión. Este país
cierra el mar y sobre el ruido de los pueblos que se acercan
Atranca sus bastidores de arena, con sus cerrojos de rocas.
III
He hecho morada de tal grito, donde no hay tierra que se alce. Y no hay ninguna playa junto a los mares en los que he estado.
Aquel a quien el ciclón ha desviado, ese ve el lodo frente a la puerta, el sendero que conduce a las noches donde cada uno sobre la muerte vacila
Y escucha la tierra donde más de un nombre fue sepultado.
IV
Escucha el país, detrás del islote.
***
GOREA
Vivía su grito que era todo un árbol: sus raíces se derramaban en torrentes, en llamados.
Fue a anudar en la garganta del tiempo lo crudo de las profundidades y sostuvo con la mirada más de una vela desnuda de viento.
No hubo espacio para decir adelantamiento, habiendo conducido entre orilla y altamar, en la isla del amarraje, donde los sueños de ayer matan a garrote los sueños de mañana.
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Autor: Édouard Glissant. Título: La sal del poema. Antología poética. Traducción: Adalber Salas Hernández. Editorial: Pre-Textos. Venta: Todostuslibros.
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El acto se celebra el día 28 en el Archivo Histórico Provincial dentro del ciclo ‘Conversaciones en el Centro’
SEVILLA, 27 Sep. (EUROPA PRESS) –
El Centro Andaluz de las Letras (CAL), de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, gestionado por la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, organiza el día 28 de septiembre en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla el encuentro entre el escritor Antonio Rivero Taravillo y la académica Marie-Christine del Castillo, en torno a la traducción literaria. La entrada al acto será libre hasta completar el aforo.
El ciclo ‘Conversaciones en el Centro’ cuenta con autores destacados que reflexionan sobre temas de actualidad e interés, con un trasfondo literario, según explica la Junta en una nota de prensa, que señala que Rivero Taravillo es autor de diez poemarios, el último de los cuales es ‘Sextante’. En prosa, su obra incluye las novelas ‘Los huesos olvidados’, ‘Los fantasmas de Yeats’, ‘El Ausente’ y ‘1922’.
Entre sus libros de viajes destacan ‘Las ciudades del hombre’, ‘Viaje sentimental por Inglaterra’ y ‘Macedonia de rutas’, además del ensayo ‘Los siglos de la luz’ y la colección de aforismos ‘Vilanos por el aire’. Por la obra ‘Con otro acento. Divagaciones sobre el Cernuda inglés’ fue Premio Archivo Hispalense. En 2022 se alzó con el I Premio Nacional de Poesía Lara Cantizani-Ciudad de Lucena con su libro ‘Los hilos rotos’.
Rivero Taravillo ha dirigido la Casa del Libro en Sevilla y las revistas Mercurio y El Libro Andaluz, y coordinado el módulo de poesía del Máster en Creación Literaria de la Universidad de Sevilla. Actualmente dirige la revista Estación Poesía.
Marie-Christine del Castillo-Valero es licenciada en Letras Modernas Francesas por la Universidad de Nancy (Lorena) y licenciada en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de La Sorbona (París). Miembro del equipo de la librería y editorial Renacimiento. Como traductora se ha dedicado a los viajeros románticos franceses (Poitou, Mérimée…), la poesía de Paul Morand, Luis Aranha, Valentine Penrose, entre otras. Ha publicado un conjunto de poemas propios en la revista ‘Calle del Aire’.
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