La imagen institucional de nuestro país no logra acoplar sus compañas con sus realidades al punto en que se nos identifique más allá de estereotipos. Antes se había dicho que “Colombia es pasión” y ahora se lanza la campaña ‘Colombia, el país de la belleza’, pero esos son atributos del ser humano, no de un particular objeto o sujeto y por eso fracasan. ¿Acaso España, Grecia, China o el viejo Egipto no son bellos?
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En realidad el único lema que ha funcionado en Colombia dice: ‘El riesgo es que te quieras quedar’, porque hábilmente asocia el singular Colombia a un imaginario como país peligroso. Y según vemos ‘el país de la belleza’ es cada vez más peligroso: al mismo tiempo que se lanza la campaña se da a conocer el informe internacional de Global Witness en el que Colombia aparece como el país que más asesina a lideres ambientales: y ahí se desvanece de inmediato la belleza montada justo sobre el medio ambiente natural.
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Pero mostrar el país como aquel de la selva e indígenas no es cierto. En el último censo del 2018, esta población apenas llega al 4 %; inclusive, aquella de origen afro la supera al contar con un 7 %. Distinto nuestros vecinos, Perú, un cuarto de su población; y no se diga Bolivia, 60 %; o México…Ecuador. Tampoco se puede proyectar la imagen de un país agrario cuando la mayoría es urbana y con belleza singular. La capital es la ciudad más grande del mundo hecha en ladrillo, o sobresaliente, que luego de invención de las ciclovías sus ciudadanos transforman su clima en templado: la Bogotá caribe, eso es excepcional a 2.600 metros de altura. Además, Colombia es el país de la región con más ciudades importantes distintas a su capital. ¿Por qué la imagen de Colombia invisibiliza sus ciudades?
Si la campaña de la belleza va por el turismo que remplazaría los ingresos del petróleo, es otra falacia: ingreso por petróleo e industrias extractivas 2022 (Portafolio) fueron US$ 32.044 millones, mientras el turismo, mismo año, uno de los mejores, alrededor de US$ 6.700 millones: casi cinco veces menos.
En fin, crear referencias de un país no es lo mismo que ofrecer Coca-Cola, que es solo imagen, mientras un país es un mundo. ‘Colombia, el país de la belleza’ no funciona porque no es verdad que sea única en ello y porque sus creadores desconocen que la belleza contemporánea no es contemplativa sino permanente invención de formas. El arte del renacimiento es bello, el arte de ahora no es bello sino relacional, reflexivo, paradójico, contextual, punzante.
ARMANDO SILVA
ciudadesimaginadas@gmail.com
(Lea todas las columnas de Armando Silva en EL TIEMPO, aquí)
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