Una manada de orcas atacó una embarcación en el Estrecho de Gibraltar el pasado 17 de mayo. Los expertos aseguran que no se trata de la primera vez que la especie presenta este comportamiento agresivo, pero no hallan una motivación evidente que dé explicación al frecuente enfrentamiento entre los humanos y estos animales.
La orca ibérica -también denominada Orca del Estrecho de Gibraltar y Golfo de Cádiz- es un cetáceo que habita las costas de la Península Ibérica y Marruecos bañadas por el Atlántico: desde Tánger hasta Asturias, aproximadamente. Esta subpoblación está en riesgo de extinción, ya que su alimentación depende de una presa también en peligro: el atún rojo del Atlántico. Es por ello que los reiterados ataques de orcas a embarcaciones suponen un dilema ético para los órganos gubernamentales con poder de decisión.

Las razones de los ataques: ¿altruismo o moda?
Según lo que explican los investigadores a The Conversation, se especula que este comportamiento puede haber empezado de forma individual y haberse expandido en el grupo más adelante. El primer ataque de estas características sucedió en mayo de 2020, cuando una orca a la que los científicos llamaron Gladis tuvo una experiencia traumática al ser golpeada por el timón de un barco. A partir de esto, los encuentros físicos entre orcas y barcos fueron en aumento.
Esto pone sobre la mesa de los científicos la opción de que esta especie haya despertado un altruismo de autodefensa que las lleva a atacar aquello que representa una amenaza para su hábitat. En ese caso, no serían los únicos animales en hacerlo: los cachalotes -que también son cetáceos- se levantan en defensa unos de otros cuando las orcas atacan, por ejemplo. Y las ballenas jorobadas colaboran en la supervivencia de otras especies, como las focas, cuando son atacadas por este mismo depredador.
En mayo de 2020, una orca llamada Gladis tuvo una experiencia traumática al ser golpeada por el timón de un barco.
Por otro lado, otra explicación plausible es que en ocasiones los animales -incluidos los seres humanos- inventan modas conductuales de forma arbitraria; es decir, porque sí. Hace 5 años se detectó una tendencia entre los delfines con nariz de botella que consistía en “caminar con la cola” forzando la mayor parte de su cuerpo verticalmente fuera del agua y manteniendo la posición bombeando vigorosamente su cola. Algo que empezó con el comportamiento de un solo ejemplar y se generalizó en el grupo durante un período de tiempo.

Los delfines de Adelaida (Australia) aprendieron a caminar con la cola a partir del comportamiento de un delfín llamado Billie que había pasado un tiempo en cautiverio.
Este fenómeno de aprendizaje social también tiene antecedentes en la especie atacante: desde el caso de un grupo de orcas que adquirió el comportamiento a corto plazo de llevar un salmón muerto en la cabeza, hasta otras que imitaban los cantos de los leones marinos. Con lo cual, los expertos no descartan que los episodios de agresividad hacia las embarcaciones sean fruto de una moda pasajera.
¿Es posible frenar estos ataques?
La interacción física entre las orcas y los barcos puede causar daños tanto en las personas que se encuentran en las embarcaciones, como en los animales, que sufren lesiones al ser golpeados por las hélices y el timón. Y el resultado más probable en este tipo de encuentros es la anteposición de la vida humana frente a cualquier otra.
Este dilema ético es lo que lleva a los investigadores a plantear diversas preguntas: “¿Deberíamos, como la especie que en última instancia tiene el mayor poder, desalojar embarcaciones pequeñas y vulnerables del hábitat de las orcas como parte de una relación cambiante con el mar? ¿O deberíamos conferirnos a nosotros mismos el derecho de navegar como nos plazca y controlar a cualquier animal que lo impida, incluyendo su sacrificio?”.
La respuesta a estas cuestiones serán las que guíen el plan de acción que las entidades gubernamentales deberán seguir para detener los sucesos, los cuales podrían desaparecer progresivamente -como resultado del fin de una moda arbitraria entre las orcas- o convertirse en la norma.