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Poemas románticos

Juana Dolores: «No me interesa ser una artista provocadora, me interesa la revolución»

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Juana Dolores para Jot Down

Al escribir en el cajetín blanco de Google «Juana Dolores», lo primero que encontrarán serán cinco fotogramas de una mujer, con vestido vaquero y pendientes con una perla de la que cuelgan corazones, en un programa de la televisión pública de Cataluña. Pero saben ustedes que estos motores de búsqueda tienen tendencia a destacar aquello que acumula más visitas y que en muy pocas ocasiones coincide con lo realmente significativo de la persona, el concepto o lo que quiera que sea que hayamos buscado. Estamos ante uno de esos casos.

Juana Dolores Romero Casanova (o solamente Juana Dolores, como firma sus obras) es una de las poetas más destacadas de nuestra época, y no lo decimos porque recibiese en 2020 el Premio Amadeu Oller, ni porque goce de una popularidad impropia para quien cultiva las letras fuera de los grandes circuitos comerciales. Lo afirmamos porque la calidad que atraviesa sus dos libros publicados hasta la fecha (Bijuteria [Galerada, 2020] e I SI UNA NACIÓ DESFILANT PER UNA CATIFA VERMELLA —rèquiem català— [Edicions Poncianes, 2023]) es indiscutible, por esa fuerza lírica en consonancia con la potencia de su discurso; por la musicalidad que nos arrulla hasta ser arrollados ante la contundencia de cada palabra allí inscrita, escritas en catalán. 

Pero esperen porque, además, Juana Dolores es columnista, dramaturga, actriz y artista visual. Y comunista militante, y amante del glamur, del brilli-brilli y de lo bonito, también. Una combinación explosiva que la ha llevado a ser noticia en más de una ocasión, y a remover todo tipo de pasiones entre quienes la escuchan, ven y leen.

Nosotros lo pudimos comprobar en primera persona cuando nos reunimos con ella en El Prat de Llobregat, el lugar que la vio nacer en 1992, sentados en una de las terrazas que hay en la plaza frente al ayuntamiento, en «el bar de toa’ la vida». No pasó mucho tiempo hasta que una joven la reconoció, acercándose para transmitirle cuánto la admiraba, mientras Juana Dolores la escuchaba con idéntica devoción. Y lo comprobamos, igualmente, en algunas miradas que los parroquianos le dirigían en el transcurso de nuestra charla, con curiosidad, con interés, con alguna que otra ceja enarcada o con medias sonrisas de complicidad, y no porque su tono de voz fuese elevado, sino por el entusiasmo con el que se expresa incluso al leer fragmentos de textos, que lleva guardados en su teléfono móvil. Porque hay algo magnético en Juana Dolores.

En uno de tus últimos artículos publicados escribías que de niña querías ser actriz y comunista. ¿Cómo recuerdas tus primeros contactos con el teatro y la política?

En mi casa no había libros. Pero mis padres siempre me inculcaron el respeto por el conocimiento, por la escuela y los maestros. Ellos no habían podido estudiar y deseaban que sus dos hijas sí lo hicieran, no desde la imposición sino desde el amor. Mi madre me enseñó a leer en casa desde muy pequeña y se apuntó a Círculo de Lectores [risas]. Así que a los cuatro años ya leía y ya empezaba a considerar los libros los objetos más bonitos del mundo. Y a los seis años gané el premio literario que se celebra en todas las escuelas catalanas para celebrar la diada de Sant Jordi con un cuento que se llama «El Drac estudiós» [«El dragón estudioso»]: «Hi havia una vegada un drac que volia anar al col·legi però no podia perquè no tenien diners. La seva mare li va dir: «Per què no vens els teus còmics?». «D’acord mare», li va contestar el drac. Va vendre els còmics i va poder anar a l’escola. I aquest conte s’ha acabat» [«Había una vez un dragón que quería ir al colegio pero no podía porque no tenían dinero. Su madre le dijo: «¿Por qué no vendes tus cómics?». «De acuerdo, madre», le contestó el dragón. Vendió sus cómics y pudo ir a la escuela»]. Entonces yo ya era muy consciente de que ir al colegio costaba dinero, aunque fueses a la escuela pública: libros de texto, material escolar, excursiones… Y también era muy consciente de que había niños más pobres que yo y que, por lo tanto, quizás, esos niños no podían ir a la escuela si se tenían que enfrentar a lo que ya a mi familia le suponía un esfuerzo económico. Y para mí era más importante todo lo que podía aprender en la escuela que leer cómics. Supongo que por eso escribí lo que escribí y a día de hoy soy incapaz de leer cómics a no ser que sean de mi amiga Conxita Herrero o mangas de Magical Girls. Cuando gané ese premio y escuché a mis padres contarlo al resto de mi familia sentí y pensé que eso era lo que tenía que hacer en la vida: escribir y, por lo tanto, leer mucho para poder escribir cada vez mejor.

Por otro lado, compaginaba esa inquietud por la escritura y la lectura con una cierta pasión por las vedettes españolas, porque veía Cine de barrio los domingos con mi madre y era superfan de Lluvia de Estrellas y Menudas Estrellas, luego de Eurojunior. En casa teníamos la costumbre de ver telenovelas latinoamericanas a diario, y todos los viernes, religiosamente, íbamos al videoclub a alquilar alguna película que normalmente eran comedias o dramas románticos. Marisol y Julia Roberts. Yo quería ser María Isabel cantando Antes muerta que sencilla. Me fascinaban las actrices y las cantantes, el mundo del espectáculo, de la farándula, del escenario. Lo encontraba algo muy femenino y yo ya era muy presumida. Recuerdo esa obsesión por ser admirada, por ser observada, por ser mirada, mientras hacías algo bonito. Lo de escritora-actriz, como ves, ya me viene de muy pequeña. Claro, yo no sé cantar absolutamente nada, canto fatal, aunque en el colegio recuerdo liar a niños de mi clase para montar shows en los que yo misma dirigía coreografías a mi alrededor mientras hacía playbacks. Ensayábamos a la hora del patio y en clase de tutoría actuábamos delante del resto de alumnos. Más tarde, en el instituto, empecé a leer y estudiar teatro por primera vez en clase de Lengua y Literatura con mi profesor Xose González. Y me di cuenta de que leer teatro me aburría muchísimo, pero muchísimo.

Fue entonces cuando decidí apuntarme al Teatre Kaddish, en el Prat de Llobregat, donde Pau Bou, aparte de hacerme saber quiénes eran Pier Paolo Pasolini y Albert Serra a los dieciséis años, alimentó el monstruo haciéndome interpretar personajes de tragedias griegas, de Shakespeare, Calderón de la Barca, Ibsen, Pinter, Brecht, Arrabal, etc. No hacíamos improvisaciones ni ejercicios absurdos y estúpidos de entrenamiento actoral. Se pensaba y se defendía que se aprendía a hacer teatro haciendo teatro, haciendo obras de teatro. Y se cultivaba un gran estudio y respeto por los textos dramáticos, por su calidad literaria. Esa relación directa y estrecha entre la interpretación y la literatura fue lo que me hizo darme cuenta de que no tenía por qué escoger entre ser escritora o actriz. Empecé a querer escribir, dirigir e interpretar mis propias obras de teatro. Recuerdo que en el Kaddish había algunos números de la revista Primer Acto, y que en uno salía en portada Perro muerto en tintorería de Angélica Liddell. La descubrí así, leyendo algo sobre ella. Y le dije a Pau Bou enseñándole la revista «Yo quiero ser como Angélica Liddell». Por eso cuando me comparan con ella con mala leche y mala fe, para descalificarme, me río. Para mí es un honor, un honor que me viene muy grande. Y al que, espero y deseo, rendir cuentas. Y creo que así será. Solo he hecho dos obras de teatro, estoy, literalmente, empezando. Que me dejen tranquila, que me dejen respirar y trabajar. Con el tiempo creo que se me entenderá y se me valorará más en este sentido. Además, no solo es inevitable, sino que es importante tener maestros en esta vida, gente de quien aprender. He aprendido muchas cosas de ella, pero siempre me rondó por la cabeza lo que me respondió Pau ese día: «¿Qué tontería es esa? Tú tienes que descubrir qué teatro quieres hacer y qué actriz quieres ser tú».

Y es entonces cuando decidí que yo sí quería ser declaradamente una artista militante, que yo sí quería ser declaradamente una artista socialista. Siempre he tenido un sentido de la justicia y un sentimiento de justiciera muy concreto y muy peliculero. Mi madre nos ha criado a mi hermana y a mí en los mejores valores cristianos y en un sentido de fraternidad y de hospitalidad que solo los andaluces y los pobres saben y conocen. Y eso, absolutamente, influyó, fue determinante. Mis inquietudes artísticas, desde un inicio, siempre estuvieron totalmente atravesadas por mi militancia en movimientos sociales y okupas en el Prat de Llobregat, también por el diálogo con y por la simpatía hacia organizaciones anarquistas. Más tarde leí a Marx y ahí me hice comunista. Además, descubrí que quien había admirado tanto de niña, Marisol, siendo Pepa Flores, era comunista. Vi un vídeo en YouTube en el que salía ella en una manifestación proclamando «somos marxistas-leninistas». Y esa constatación, esa encarnación de una actriz militante, esa confluencia entre lo glamuroso y lo político, marcó lo que todavía, a día de hoy, es mi línea de investigación intelectual y artística en mi trabajo: la tensión entre la ideología y la belleza, la tensión entre el discurso (ética/moral) y la estética. A mí lo imprevisible me encanta, porque no se espera. No se espera de una tía fashion que esté politizada y que milite, que tenga consciencia de clase y discurso político, que no tenga ni un pelo de tonta. Y ahí estaba yo y tantas otras compañeras sufriendo el machismo de unas inercias ideológicas y de militancia que eran y son totalmente consecuencia del machismo. Y decidí defenderme, no solo reivindicándome, sino reafirmándome: performativizando el eclecticismo que supone lo femenino y lo político, una forma muy concreta de hacer política desde una pose y desde una posición ofensivamente y soberanamente feminista. No podría hacerlo de otra manera, tampoco. Soy lo que soy.

Juana Dolores para Jot Down

Por esa línea va tu cortometraje MISS UNIVERSO (2021), ¿no? Que tiene un mensaje muy potente no solo por lo que se dice, sino, sobre todo, por quién y cómo lo dice.

En un contexto en el que el voluntarismo y el buenismo aparentemente «políticos» teorizan y comentan mucho eso de «dar voz a la minorías» —algo que me parece terroríficamente y perversamente victimizador, muy condescendiente y paternalista, porque todo el mundo tiene voz, otra cosa es si las escuchamos o si las tenemos en cuenta, o si algunas importan más que otras—, me parecía guay y un vacile «darle voz» a una clarísima minoría, a una miss. Pero MISS UNIVERSO es, en realidad, y ante todo, una relectura crítica de una de las viñetas de la película Masculin Féminin de Godard. Mientras él representa a una miss —Miss 19, que ha ganado un concurso de belleza— como una chica aparentemente y estéticamente común, también insegura y tímida ante las preguntas sobre política que le hace un periodista, yo le doy la vuelta, estetizo completamente la figura de una miss, con su corona, con su banda, con su capa, y, por otro lado, hago que se exprese como una intelectual, que se exprese con el artificio de la filosofía. Me pareció interesante hacer hablar a una miss desde una perspectiva femenina y feminista, que reflexiona sobre el erotismo, sobre el amor, sobre el sexo, sobre la violencia, también sobre el sindicalismo, aunque sea desde una perspectiva que no sea explícitamente socialista, pero que sí contiene una crítica audaz a la desafección política y la desmovilización de las clases trabajadoras. Yo no tengo por qué estar de acuerdo con todo lo que son y expresan mis personajes, pero siempre contienen ese dualismo político y artístico que a mí me parece imprescindible en cualquier obra artística que no quiera formar parte de una cultura que, desde luego, siempre sirve a los intereses mediocres de la burguesía: desde la exaltación del fascismo y el capitalismo, a la vacuidad y la superficialidad, pasando por la inercia más frecuente hoy en día como es la mercantilización y la pornografía del dolor y la miseria, de las injusticias y las discriminaciones, en nombre de las buenas intenciones que no tienen nada que ver con la lucha, sino con la limosna y lo caritativo. 

Hay otro dualismo en el corto, que es el de ella autodenominándose, conscientemente, como objeto erótico, pero lo que hay de fondo todo el tiempo es la violencia. Están las imágenes de leonas cazando, o la cárcel La Modelo a sus espaldas, no sé si haciendo un juego con el concepto de belleza entendido como una cárcel para la mujer, que, además, destruye su presunción de inocencia, porque las mujeres bellas automáticamente se vuelven culpables de lo que se les acuse, al contrario que los hombres (el caso más famoso es Ted Bundy quien, aun siendo culpable confeso, hubo quienes siguieron queriendo creer que no, que tenía que ser inocente siendo tan guapísimo). ¿Cómo se relaciona en tu ideario la erótica y la violencia?

La violencia puede saberse y entenderse como la violencia que ejercen las oligarquías capitalistas y las clases dominantes, pero yo jamás me negaré el derecho a reapropiarme de los conceptos y de imaginarlos más allá. En mi trabajo, el erotismo es la violencia radicalmente femenina, es un poder y un arma en femenino que puede ejecutarse contra el statu quo y, por lo tanto, devenir un arma revolucionaria. El centro penitenciario de hombres La Modelo se ve a lo lejos en MISS UNIVERSO no tanto solo haciendo una referencia literal a la belleza como una cárcel que, obviamente, puede llegar a serlo, es así, sino a la violencia como el instinto más básico y más animal que caracteriza al ser humano para existir y sobrevivir, para defenderse, siguiendo y reinterpretando las reflexiones de George Bataille sobre el erotismo. Una cárcel con ese nombre me brindaba un deber político a través de un derecho estético: una crítica al sistema penitenciario a través de una imagen. A partir de la verdad que supone que las cárceles están llenas de pobres, también surgen reflexiones sobre el porqué de la violencia y por qué unas violencias son criminalizadas y otras no. No es lo mismo ejercer la violencia como autodefensa y/o por dignidad que ejercerla en nombre y en beneficio de un sistema capitalista y neoliberal. De hecho, la violencia como autodefensa, más justa o menos justa, es siempre consecuencia de y generada por un sistema que es, sin ningún tipo de legitimidad, violento. En cambio, la violencia como autodefensa sí puede llegar a ser legítima.

Presentar el erotismo como violencia, como autodefensa a través del poder erótico que no puede ser de otro modo que femenino, que puede ser peligroso, que puede castigar y que puede vengar, ya sea en el discurso o en la estética, ya sea en el contenido o en la forma, es algo muy presente a lo largo de todo mi trabajo. Y esa presentación particular de lo violento no deja de ser una estetización y una feminización de su legitimidad a través del erotismo, ya que mi concepción del erotismo tiene mucho que ver con entender la feminidad como algo potencialmente político. Además, al final de la pieza, Miss Universo habla del espíritu como un panóptico. Me refiero no solo a la forma arquitectónica de la cárcel La Modelo, tampoco solamente a la teoría de Foucault, a cómo el poder político y económico nos controla sin apenas advertirlo, sino también a una propuesta personal de concebir el espíritu y el cuerpo como un panóptico. Todo lo que comporta la cultura del yo, de la libertad y la individualidad neoliberales, del «siéntete un espíritu libre», me parece una chorrada. La vida misma es una cárcel, nosotros mismos somos nuestra propia cárcel. Y nos vigilamos y nos acusamos y nos juzgamos constantemente. La violencia, por muy femenina que sea, por muy legítima que sea, siempre es y será una cárcel. Sin embargo, la violencia forma parte de la vida, existe. Solo la consciencia nos hará libres. Por eso mi Miss Universo se sabe y se proclama objeto erótico, porque es en el saber que se la objetualiza que es libre, y peligrosa, porque puede hacer uso de su objetualización, puede hacer uso del deseo que causa en los otros, puede hacer uso de su poder de seducción. Y, por lo tanto, puede llegar a ser muy violenta. En el fondo, esta miss parece que conoce bien eso de la fetichización de la mercancía que desarrolló Marx y la feminiza subjetivamente: las personas se cosifican como mercancías, pero en este caso, ella no representa ninguna fuerza de trabajo, no es un obrero porque no trabaja, es un objeto erótico.

Siempre procuro que mis obras no planteen una única interpretación, que no planteen interpretaciones cerradas, significados y/o significantes cerrados, o impidan las maravillosas asociaciones de ideas, sino que ofrezcan al público, al espectador, la posibilidad de imaginar, de crear. No me interesa guiar y manipular el foco de atención del otro, para mí es importante que el otro, al leerme, al verme, sea igual de libre que yo al crear, al crearme. 

Juana Dolores para Jot Down

¿Crees que iría primero la conciencia de sí y luego la de clase o a la inversa?

Marx dice que «no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia». Yo no tengo una respuesta para esa pregunta, tampoco sé, humildemente, si llego a entender muy bien a lo que se refiere Marx. Pero puedo intuir que la conciencia jamás determina tu ser si tu conciencia no está fundamentada en tu ser social, en tu conciencia de clase o de objeto en el caso particular de MISS UNIVERSO. ¿Es posible un ser desvinculado de lo social? Yo creo que no. Yo creo que la plenitud del ser culmina en lo social, en la conciencia de clase para sí. Existe el «ser», sí. Existe la subjetividad y la individualidad, no la neoliberal, sino la individual que no es siempre neoliberal, también es, por contra, espiritual. Y como artista la defenderé siempre en disonancia con algunas posturas socialistas más dogmáticas. Es natural que eso pase. Los artistas y los intelectuales siempre seremos algo incómodos o incomprendidos para el movimiento o el partido por muy revolucionarios que sean. Es natural y está bien que así sea. Es lo que hace que la filosofía de la práctica, el marxismo, no sea un corpus teórico, o no solo, sino una filosofía que es también una política y una política que es también una filosofía, parafraseando a Gramsci.

Supongo que nunca seré de fiar del todo para algunos militantes comunistas, que muchos de ellos no me comprenderán o que sospecharán de mí. Pero me gustaría que sí supieran que soy muy consciente de que aparte del «ser», aparte de esa subjetividad y esa individualidad, también soy muy consciente de que sin el «ser social», el «ser» es y está incompleto. Existe la subjetividad, la individualidad de cada uno. Pero para que esa subjetividad sea total y, por lo tanto, revolucionaria, debe saber del ser social y dialogar siempre con él. Justo para combatir el ensimismamiento individualista en el que nos encontramos y que tanto dolor y sufrimiento nos produce, culturalmente, en general, y artísticamente, en particular. Es precisamente esa relación entre el ser y el ser social, entre el individuo y la comunidad —que, no olvidemos, está compuesta por individuos—, la que se tiene que pensar y discutir para no cometer algunos de los mismos errores que cometimos en el pasado en nombre del comunismo. Y, en esa discusión, los artistas y los intelectuales somos imprescindibles. Lo particular, lo subjetivo, lo individual, siempre debe ser un arma para reflexionar sobre lo colectivo. Yo antes que artista soy hija de mi madre y de mi padre, formo parte de una familia, y no puedo honrarla solo con mi individualidad, es insuficiente, solo puedo hacerlo plenamente formando parte, conscientemente, de un legado, de una tradición, de una historia, que es la historia de la lucha de clases. He aquí la importancia de la conciencia de clase.

Y ¿es compatible con las teorías identitarias?

A mí los estudios culturales y las teorías identitarias me dan muchísimo palo, soy muy crítica con ellas… Creo que compartimentan, categorizan y aíslan la injusticia y la discriminación. También las tematizan, algo perfecto para que el capitalismo las fagocite. El capitalismo ha fagocitado el feminismo, el antirracismo, incluso la diversidad física, intelectual y emocional. El capitalismo ha convertido la miseria y el dolor en mercancías, en campañas de publicidad de grandes multinacionales, en camisetas y en tote bags. Para mí la identidad no solo tiene que ver con tu clase, con tu género, con tu sexo, con tu raza, o tu diversidad funcional. Me niego a identificarme solo con la situación de «víctima». Soy muchas más cosas aparte de ser pobre, mujer y un poco histérica. También soy mucho más que una blanca privilegiada. Soy mucho más que mis derechos y mis deberes. Soy mucho más que mis privilegios. Y, lo más importante: nunca soy la misma. La identidad no es algo permanente o inamovible, es algo siempre en construcción. A veces en contradicción, otras no. Y no olvidemos que los estudios culturales, tal y como se transmiten hoy en día, son una herencia yanqui, algo totalmente impuesto, cultural y académicamente, por Estados Unidos. Y nos han perjudicado muchísimo a la hora de organizarnos y pensar y crear estrategias políticas contra el capitalismo y contra todas las violencias que se supone que los estudios culturales analizan y critican. Está muy de moda hablar de luchas políticas, pero si no las enmarcamos en una ideología no sé exactamente de qué luchas estamos hablando y, lo más importante, qué luchas se supone que estamos librando, si es que estamos librando alguna. El feminismo no es una ideología, el antirracismo tampoco. Son reacciones políticas. Pero si no las enmarcamos ideológicamente, esas reacciones políticas son susceptibles de ser instrumentalizadas por la derecha o surgen fenómenos espantosos como Frente Obrero. 

Estoy harta de escuchar a todo el mundo hablando de feminismo y antirracismo en sus podcasts sin que se les pase por la cabeza que el capitalismo es precisamente el principal enemigo y culpable de fomentar y perpetuar el machismo y el racismo. Hay que pensar cómo combatir el capitalismo por clasista, machista y racista, por ser un sistema que va en contra de la vida, en contra de la humanidad. Ese tiene que ser el punto de partida. Y ¿cómo se combate el capitalismo? Pues podemos empezar por politizarnos, por situarnos y enmarcarnos en una ideología. Yo propongo leer a Pasolini o a Gramsci o a Marx, pero también he aprendido mucho de leer a pensadores anarquistas. Yo siento un profundo desprecio por la posmodernidad y su presentismo, que nos ha hecho creer en el fin de los grandes relatos cuando ella no deja de ser el peor gran relato de la historia. Si la lucha de clases fue derrotada fue, entre otras cosas, precisamente, porque se dejó a muchísima gente potencialmente militante por el camino. Hoy no se puede concebir la lucha de clases sin que esta sea ofensivamente feminista y antirracista y contra todo lo que atente contra la dignidad del ser humano. Para mí el único estudio cultural que merece la pena, por interesante y entusiasmante, es el gran relato, el gran motor de la historia, que no puede ser solo cultural, sino también político, económico y social: el socialismo y su lucha de clases. Y está claro que ninguna ideología ni ningún movimiento o partido de izquierdas se salva de dinámicas machistas y racistas, pero es que bajo el capitalismo nadie se salva de sus horrores.

Juana Dolores para Jot Down

Hace algunos años, en otra entrevista, dijiste que la provocación ahora es imposible. Sé que también te gusta ir al fondo de las palabras (porque lo demuestras constantemente en todas tus manifestaciones artísticas) y, según la segunda y tercera acepción de la RAE, provocar es «buscar una reacción de enojo en alguien irritándolo o estimulándolo con palabras u obras» y «excitar en alguien el deseo sexual». ¿En cuál de los dos sentidos tenemos (más) capada la provocación?

Ese doble sentido del verbo «provocar» me encanta. Sigue teniendo mucho que ver con una lectura política y una lectura erótica, femenina. A mí siempre me preguntan si me considero una artista provocadora. En plena decadencia de Occidente, en un contexto de mediocridad intelectual y espiritual, lo que más provoca es hacer bien tu trabajo. Y una de las formas más revolucionarias es decir la verdad. Hoy en día quizás no hay nada más provocador que un artista marxista, que un artista militante. No sé. Sinceramente, yo, como artista, no tengo ningún tipo de voluntad de provocar nada, no tengo ningún tipo de voluntad más allá de «hacer cosas bonitas», como dice mi amiga y artista Sandy Moldavia, y de contribuir con ellas a la construcción de una ofensiva socialista y una nueva crítica cultural marxista. Y creo que hay algo de provocación ahí, también. Inevitablemente. O que se recibe así. ¿Es posible que la lucha contra el fascismo y el capitalismo sea bonita? Yo creo que sí. Hay belleza incluso en la barbarie. Los que me asignan la etiqueta de «enfant terrible» me parecen unos cutres y unos catetos. Y los que aún creen que por salir desnuda en mis obras de teatro soy una «provocadora» también lo son, además de unos desfasados y unos conservadores.

Mis dos únicas y auténticas provocaciones siempre han sido políticas. La primera sucedió cuando gané un premio de poesía catalana [premio Amadeu Oller, 2020], firmé mi libro con mi nombre aparentemente español siendo catalana y declaré, en la primera entrevista que me hacían en la vida, que escribir bien era más revolucionario que hacerlo en catalán. Para más inri, se descubría que acababa de estrenar en un centro cívico mi primera obra de teatro # JUANA DOLORES # * massa diva per a un moviment assembleari *, un solo performático sobre la ideología y lo nacional, radicalmente andalucista siguiendo a Blas Infante, con texto en castellano. En un contexto marcado por el desgaste político a causa del fracaso y la agonía del procés independentista, mis ideas y mi simple existencia y aparición en el mundo de la cultura y la literatura catalanas quizás fueron algo provocadoras. O, quizás, simplemente provocaron una reacción de celebración por haberse hecho públicas, por fin, ciertas intuiciones políticas que estaban en la calle y que las sentían y las pensaban muchísima gente. Obviamente también hicieron surgir muchísimas reacciones retrógradas y de odio. Es lo que tiene la provocación, o la amas o la odias. Pero después de tres años puedo afirmar que merece la pena ese tipo de «amor» a costa de ese tipo de «odio». Supongo que por eso la segunda provocación, esa vez que intervine en TV3, en la televisión pública, un día después de las elecciones municipales, critiqué el fascismo y el capitalismo y la manipulación de los medios de comunicación.

Pero, insisto, esas provocaciones no son artísticas, aunque mis obras las acompañen. Y, ¡suerte! Sin haber escrito poemas ni haber dirigido obras de teatro jamás hubiera tenido la oportunidad de constatar el sentimiento y el pensamiento de tantísima gente que no se siente representada por la política institucional y que rechaza la victoria de la burguesía en las elecciones de Cataluña. Así que los que propagan por ahí que hice lo que hice para vender libros, en vez de reflexionar que gracias a que vendo libros pude hacer lo que hice, deberían aprender algo de matemáticas. Como artista no me interesa pensar qué es lo más provocador, sino qué es lo más revolucionario, y quizás eso es lo que crea la provocación que encarna y representa mi persona. Esto es algo que voy reflexionando a medida que pasa el tiempo, porque también voy descubriéndome a mí misma en este lugar tan extraño que me ha tocado, de repente, vivir y moverme. En «Drugtory», Yung Beef canta: «yo he tenido que aprender a lidiar con el mal, a moverme como él». Pues un poco eso.

Juana Dolores para Jot Down

Hablas de la mediatización como acto externo, casi impuesto, en ningún caso voluntario.

Hace ya tres años que se mediatizó mi persona, entonces, claro, yo no sabía todavía cómo funcionaba toda esta mierda. Tenía intuiciones —y era y soy muy crítica con ellas— de las lógicas y las inercias de mercado en relación al capital de visibilidad y representatividad en las redes sociales y las plataformas digitales, del márquetin en cuanto al capital de personalidad, pero jamás pensé que interferirían en mi vida. A medida que voy trabajando, voy situándome… ¿Que podría haber desaparecido de internet? Sí, claro. Pero me parece una oportunidad y una responsabilidad poner mi humilde «celebridad» [risas] al servicio de mi ideología. Tampoco podría haber hecho otra cosa, para mí jamás hubo alternativa. Siempre he hecho lo mismo, pero ahora me ve y me lee más gente. Es curioso cómo no se reflexiona de manera seria y profunda sobre la viralización de una persona hasta convertirse en «figura», que es una característica propia de nuestra contemporaneidad, de nuestra era. Y cómo afecta eso a las personas en cuestión y a las de su alrededor. En mi caso fue algo fortuito, que pasó sin más. Y que no sucedió a raíz de una canción o un videoclip, o por acumulación de capital de visibilidad a través de un canal de YouTube o un podcast. No era influencer, tampoco youtuber o tertuliana. Se hicieron virales las ideas políticas de una poeta inédita —que no novel—. Algo muy viejo y muy nuevo al mismo tiempo. No puedo negar que me encanta esa aura [risas]. Para mí es, y ha seguido siendo, un shock. A veces me cuesta todavía, la cago, me equivoco, me arrepiento, lloro… Me desquicio… Durante todo este tiempo la disociación que siento entre mi yo artista, mi yo escritora algo mediática, y mi yo militante me desquicia con tanta exposición. Muchísimo más de lo que jamás nadie se podrá imaginar. Durante los cinco años que escribía mi primer poemario, Bijuteria, jamás me imaginé que perdería tantas cosas y ganaría tantas otras al acabar de escribirlo.

¿Te planteaste Bijuteria como un discurso político o solo amoroso?

Bijuteria es un poemario de amor, un conjunto de poemas de amor y de desamor, sobre todo. Inevitablemente la clase lo atraviesa, el título ya hace referencia a ello: se llama Bisutería, no Joyería. Como también los títulos de los poemas HIMNE NACIONAL, PUTES I NEGRES o PAMFLET. Este último, de hecho, es un poema que reúne imágenes relacionadas con el imaginario revolucionario sucediéndose unas a otras hasta culminar en una dedicatoria de desamor: «Sí, deseixint-se l’ofensa / entre Tu i Jo: la meva joventut incendiària, errant» [Sí, desejiéndose la ofensa / entre Tú y Yo: mi juventud incendiaria, errante]. Escribí este poema a nivel de forma y contenido partiendo de mi crítica a una cierta poesía «social» o «política», panfletaria en el peor de los sentidos, que expresa la política a través de lugares comunes y tópicos, por muy enrevesados que se nos presenten a veces. Bueno, pues ante tanto panfleto yo quise escribir uno. Me parecía interesante y divertido intentar idear un panfleto político radicalmente estético marcado por una relación amorosa. En realidad, la gran mayoría de los poemas de Bijuteria son así: la clase, el género y el sexo atravesados por el amor. Un poco inevitable, porque mi discurso amoroso —haciendo referencia a Barthes— está absolutamente determinado por mi condición de mujer y por mi condición femenina. Diría más: mi sentimiento amoroso está absolutamente determinado por mi condición de mujer comunista. Obviamente, condiciones artificiosas literariamente hablando, pero no superficiales. Y que me sirven para crear un yo poético concreto. Me gusta expresarme desde el amar de una mujer comunista. Y, por consecuencia, expresarme desde el amar de una mujer feminista.

Pero, sinceramente, jamás me planteé si trabajaría en un discurso amoroso o político. Empecé escribiendo poemas de amor y los fui trabajando hasta que formaron mi primer poemario, así de sencillo. Creo que todas mis obras estarán siempre, en mayor o menor medida, de manera más explícita o menos, marcadas por el marxismo y el feminismo. Sí que me ha frustrado, a veces, no poderme liberar de la losa que me supone el hecho de ser una escritora mujer y de clase trabajadora, porque durante mucho tiempo he deseado escribir como un hombre [risas]. Es decir, tener la libertad de no escribir siempre partiendo de mis discriminaciones, como puede hacerlo la mayoría de escritores hombres. Aunque, poco a poco, me he reconciliado con la tensión entre lo poético y lo político en mi obra configurando un estilo que, de momento, me parece lo suficientemente estético y genuino para sostener mi identidad no como algo esencial, sino como algo accesorio, como un adorno. Y a mí los accesorios y los adornos bonitos, como la bisutería, me encantan. Y los defiendo. Y me gustaría conseguir precisamente eso, que el marxismo, en general, y el feminismo, en particular, en mi obra, fueran accesorios de los cuales me puedo servir para enriquecer, ya sea mi escritura o mis creaciones escénicas o audiovisuales. En ningún caso eso quiere decir devaluar lo político, sino estetizarlo y objetualizarlo al servicio de la creación artística y, al mismo tiempo, poner ésta al servicio de mi ideología. Es un diálogo, inevitable e intrínsecamente, recíproco. Como siempre digo, es también una tarea muy difícil y con mucha responsabilidad, porque es muy difícil estetizar la lucha sin traicionarla. 

Justo el otro día, Mireia González Boluda, artista y sindicalista catalana, me hizo conocer un texto del filósofo, dramaturgo y novelista francés Alain Badiou, Poesía y comunismo, en el que nombra una serie de grandes poetas comprometidos con el comunismo y argumenta, e incluso demuestra, que existe un vínculo esencial entre la poesía y el comunismo. Y me pareció muy interesante cómo planteaba que qué hay más comunista que la lengua materna, y que el poeta no apunta a anular aristocráticamente la posibilidad de la lengua materna, sino a engrandecerla, a completar sus posibilidades y, por lo tanto, es su deber, la del poeta, en algún grado, dirigirse a todos sin excepción. Yo substituiría «lengua materna» por «lengua y lenguaje», porque no creo que los poetas solo podamos, o debamos, escribir en nuestra lengua materna, pero me gustaría citar un fragmento que matiza algo más esta cuestión: «El poema es un don del poeta al lenguaje. Pero este don, como el lenguaje mismo, está destinado a lo común, es decir, a este punto anónimo en el que lo que importa no es una persona en particular, sino todo el mundo, en singular. […] Y es por ello que en el comunismo los poetas verán por encima de todo una nueva figura del destino del pueblo. Y «pueblo», aquí, significa ante todo los pobres, los obreros, las mujeres abandonadas, los campesinos sin tierra. ¿Por qué? Porque es ante todo para aquellos que no tienen nada que todo debe darse. Es para el mundo, para el tartamudo, para el extranjero que debe ofrecerse el poema, y no para el charlatán, para el gramático o para el nacionalista. Es a los proletarios, a quienes Marx definió como aquellos que no tienen nada, excepto su propio cuerpo capaz de trabajar, a quienes debemos darles toda la tierra, como también todos los libros, y toda la música, y todas las pinturas, y todas las ciencias. Lo que es más, es para ellos, para los proletarios en todas sus formas, a quienes debe prioritariamente ofrecerse el poema del comunismo». 

En mi caso, como poeta comunista, investigo y experimento para crear una nueva estética socialista ya sea literaria y/o artística. Creo que es importante desde el arte y la cultura volver a dignificar conceptos que han sido estigmatizados y criminalizados, que aparentemente ahora suenan pasados de moda, viejos, obsoletos, que han sido relegados a un ostracismo innegable, pero que son imprescindibles para entender y comprender la historia. 

¿Como por ejemplo?

Pues por ejemplo el comunismo mismo, el socialismo, el marxismo, la conciencia de clases, la lucha de clases, pero también conceptos como el espíritu crítico o la sensibilidad…

Juana Dolores para Jot Down

¿Por estos conceptos es por los que hay un cierto duelo en I SI UNA NACIÓ DESFILANT PER UNA CATIFA VERMELLA —rèquiem català— (2023, Edicions Poncianes)? [Y SI UNA NACIÓN DESFILANDO POR UNA ALFOMBRA ROJA —réquiem catalán—]? Hay como un dolor por el mundo pasado perdido, pero tampoco aparece ninguno nuevo…

Yo creo que sí aparece algo nuevo en el réquiem… El compositor catalán Marc Migó me propuso hacer de libretista para una pieza suya, para lo que él deseaba que fuese un réquiem en sentido nacional, a lo réquiem alemán de Brahms. Era un texto para ser cantado. Y se estrenaría en L’Auditori de Barcelona. Yo nunca he escrito por encargo, pero esta propuesta me permitía la posibilidad de dar forma artística a una cierta reflexión sobre Cataluña y la catalanidad a través de un réquiem. Además, imaginar el estreno de un texto mío allí y así, me parecía algo supermegaguay… con una orquesta… No sé, me parecía y me pareció una pasada. 

Yo quise romper con un imaginario catalán con tintes identitarios nacionalistas que ni interpela ni representa a la mayoría ni a la totalidad de los catalanes de este país. Un imaginario totalmente desfasado pero que aún insiste y persiste por institucional. Supongo que lo nuevo aparece cuando quien decide protagonizar, interpretar y ejecutar, esa ruptura, es una celebrity catalana, una celebridad, una figura nacional y popular catalana. Una celebrity que es una nación, desestimada, izada como una bandera de principios de este siglo, por nueva, por contemporánea, pero ni besada ni jurada. Es decir, personifico la nación catalana en una mujer y, en vez de rendirle un homenaje o una conmemoración, la invoco. Es por eso por lo que digo que reinterpreto el sentido de un réquiem que normalmente es una misa para y de difuntos, y hago un conjuro. Podríamos hablar de una feminización del género del réquiem a partir de lo esotérico. Eso es lo que creo que es nuevo, mi aproximación a lo nacional-popular catalán desde lo glamuroso, desde lo femenino y lo marxista, otra vez, como siempre. Sin complejos. Me parecía pertinente porque ahora la cultura pop está muy de moda, pero también está constituida por inercias y mecanismos completamente neoliberales que hacen de Kim Kardashian o Britney Spears conceptos y cosas que, aunque me fascinan, aunque son celebridades y personajes peculiares e interesantes, llegan a un tope, llega un punto que no dan pa’ más. Y es precisamente ese gesto ridículo de intelectualizarlas más de la cuenta lo que me chirría.

Por supuesto mi celebrity, mi nación, es comunista, es socialista, es marxista, tiene conciencia de clase. También es muy melancólica. Nerea Campo, poeta catalana y directora del espacio de pensamiento crítico y creación artística A Cobert, en una de las presentaciones de mi libro, hizo una interpretación muy interesante a partir de su lectura haciendo referencia al texto Duelo y melancolía de Freud. Un duelo implica la aceptación, finalmente, de una pérdida; y la melancolía es un duelo que no se resuelve, es un duelo permanente, al que se acude una y otra vez. Yo me considero una artista muy melancólica, siempre vuelvo a las mismas heridas y a las mismas pérdidas, a aquellas que para mí responden a heridas y pérdidas universales. Quizás por eso, de primeras, puedo parecer algo narcisista, porque parto de duelos personales, pero siempre lo hago para acabar hablando de duelos colectivos, sociales. En mi réquiem hay dolor por algunas pérdidas, pero esas pérdidas no corresponden a ningún tipo de país ni a ningún tipo de nación concretos. Echo de menos la posibilidad y la potencialidad revolucionaria, en este caso, de los años 70, cuando parecía que era posible otro mundo, que era posible derrocar a la burguesía y combatir el capitalismo después de la muerte de Franco. No fue así. Nos acabaron de derrotar ideológicamente y políticamente, desgraciadamente. Aunque derrotar y fracasar no son lo mismo. Fracasar implica que tu proyecto político, económico y cultural no funciona. Si es derrotado es porque existía, de algún modo, la posibilidad de victoria. Por ello, contra el pujolismo que todavía acarreamos en Cataluña, esa referencia al PSUC en el texto: «les meves mans són el meu capital» [«mis manos son mi capital»].

Antes has hecho referencia a Yung Beef. Hablando del trap, en tu forma de recitar se percibe mucha influencia de ese género, mucho más que de la declamación lánguida propia de los poetas. Utilizas incluso el autotune en tu poema inédito «CARIÀTIDE».

Cuando explotó la escena musical en España con lo que podemos llamar trap o música urbana, o, simplemente, desacomplejamiento de músicos que no tenían miedo a experimentar y dialogar con otros estilos y formatos musicales, que usaban autotune y dignificaban géneros como el reguetón que recibía muchísimas críticas machistas y clasistas y, en cambio, lo escuchaba ya mucha gente desde hacía ya bastante tiempo, yo estaba viva, respiraba. Y siempre he escuchado mucha música, muchísima. Y me sentí, inmediatamente, parte de esa escena, de esa vanguardia, de eso nuevo que estaba sucediendo y reafirmándose y que trascendía lo musical y empezaba a colarse en el arte, en la literatura, en el cine, en la moda… Para mí fue inevitable sentirme parte de esa movida. Se ve en mi estética, en mi forma de interpretar, en mi forma de recitar, en mis referentes, incluso en mi forma de expresar lo político y mi militancia, que soy consciente que a veces puede parecer muy ofensiva. Contra la ofensiva capitalista, hay que pensar y performativizar ofensivas marxistas. Y el dar la cara y estar dispuesto a partírtela por los tuyos, la lealtad, la honestidad… todo eso eran cosas que esa escena representaba sin complejos ni miedos.

Yo creo que culturalmente esa escena marcó un antes y un después. Ahora ya han pasado años, hemos crecido todos, pero fue un tiempo muy enriquecedor para mí, porque de repente la lírica en la música española y catalana tomaba unas dimensiones muy genuinas y diferentes. Nadie escribe como Yung Beef ni como Bad Gyal. Nadie ha vuelto a escribir como Somadamantina. Nadie. Recuerdo sus primeros conciertos… También los de La Zowi, Albany, Soto AsaRosalía petándolo. Fue muy heavy. Se sentía en el ambiente que algo estaba cambiando artísticamente, que otros imaginarios eran reivindicados y otros eran posibles. Cierro Bijuteria con el poema UNROMANTIC TRAP GIRL. No es casualidad. Mi primer poemario está totalmente en sintonía con esa época, era inevitable. Desde las atmósferas que creo a partir de imágenes que hacen alusiones a la fiesta, a las drogas, a lo periférico, hasta conceptos como el anonimato o el éxito y, sobre todo, la hipersexualización femenina. De repente las mujeres tomábamos las riendas de nuestra sexualización y se convertía en arma política que controlábamos y poníamos al servicio de nuestras obras artísticas. Eso también creó mucho revuelo. El feminismo tuvo que plantearse ciertas cuestiones en relación con la estética, a lo sexual y a lo erótico. Se evidenció y se constató, e incluso me atrevería a decir que se dinamitó en cierta manera, la doble moral sexista y machista que todavía nos persigue, la de situarnos entre la puta o la santa, entre la amante o la madre. Para muchas mujeres fue muy liberador vernos representadas en una escena musical que no juzgaba nuestra manera ni de vestir, ni de bailar, ni de ligar. Sí, mis primeros poemas están totalmente impregnados de todo ese popurrí maravilloso con estéticas brillantes, excéntricas y sexis. Lo que jamás llegué a entender fue la reticencia de la cultura catalana ante esta escena, que no solo se dio en catalán, sino que, como he dicho antes, líricamente fue potentísima. La juzgaban o la ignoraban con ciertos prejuicios clasistas y moralistas y sentimientos de superioridad que todavía la caracterizan. Pero, en fin. Que les jodan. Como dice Alizzz: «les elits culturals som nosaltres també». Me siento un poco vieja hablando de y alabando a los padres y madres de todo aquello, pero es que lo son. El uso del autotune es algo más colateral, me interesa experimentar con el sonido, con el ruido, con modulaciones de voz en mis piezas, ya sea recitando o en una obra de teatro.

Juana Dolores para Jot Down

Y, de entre todos estos ámbitos que te configuran como artista, falta todavía uno, que es la parte religiosa. Tienes un ideario religioso, místico, que ha llevado a que se citen entre tus referentes a sor Juana Inés y a santa Teresa de Jesús, y tú misma en la Feria del Libro de Granada referiste a san Ignacio de Loyola al decir que, para ti, lo divino es lo universal. ¿Cómo conviven en tu arte Bad Gyal, Gramsci y santa Teresa?

Primero de todo tengo que hacer una reflexión al respecto. He de decir que Dios ha sido substituido por el capital y que ya no vamos religiosamente y por inercia a la iglesia, sino que, ahora, compulsivamente, vamos a los centros comerciales o compramos por Amazon, parece una obviedad. Una obviedad inofensiva e incluso algo «progre», de primeras. Pero el caso es que el capitalismo lo ha sistematizado todo, lo ha burocratizado absolutamente todo. Hasta la vida, hasta el sentido de la vida. Hasta nuestra existencia. De hecho, la existencia ha sido substituida por las experiencias. Ahora todo es experienciable, lo que conlleva la categorización de las experiencias y, por tanto, su mercantibilidad. Y eso es nefasto. ¿Por qué? Porque esa falta de mística, esa falta de magia, esa falta de fe, pensar que todo es responsabilidad nuestra y que todo recae sobre nuestros hombros y sobre nuestra individualidad, nos impide verdaderamente reflexionar profundamente sobre nuestro ser, sobre nuestro sentido en el mundo y, por tanto, sobre nuestro destino. El individuo no se pregunta ni qué hay más allá de él mismo, ni cuál es su sentido en la vida, ni cuál es el sentido de su existencia. Y esta incapacidad es muy peligrosa, porque si el individuo es incapaz ya de preguntarse por el sentido de su existencia, asumiendo que es una pregunta y una cuestión existencial y, por tanto, espiritual y, por tanto, racional con razón, que no racional sin razón —¿qué hay más razonable que preguntarse sobre uno mismo y su existencia cuando somos seres perecederos?— anula la posibilidad de desarrollar nuestra conciencia de clase y, por tanto, nuestro espíritu crítico y, por tanto, nuestra sensibilidad. Y se nos condena, así, a la alienación. Nos resignamos a una vida de precariedad y miseria porque «nos ha tocado» o porque, simplemente, nos conformamos con poder ir tirando o, a lo mejor, tener trabajos que nos consumen la vida pero con los que podemos irnos de vacaciones de vez en cuando, o salir de fiesta cada finde hasta desfasarnos para evadirnos y no tener que pensar más allá de absolutamente nada. Yo no digo que haya que recuperar una Fe cristiana y mucho menos si el cristianismo se pone al servicio del capitalismo, pero sí que creo que las sociedades occidentales cada vez están más atravesadas por una crisis y una falta de espiritualidad. Yo, personalmente, prefiero estar al servicio y bajo el juicio de Dios que estar al servicio y bajo la condena del capitalismo. No debemos olvidar que nuestra cultura está totalmente impregnada por unos valores cristianos, que algunos son despreciables, pero que otros, en muchas ocasiones, han sido el motor de procesos revolucionarios muy interesantes. Y ahí lo dejo.

Por un lado, creo que el eclecticismo de mis referentes es bastante natural y contemporáneo. Por otro, a mí me gusta defender lo ecléctico ante lo heterogéneo. Me imagino la heterogeneidad como cosas diferentes en un mismo todo, pero que no dialogan siempre auténticamente entre ellas, que no hay relación auténtica entre ellas. En cambio, el eclecticismo se caracteriza precisamente por ese diálogo particular y esa relación genuina entre cosas diferentes entre sí. «Combinación de elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades», algo así dice la RAE. Y es esa combinación del eclecticismo, y no la mezcla de la heterogeneidad, lo que comporta que el diálogo entre las partes diferentes devenga en una totalidad interesante, más bonita y más justa en la totalidad, en lo particular y en lo común. Filosóficamente, el eclecticismo es muy interesante, surge en la antigua Grecia como un enfrentamiento dialéctico y retórico de ideas y conceptos diferentes. ¿Por qué no defender un enfoque conceptual que consista en combinar o intentar armonizar opiniones, teorías, tesis, estilos e ideas derivadas de distintos sistemas filosóficos para crear algo nuevo contra una realidad única o preexistente que, normalmente, es reaccionaria y aburrida? Y, bueno, la connotación femenina de lo ecléctico… Me encanta. Me encanta hacer malabares con los conceptos, pensarlos y crearlos con voluntad artística e intelectual. El eclecticismo permite lo complementario. Y lo complementario y lo accesorio, los complementos como los accesorios, como decía antes, desde una perspectiva radicalmente femenina me interesan y me apasionan. Me permiten imaginar y sacudir lo previsible que siempre es lo normativo. 

Cuando hablas de espíritu, ¿qué significa para ti?

¡Uf! Pues no sabría explicártelo… Yo creo que soy una creyente no consciente, como decía de él mismo Pasolini. No puedo defender el espíritu. No puedo. Simplemente, no puedo. Tampoco creo que sea necesario, que sería banalizarlo. Necesito creer, personalmente y espiritualmente, en algo más allá que no sea la realidad material, si no me volvería loca. Sería guay arrebatarle el idealismo al fascismo y reconciliarlo con el materialismo. Hay que tener en cuenta que yo he tenido una educación profundamente religiosa, pero no por haber ido a un colegio concertado religioso, sino por haberla vivido en casa. Es decir, no he recibido una educación religiosa impuesta o infundada por monjas o curas, sino por mi madre. Y mi madre es la persona más noble que he conocido jamás, y ya está. Yo creo que eso marca la diferencia. Además, me encantan los textos bíblicos. La Biblia me encanta, es una de las obras de la literatura universal más maravillosa que existe, lo contiene absolutamente todo. Tanto lo malo como lo bueno. Tanto el bien como el mal. 

Quien habla contigo en tu corto Limpieza (2020), ¿es tu madre?

Sí.

Pues hace una de las mejores reflexiones del mundo cuando le preguntas qué es la limpieza. Es una respuesta muy poética.

¡Total, sí! Mi madre, como toda mi familia, encarna, todavía, esa humanidad, esa vitalidad, esa espontaneidad del espíritu y de la cultura de las clases populares. Ese sentimiento que no es ideológico, sino humano. Y digo todavía porque la mayoría vivimos vidas totalmente regidas por una moral y una cosmovisión burguesas del mundo. Mi madre, no. Mi madre tiene su propia moral y es una moral universal, justa, verdadera. Bella. Proletaria. Con sus prejuicios, obvio. Pero esos prejuicios se disuelven inmediatamente cuando alguien dialoga con ella y le hace ver y comprender que son eso, prejuicios y que, como tales, no tienen nada que ver con la justicia. La humanidad y la nobleza de mi madre, cristiana a su manera, libre a su manera, me fascinan. Volviendo a Pasolini, en Cartas Luteranas, concretamente en el texto Los jóvenes infelices, decía que «hay una idea conductora sincera o insinceramente común a todos: la idea de que el peor de los males del mundo es la pobreza, y que por tanto la cultura de las clases pobres debe ser substituida por la cultura de las clases dominantes. En otras palabras: nuestra culpa de padres consiste en creer que la historia no es ni puede ser más que la historia burguesa». Y no solo tenía razón, sino que sus intuiciones son más vigentes que nunca.

¿Por qué escribes tus ideas políticas en forma de poesía en lugar de ensayos?

Yo quiero escribir ensayo, novela… quiero escribir de todo. Quiero escribir y dirigir películas… quiero explorar la literatura en todas sus dimensiones plásticas. Y sí, me encantaría escribir un ensayo sobre feminismo o teoría cultural marxista en el que pueda desarrollar precisamente mis tesis sobre la tensión entre la ideología y la belleza en el arte, que me permita pensar y crear una crítica cultural marxista. Es una cuestión bastante urgente. ¿Qué es la crítica cultural? ¿Existe todavía? La mayoría de críticas son descriptivas, acumulan datos. Está claro que debe existir, siempre, un arte para ser contemplado. Y que tenemos que huir del mal llamado «realismo socialista». Pero sin una crítica cultural propia jamás seremos capaces de imaginar de qué se trata eso de una cultura y arte socialistas. Situar las interpretaciones estéticas en una ideología me parece un reto y una necesidad al mismo tiempo. Yo no me escondo: contra el fascismo y el capitalismo, el marxismo es la única ideología que realmente tiene legitimidad y validez hoy en día. Parece muy panfletario, pero eso es porque no se ha leído ni a Marx, ni a Gramsci, ni a Pasolini. Ni se tiene mucha idea de historia. Porque se han perseguido, se han torturado, se han asesinados a los comunistas, y porque se ha estigmatizado su ideología cuando ha sido, al fin, «legal» o aparentemente inofensiva para el sistema. Las respuestas contra el capitalismo ya existen, lo único que se tiene que hacer ahora mismo es instruirse, organizarse y movilizarse para ejecutarlas. Y para ello es imprescindible luchar por la hegemonía cultural de las tesis comunistas en todos los ámbitos de la vida. Y los artistas y los intelectuales somos más imprescindibles que nunca en esa tarea. Quizás, por eso, hay tan pocos hoy en día.

Justamente esa es una de las mayores críticas que recibe el marxismo, ¿no? Que en la teoría funciona, pero que no se ha sabido llevar a la práctica.

No es que el comunismo no se haya sabido llevar a la práctica. Es que, como movimiento revolucionario, la gran mayoría de veces ha sido derrotado. A lo largo del siglo XX, el comunismo siempre ha estado en lucha contra el fascismo y el capitalismo, contra el imperialismo y la globalización, siempre ha luchado contra el poder, contra las clases dominantes que explotan a las clases trabajadoras. Y, obviamente, nos hemos encontrado siempre con todas las dificultades posibles y en condiciones muy difíciles a la hora de desarrollar un proyecto político socialista. Para ello, es inevitable que suceda en un estado de guerra de clases explícito, y ello comporta tener a las clases trabajadoras conscientes y despiertas, en actitud ofensiva y no pasiva. Obviamente en nombre del comunismo surgen proyectos barrocos, pero, joder, no muchos menos que en nombre del capitalismo. El capitalismo ha fallado y falla muchísimo más que el comunismo, ha fracasado muchísimo más en la práctica que el comunismo. Pero el capitalismo es un sistema perverso y terrorífico que sobrevive y se nutre a partir de sus propios fracasos. Y sí, el sistema capitalista se ha instaurado y ha derrotado el comunismo en muchas ocasiones. Pero ¿qué esperamos? ¿Que las oligarquías y las clases dominantes, que son las que tienen el monopolio del poder, no se defiendan?  Ellos sí que saben que se tienen que defender, y lo hacen. En el comunismo, en cambio, luchamos con desventaja. Ya sea porque lo hacemos bajo un sistema capitalista, ya sea porque este adoctrina y/o elimina la conciencia de las clases trabajadoras. Y sin ellas, sin las clases trabajadoras en posición dirigente, estaremos siempre condenados a la derrota. Pero, es muy diferente ser derrotado que fracasar. Ser derrotado implica que se podría ganar. Fracasar implica que tu proyecto político no funciona. El comunismo ha sido derrotado, pero el capitalismo ha fracasado. Es innegable. Es ciencia. Es terriblemente normal que los procesos socialistas que se han intentado llevar a cabo no hayan podido culminar como nos gustaría o nos habría gustado. Lo tienen todo en contra. ¿Quién es más culpable y, por tanto, menos noble, Cuba o Estados Unidos? Esa criminalización del comunismo me parece demagógica, injusta y no realista, es decir, no histórica.

Juana Dolores para Jot Down

Recientemente has estrenado HIT ME IF I’M PRETTY o la princesa moderna en el Festival Grec de Barcelona y proclamas que es un mitin comunista y feminista, con una perspectiva histórica muy clara, porque te has basado en el texto de El príncipe de Maquiavelo y en El príncipe moderno de Gramsci.

Sí, HIT ME IF I’M PRETTY o la princesa moderna es una obra declaradamente feminista. Yo soy muy crítica con las inercias culturales de mercado que han hecho del feminismo un tema, una categoría, puro márquetin. La lucha feminista ha ido perdiendo independencia política a causa de su institucionalización y su fagocitación; ahora mismo, la política parlamentaria siempre va de la mano del capitalismo. Así que para mí fue un reto plantearme cómo hacer una obra de teatro declaradamente feminista —porque creo que toda mi obra será, siempre, inevitablemente e intrínsecamente feminista—, esto es, con un discurso explícitamente feminista, que estuviera alejada de la pornografía de los dramas personales y las propias experiencias. Insisto, el capitalismo es el mejor amigo del patriarcado, o son padre e hijo, o viceversa, no lo sé. Así que, obviamente, mi feminismo está enmarcado en el marxismo. Y es por eso por lo que interpreto una princesa nacional y popular, soberana, que sabe que es sexualizada y deseada, objetualizada, y que utiliza eso en beneficio de la revolución. Una princesa que, siguiendo a Gramsci, representa el Estado moderno. Es decir, un nuevo Estado contra el Estado capital y/o burgués en el que nos encontramos actualmente, un estado moderno fundido con el partido moderno. Que para los comunistas «El Partido» no puede ser de otro modo que comunista. Al final de la pieza, esta princesa —que es también estado y partido político— declara que su emblema es un espejo, un espejo de camerino, de tocador, de actriz. Y que esta actriz está instruida para ser una muñeca explosiva en nombre del estado femenino. Es decir, una actriz que interpreta una princesa nacional y popular, soberana, dispuesta a objetualizarse y sexualizarse al servicio de la lucha de clases. No en un sentido puramente sexual o erótico, sino político, dispuesta, instruida y perfecta para ser un artefacto, un instrumento político.

La feminidad es un arma revolucionaria, de nuevo. La feminización de ese príncipe de Maquiavelo y Gramsci me llevó a proclamar no solo un Estado moderno, sino un Estado femenino —que no feminista—. Y, obviamente, una princesa o un Estado o un partido humillado y violado, traicionado, puede llegar a ser muy violento, por bello que sea, para hacer justicia, para vengarse. Yo sí creo en una venganza de clase, por qué no. Me parece justo y verdadero. Y poético. Y necesario, además [risas]. Así que el «HIT ME IF I’M PRETTY» se vuelve el grito de guerra de esa venganza y ese acto de justicia. «Pégame si soy bonita», pero si me pegas estarás reconociendo, ipso facto, mi poder, que es el poder de la belleza, del erotismo, de la seducción, literalmente al servicio de la revolución. Hay algo de reaccionario y de fascista en el machismo. Me atrevería a decir que el machismo es esencialmente fascista. Eso no implica que la izquierda esté exenta de él. Pero es que hay algo de reaccionario y fascista en esa izquierda, o en ese tío de izquierdas que insulta, que humilla o que viola a una mujer.

Yo quería hacer una obra de teatro temida y amada como El Príncipe de Maquiavelo, violenta y bonita como una revolución. Por eso he feminizado tanto la figura del príncipe como el concepto de revolución.

¿Piensas que te creyeron inofensiva cuando te dieron el premio Amadeu Oller por Bijuteria, o cuando te llevaron a TV3 para presentar el Rèquiem Català, que no creían que fuese real toda la rabia y todo el dolor que muestras ahí?

Yo no creo que los medios de comunicación me crean o no inofensiva conscientemente. Pero está claro que, si me consideraran peligrosa, no me invitarían ni a la tele ni a la radio, no me entrevistarían los medios generalistas. Pero hay una peculiaridad en mí y es que, por mi discurso, la gente quiere leer mis libros, quiere ver mis obras de teatro, quiere saber de mí. Y eso vende. Pero también hay que tener en cuenta que hay gente que, por mis libros y mis obras de teatro, se interesan y prestan atención a mi discurso. Hay una dialéctica entre mi discurso político y mi obra artística. Así que lo mío no es arte, lo mío es propaganda [risas]. De todos modos, no es a mí a quien deberían tener miedo, sino a las clases trabajadoras organizadas. Y creo que la coyuntura política actual favorece su organización y su movilización, aunque sea de modos diferentes, de modos que ni si quiera puedan llegar a imaginar o a prever. Y aunque necesitemos tiempo, te prometo que sí, que nos deberían tener miedo.

A mí, mientras en El País me dejen escribir los artículos que escribo, mientras yo pueda hacer lo que me dé la gana, asumiendo a veces ciertos límites y ciertos malabarismos a los que un artista militante debe hacer frente, me da igual si me creen inofensiva. En enero ya me censuró VOX HIT ME IF I’M PRETTY o la princesa moderna en el Festival Escena Abierta de Burgos, ya he tenido que rechazar trabajos o intervenciones porque consideraba que no tendría la libertad suficiente ni para hacer mi trabajo ni para que este vaya dirigido a quien va dirigido. Porque, desde luego, mi obra no va dirigida ni a las oligarquías ni a los medios de comunicación. Yo quiero ser hegemónica, no mainstream.

En El País te estrenaste hablando del Satisfyer, de hecho.

¡Sí! Muy guay ese artículo. No me gustan todos los artículos que publico en El País, pero ese sí, especialmente. ¡Y fue el primero! Me ha costado pillarle el gusto y el truco a escribir en columnas, pero poco a poco voy aprendiendo. Umbral también escribía en El País. Y Pasolini en El Corriere della Sera. Me gustaría imitarlos y seguir sus pasos en ese sentido. Además, que escribir en medios generalistas me da la posibilidad de interpelar y crear nuevos públicos y nuevas sensibilidades. Quizás soy inofensiva, pero no soy ingenua. Articular políticamente mi presencia tanto en el poder cultural como en el poder mediático es un reto y un deber. A veces, aunque me desquicie por momentos, me parece incluso divertido, por paradójico. Porque… Juana Dolores somos todos, no solo soy yo.

Juana Dolores para Jot Down



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Poemas románticos

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Todo aquel que haya crecido obsesionado con la música y haya llegado en algún punto a apreciar la bella vulnerabilidad sonora que resplandece en las reverberancias, ensordecedoras, del shoegaze, ha caído víctima del aura de nostálgica juventud que carga Rachel Goswell, la vocalista, guitarrista y tecladista de Slowdive.

Su voz, susurrante, es sinónimo de uno de los géneros musicales más románticos que hayan existido. Congelada en el tiempo, las imágenes, los vídeos musicales y las pocas grabaciones que se conservaron de los shows noventeros de Slowdive nos la mostraban, siempre vestida de negro y con la mirada, fija en el suelo. Tímida juventud, eran unos adolescentes cuando inició el proyecto… y también lo fueron cuando terminó.

Sus canciones, melancólicas melodías de bases congeladoras, incertidumbre adolescente, pero con arreglos cálidos que irrumpen con la violencia de la fuerza del Sol. Las piezas de Rachel siempre han sido un abrazo para la juventud sensibilizada.

Durante décadas, tras el resurgir del interés por la banda que hablaba a la juventud porque hablaba desde la juventud, su figura se mantuvo intacta en nuestra cabeza, como si se tratara de un cuento de hadas. El tipo de chica que te escribiría poemas y que verías a lo lejos, caminando hacia los suburbios, mientras ambos salen de sus clases de secundaria. Los susurros de la banda, el tiempo no pasa.

“Justo antes de Glastonbury, mi hijo me miró de arriba abajo y me dijo -no estoy acostumbrado a verte así. Esto es bastante extraño-“, me señaló la misma Rachel en una videollamada vía ZOOM, una mujer sentada frente a la ventana, llena de verde, de vida, al otro lado del cristal. Ella es risueña y habla con pasión de aquellos días, pero también del presente éxito de la banda. Sus ojos se iluminan cuando describe el redescubrimiento del proyecto y lo bien recibidos que han sido desde su regreso.

Hoy, Slowdive ya no habla de amores románticos, ni de ensoñadores paseos a los lados de los ríos, riendo en compañía de amigos. Hoy, más de veinticinco años después de su separación, se han reunido para hablar sobre el paso del tiempo y desarrollar su visión de la muerte en everything is alive (2023), su quinto álbum de estudio.

Sin embargo, algo se mantiene vivo dentro del espíritu de la banda, algo que se percibe y que solamente se puede describir como juvenil. En su momento, Neil Halstead describió que la banda seguía conectando con las adolescencias porque la banda se desarrolló cuando eran unos adolescentes. Hoy, esta hipótesis queda echa añicos al ver que su principal público de sus nuevos álbumes siguen siendo las juventudes.

“Tal vez no sea solo una sensación de adolescencia, tal vez sea solo una sensación de Slowdive. Quiero decir, esa es la única forma”, dice Rachel, agregando que vio hace poco a un niño de 14 años en la primer fila de su concierto en Auckland. “Luego miras los conciertos y predominantemente son adolescentes y eso solo me recuerda a mí a esa edad cuando solía ir a shows y estar justo en la primera fila junto con Neil, en Londres”, agrega con nostalgia, accediendo a memorias que compartió junto a su compañero de banda.

Ellos, cómo toda gran historia de conexión y amor juvenil, se conocieron cuando eran apenas unos niños. Literalmente -the girl next door-, ambos pasearon por los parques, fueron a la escuela juntos y luego al instituto, formaron una banda e incluso se enamoraron durante algún tiempo. Cosas de la juventud.

“Cuando The Velvet Underground se reformó, tenían alrededor de 40 años, una edad similar a la nuestra cuando nos reformamos, y es un poco extraño pensarlo, ¿sabes?”, afirmó cuando le dije que es increíble que hoy en día Slowdive es mucho más popular que nunca. Su mito, tras su ausencia, se acrecentó a tales niveles que hoy juntan millones de reproducciones en Spotify, son dignos de presentarse en el escenario principal del Festival de Glastonbury y acaban de obtener su primer álbum Top 10 en el Reino Unido, pues everything is alive (2023) debutó en el sexto sitio.

Es un brinco extraordinario para una agrupación que no logró un solo Top 100, ni tocar en un festival, cuando lanzó sus álbumes clásicos, mismos que fueron vapuleandos por la crítica e ignorados por el gran público. No llegaron a probar ni un poco de las mieles del reconocimiento que se venía.

Hoy, son una de las bandas más influyentes del mundo y su presencia sonora y estética se ve tanto en Reino Unido, cómo en Estados Unidos, e incluso dentro de la industria independiente de México. En específico, la imagen de Rachel Goswell ha sido imitada en incontables proyectos de Dreampop, Shoegaze y Grunge del mundo. Seductora, su mirada sigue imprimiendo algo relevante al mundo onírico de la banda.

Poco antes de su presentación en Glastonbury, su hijo “insistió en ver el concierto a través de un teléfono. Es sordo y tiene necesidades adicionales. Así que es bastante extraño. Lo vio a través de la cámara del teléfono”.

Era imposible no verla. Ahí arriba, sobre el escenario, Rachel cargó con el mismo misticismo que se mantuvo impreso en cada una de sus fotografías de cuando Slowdive era una pequeña banda de pop experimental.

Esos retratos que se convirtieron después en imágenes de culto viven en ella, como si fuera Dorian Gray, mientras sigue destilando su particular aura de perfección juvenil junto a sus compañeros de grupo, tocando esta música nostálgica y ensordecedora al mismo tiempo que roba suspiros. ¿Será aquella aura una de las razones por las cuales miles de adolescentes luchan por estar en la primer fila de un concierto de Slowdive, esperando recibir una pequeña mirada de Rachel?

Ser la rockstar favorita de tu hijo

Hola, Rachel, ¿estás emocionada por este nuevo álbum, el primero en seis años? Casi se siente como si fuera como un segundo regreso, ¿verdad?

Sí, es un poco así, ¿verdad? Es gracioso porque realmente no se siente como seis años, pero obviamente ha sucedido mucho en ese tiempo. Va a ser bueno compartir lo que ha sucedido en los últimos seis años

Bueno este año  ya ha sido muy bueno hasta ahora. Acabamos de regresar de Australia y hemos hecho algunos festivales. Así que ha sido agradable volver a tocar de nuevo.

¿Y cómo te sientes hacerca de este próximo álbum? ¿Estás emocionada de compartirlo finalmente?

Sí, definitivamente, definitivamente. No puedo creer que finalmente esté saliendo. Estoy emocionada de que la gente lo escuche. Ni siquiera falta mucho tiempo, ¿verdad?

Faltan unas dos semanas.

Algo así. Sí. Todo se volvió un poco loco, ocupado después, ya sabes, del anuncio de este álbum. Públicamente, de todos modos, durante los últimos años, ahora simplemente se está volviendo un poco loco.

Bueno, para preparar esta entrevista, vi el documental de Pitchfork y allí, me sorprendió bastante cuando Neil dijo que Slowdive conecta con los adolescentes porque ustedes eran adolescentes en ese momento, y transmiten una especie de sensación y una especie de atmósfera que era importante para que los jóvenes la tuvieran. Me preguntaba, bueno, para mí, el álbum homónimo entrega el mismo tipo de sentimientos, como la misma especie de atmósfera de una manera diferente, pero el tono emocional principal está ahí.

Y quiero preguntarte, bueno, él justificó que podían crear esa sensación porque eran adolescentes en ese momento. Pero cuando regresaron, eran adultos, así que quiero saber cómo lograron obtener esa sensación para transmitir esta emoción de adolescente, esa especie de juventud.

No sé, en realidad, creo. Tal vez no sea solo una sensación de adolescente, tal vez sea solo una sensación de Slowdive. Quiero decir, esa es la única forma. ¿Cómo más lo cuantificas?

Pero ciertamente no nos gusta proponernos hacer algo específico cuando hacemos música. Sabes, es simplemente la sensación de la banda y supongo que la forma en que siempre hemos sido, y eso ha sido muy evidente este año en los shows, que todavía tenemos a muchos jóvenes que vienen a vernos tocar, muy jóvenes.

En Auckland, creo que había un niño de 12 años frente a mí y a Christian, lo cual fue sorprendente. Nunca he visto a nadie más que a nuestros propios hijos a esa edad. Así que es bastante extraño. Pero luego miras la primera fila y predominantemente son adolescentes y eso solo me recuerda a mí a esa edad cuando solía ir a conciertos y estar justo en la primera fila. Nick y yo solíamos ir a muchos conciertos juntos en Londres. Y está bien, pero luego, ya sabes, obviamente también hay adultos allí. Así que es muy intergeneracional.

Simplemente no podría decirte por qué todavía es así con las nuevas cosas, pero obviamente está conectando con los jóvenes y eso es bueno.

Tengo esta creencia de que hablar con un adolescente o con jóvenes es más importante porque están más abiertos a aprender sobre experiencias, ¿verdad? Así que causas una impresión más grande en ellos que en un adulto.

Supongo que tiene sentido. Sí, supongo que es un poco extraño. No sé. Pienso en cuando era adolescente, estoy pensando en las bandas que amaba. Y no creo que hubiera ninguna banda mayor que yo.

Digo, fue como The Velvet Underground. Creo que estábamos discutiendo esto el otro día: Cuando The Velvet Underground se reformó, tenían alrededor de 40 años, una edad similar a la nuestra cuando nos reformamos, y es un poco extraño pensarlo, ¿sabes?

No sé en qué año se reformaron, obviamente, cuando éramos mucho más jóvenes, ellos eran una banda que escuchábamos y había sido una parte de nuestra influencia original, supongo, cuando comenzamos a hacer música juntos.

Sí, es como pensar en… Es como que ahora miro cosas en línea de mujeres que tienen 20 años más que yo, que están en sus 70 u 80 años. Y supongo que lo maravilloso de lugares como Instagram es que algunas de esas mujeres están allí y que no son tu típica mujer de 70 u 80 años, lo que te imaginas que te convertirás en esa edad con tus cabellos teñidos de azul y tus horribles ropas de abuela. Pero hay mujeres mayores, inadaptadas o tatuadas que siguen siendo extrañas.

He visto fotografías de la década de 1930 de un grupo de mujeres. Quiero decir, parece que podrían haber estado en la era del grunge de los años 90. Y es extraño a medida que envejeces, cuando te vuelves más consciente de muchas cosas de las que no lo eres cuando eres joven, creo, o en mi experiencia, pero digo que tal vez la generación más joven ahora está mirando a las bandas de nuestra edad y las ve de manera bastante diferente.

Sí, recuerdo bien que cuando era adolescente, Slowdive fue una de las influencias más grandes en los circuitos musicales en los que participaba. Había muchas bandas mexicanas de shoegaze y grunge en ese momento que eran muy populares. Así que, para mí, fue como, sí, es interesante porque también es una conexión con mis años de adolescente, pero no soy de tu generación.

Sí, me entrevistaron el otro día y estábamos hablando de esto, y estábamos hablando de Nick Cave. Y él decía que sus conciertos ahora tienen a muchas personas más jóvenes también. Y creo que es un muy buen ejemplo de un artista que realmente retribuye a sus fanáticos, como The Red Hand File.

Sí, eso hace. Quiero decir, me suscribí a eso cuando él comenzó a hacerlos y son fantásticos. Y realmente ofrece como un salvavidas a muchas personas más jóvenes y comparte sus experiencias y su sabiduría y sus pensamientos sobre dónde está en su vida ahora. Quiero decir, lo encuentro bastante fascinante.

Podrías hacer eso.

Oh, no sé. No soy Nick Cave. Creo que él y Dave Grohl, específicamente, son esos dos artistas, las dos personas que realmente dan mucho a sus fanáticos. De una manera que, quiero decir, tal vez haya otros artistas que lo hagan, pero son los que más noto, de todas formas, la forma en que interactúan con sus fanáticos, creo que es realmente bastante especial.

No sé si sería bueno en eso. No soy tan filosófica como Nick Cave, no creo. Pero no sé. Probablemente no sería tan bueno.

¿Le escribiste a través de los Red Files?

No, sigo pensando en escribirle porque sé que he oído que no le gusta, no entiende la música shoegaze. No le gusta.

Y tampoco le gustan los sombreros, piensa, ya sabes, que los sombreros son algo inútil. Así que alguien ya le ha escrito, y a mí me gustan los sombreros y cosas así, y creo que él es un muy buen escritor. Y alguien ya le hizo la pregunta, ¿por qué no te gustan los sombreros? Y él respondió a esa pregunta.

Estoy muy tentado de escribirle y simplemente decirle, ¿por qué no te gusta el shoegaze? Quiero decir, en el gran esquema de las cosas, considerando las preguntas que le hacen y que él responde, quiero decir, eso es realmente una baja prioridad, obviamente.

Pero estaría fascinado de escuchar su respuesta porque tengo una amiga que es sombrerera. Ella hace sombreros y es una gran fan de Nick Cave, y estábamos lamentándonos después de que envió este correo electrónico hace aproximadamente un año, creo. Diciendo, -oh, Dios mío, no le gustan los sombreros y no le gusta el shoegaze-. Pero de todos modos lo amamos. No importa.

Es imposible no quererlo.

Lo sé, lo sé. Él es una de esas joyas genuinas de la vida, creo. Realmente se preocupa por las personas y la humanidad, y eso es algo hermoso, pienso, en cualquier persona.

Bueno, ahora que estamos hablando de shoegaze, siempre tengo esta confusión acerca de los géneros. Porque creo que uno de los más confusos que jamás haya existido es el dream pop. No sé cómo describir cuál es la diferencia entre shoegaze y dream pop.

No lo sé. No lo sé. También he estado haciendo esta pregunta a las personas porque no sé la respuesta. No puedo ayudarte. No lo sé. He preguntado a algunos entrevistadores esto y, como, ¿cuál es la diferencia?

Porque a veces veo, obviamente tenemos la etiqueta de shoegaze, pero a veces veo que se refieren al dream pop en cosas sobre nosotros. Y luego me confundo mucho. Me pregunto, ¿cuál es la diferencia entre los dos? No lo sé. Pregúntale a Neil. Él tampoco lo sabrá.

Así que sería gracioso porque supongo que todo el mundo tiene esa pregunta en mente, ¿verdad? Es como un género que no debería existir, como el dream pop. Solo di shoegaze y ya está.

Bueno, sí, quiero decir, debe haber alguna especie de diferencia. Pero no sé cuál es. ¿Es que las, no sé, ¿son las voces más altas en el dream pop? ¿Es más pop?

La gente dice que es más pop, pero no sé. Sí, para mí, es como que hay canciones pop en Slowdive.

Sí, sí, sí. Quiero decir, creo que generalmente siempre tenemos las canciones pop más pegajosas que Slowdive puede tener. Siempre hay una o dos por disco que encajan en esa categoría.

Cuando escribes esas canciones, las más populares, ¿lo hacen conscientemente o simplemente surgen tal como son?

Tendrías que hacerle esa pregunta a Neil porque él escribe las canciones. Pero creo que siempre hay un elemento pop en Neil en algún momento, ya sabes, y canciones como ‘Alison’, ‘When the Sun Hits’, ‘Star Roving’, ‘Sugar for the Pale’ o ‘kisses’ en este disco y ‘alife’ también.

Esas son, ya sabes, cuando estás grabando, siempre hay un punto en el que, ya sabes, ciertas canciones serán las que vayan a la radio o sean los sencillos, aunque eso no existe tanto en estos días. Pero siempre hay pistas obvias que encajan en eso y creo que él escribe, ya sabes, canciones pop bastante buenas. Sí, melodías bastante buenas.

Cuando regresaron como Slowdive y crearon un álbum, en mi opinión, muy clásico de Slowdive. Y bueno, mencionaste hace un rato que quizás era ese sentimiento que está en la banda, ¿verdad  Pero también he escuchado muchos discos de Mojave 3 y son muy diferentes a Slowdive en cuanto al enoque instrumental y hasta estructural. Así que quiero saber, cuando grabaron el álbum homónimo, ¿tenían en mente hacer un disco del tipo Slowdive?

Porque lo es. Sí, no creo que con ninguno de estos discos haya habido mucha presión de que “debe sonar como Slowdive”. De hecho, creo que con el primer álbum con el que regresamos, fue muy, sabes, no teníamos ninguna presión para hacer un nuevo disco.

Solo la presión que tal vez nos impusimos. Pero realmente, en ese momento, fue bueno, estoy alimentando a mi hijo aquí mientras hablo. Fue muy en plan, entremos en un estudio y veamos qué sucede y, si nos gusta, lo publicaremos; y si no, no diremos más al respecto. Sabes, obviamente, disfrutamos del proceso y ese disco salió.

Pero, sabes, creo que por defecto, cuando juntas a los cinco en una habitación, siempre sonará hasta cierto punto como Slowdive. Quiero decir, ¿cómo no podría ser así? Eso es lo que sucede cuando somos los cinco.

Este disco es un poco diferente, obviamente, con los elementos más electrónicos. Estas canciones nacieron de muchas demos que Neil había escrito cuando pensaba en hacer un disco en solitario. No sé si lo ha terminado ahora, pero quiero decir, obviamente, llegamos al punto de que deberíamos hacer otro disco y fueron estas canciones las que nos presentó.

Creo que había alrededor de unas 30 pistas diferentes, algunas más desarrolladas que otras, y las redujimos a unas 14 con las que estábamos trabajando, para luego reducirlo aún más a las ocho que están en el disco. Así que, ya sabes, es un proceso bastante lento. Y él estuvo trabajando en estas canciones probablemente durante un año antes de que escucháramos algo.

Recuerdo que al principio, la primera canción que escuchamos fue ‘shanty’, que obviamente es muy diferente con el arpeggiator y la electrónica, y Nick en nuestra banda es muy tradicional en la música que le gusta. Siempre bromeamos diciendo que la única banda que realmente ama es The Cure. Le gustan otras bandas, pero es, ya sabes, no es realmente fan de la música electrónica o cosas más experimentales, mientras que Neil obviamente sí lo es, Simon lo es, obviamente. Simon hace muchas cosas diferentes. Christian también hace muchas cosas diferentes.

Pero recuerdo que con la música electrónica, Nick decía más o menos que no suena a Slowdive, y recuerdo que Neil decía que no tenía que sonar como Slowdive, solo tenía que ser buena. Y tiene razón, ya sabes, no hubo como esa presión. Si acaso, tal vez Neil pudo haberse resistido un poco por eso. Pero quiero decir, es claramente un disco de Slowdive.

Sí, creo que sí. Pero también tiene elementos diferentes. Así que tiene algunas cositas diferentes.

Es interesante porque he leído comentarios sobre esa canción en particular, y la comparan exactamente con dos cosas que dijiste aquí. Algunos la comparan un poco con la era de Pornography de The Cure debido a la guitarra.

Sí, definitivamente fue un punto de referencia. Sí, es un gran disco.

Sí, es genial. En mi opinión, el mejor disco de The Cure.

Excepto por Disintegration.

Disintegration también es genial. Para mí, están al mismo nivel, pero me gusta más Pornography. Creo que es más obscuro de alguna manera.

Sí, sí. Definitivamente es un álbum más intenso. Mucho más oscuro que Pornography.

Sí. Bueno, el otro ejemplo al que la gente compara esta canción es Pygmalion, ¿verdad? Que es como un álbum electrónico y también suena a Slowdive.

Sí, creo que es una mezcla de todas esas cosas. Es curioso, he visto la referencia a Pygmalion bastante seguido. Y obviamente, debido a los elementos electrónicos en el álbum.

Slowdive definitivamente funciona como una democracia en todo lo que hacemos. Es decir, lo que sucede es lo que decide la mayoría. Básicamente, eso incluye qué mezclas terminan en el álbum.

Las canciones que terminan en el álbum, lo que elegimos tocar en vivo. Cada decisión relacionada con Slowdive se toma por mayoría. A veces, los cinco estamos de acuerdo. Y eso es genial. Pero todos somos personas muy diferentes. Entonces, muchas veces puede que solo tres estemos de acuerdo y los otros dos sean un poco como yo.

Simplemente lo tomas con calma y sigues adelante. Y creo que si Neil hubiera tenido control total sobre este álbum, habría sido mucho más electrónico de lo que es.

Eso es lo que sucede cuando grabas Pygmalion, ¿verdad? Que fue casi como un álbum de Neil de alguna manera.

Sí, más entonces, porque en ese momento, la banda estaba bastante fracturada. Sabes, Simon ya se había ido. Nick y Christian simplemente no estaban interesados y no les gustaba lo que Neil estaba haciendo.

Ironicamente, ahora Simon dice que ese es su álbum favorito de Slowdive y no está en él. Y se fue porque pensaba que lo estaban reemplazando por una máquina de batería.

Pero yo estaba bastante neutral. Estuve en el estudio durante la mayor parte de la grabación de ese álbum. Sabes, y creo que, probablemente, por eso Neil y yo seguimos con Mojave 3. Todavía había ese deseo de hacer música, sin importar cuán difícil se volviera.

Quiero decir, para Pygmalion, no teníamos dinero. A nadie en la discográfica le caíamos bien y nadie quería vernos en vivo. Simplemente seguí adelante con ello. Y no culpo a Nick y Christian por no querer hacerlo más, porque ya no era divertido en ese momento. Fue bastante oscuro y difícil en ciertos momentos.

Slowdive es muy diferente. Somos muy diferentes ahora. Han pasado treinta años y es simplemente diferente. Nos llevamos mucho mejor. Obviamente, ahora la banda es bastante exitosa y podemos salir y hacer shows. Es muy diferente a como era en ese entonces, de una manera buena. 

Y ahora, ya sabes, el próximo año serán… diez años desde que volvimos y ya estamos juntos más tiempo de lo que estuvimos originalmente. Y lo disfrutamos, así que seguimos haciéndolo mientras lo disfrutamos y tenemos salud.

Eso es genial. Ahora que estábamos hablando de la conexión con los adolescentes, la conexión con la juventud, quiero saber qué piensan tus hijos sobre tu música.

Bueno, mi hijo es sordo, así que no puede escuchar nuestra música en absoluto. No tiene audición. Así que no podría decirte qué piensa al respecto. Ha estado en dos conciertos y obviamente puede sentir las vibraciones de la música. No se ha ido corriendo en esos conciertos. Se quedó allí y lo miró y luego fue detrás del escenario.

Más recientemente, justo antes de Glastonbury, me estaba mirando de arriba abajo y decía: “No estoy acostumbrado a verte así. Esto es bastante extraño”. E insistió en ver el concierto a través de un teléfono. Es sordo y tiene necesidades adicionales. Así que es bastante extraño. Lo vio a través de la cámara del teléfono.

No sé qué piensan los hijos de los otros miembros de la banda. No sé si les gusta especialmente Slowdive. Sabes, algunos de ellos están en esa edad en la que están empezando a venir a los conciertos.

Creo que Christian, uno de sus, quiero decir, los niños son obviamente mucho más conscientes ahora de lo que hacen sus padres. Dicen: “Vale, lo entienden” y lo ven en, no sé, TikTok o lo que sea, ven cosas de Slowdive. Y dicen: “Voy a ver esto”. Y algunos de sus amigos de la escuela les gusta Slowdive.

Pero Christian dijo que fue a recoger, creo, a su hijo hace poco. Y había otro niño de su año que decía: “He oído la banda de tu papá y son una mierda”. Y él decía: “No sé”. Y había otro niño de su año que decía: “He oído la banda de tu papá y son una mierda”. 

Así que es bastante divertido. Quiero decir, supongo que tienen que lidiar con las consecuencias de lo que hacen sus padres. Así que, sí, algunos vienen a los conciertos y realmente lo disfrutan. Y a algunos les gusta. Supongo que a algunos no les importa.

Debe ser una cosa extraña. Debe ser extraño para los niños ver a sus padres haciendo eso, ¿sabes?

Sí, es cierto. Es extraño. No podía creerlo. Sí. Tener una posición así. Y tal vez más tarde, tener amigos que usan la camiseta de la banda de tu papá o algo así sería un poco extraño.

Y también es divertido cuando las canciones de Slowdive aparecen en videojuegos o cosas así. Luego hubo algo, no recuerdo qué era, algo como de adolescentes en Netflix.

Eso ha estado pasando recientemente. Obviamente, no lo he visto porque no está dirigido a mí. Pero ‘Don’t Know Why’ es la última canción que suena en el último episodio de la serie, como la gran escena final. Y la hija de Nick estaba como toda emocionada, al igual que todas sus amigas. Tiene 12 años.

Así que eso. Y creo que eso es bastante divertido. Así que solo vivo a través de los hijos del resto de la banda. Y escucho lo que dicen. Es divertido.

Sí, es divertido. Sí. Bueno, tengo una pregunta, comenzaste a reaprender tus canciones cuando ocurrió esta reunión en el Primavera Sound a través de videos de YouTube. Y quiero saber, ¿qué has aprendido de tus canciones, de tu propio espectáculo a lo largo de estos años, desde que las volviste a aprender hasta el presente, que te haya hecho quizás cambiar un poco tu enfoque en dar conciertos?

Creo que somos mucho más seguros ahora que cuando regresamos originalmente. Y obviamente, estamos acostumbrados a tocar para mucha más gente, lo que definitivamente no estábamos cuando volvimos por primera vez.

Personalmente, para mí, estoy donde no estaría cuando tenía 20 años haciendo conciertos. Ahora soy muy consciente de que las personas han pagado dinero para venir a vernos y quieren presenciar un buen concierto, por eso es realmente importante que tengamos un buen espectáculo, que hagamos lo mejor cuando tocamos en vivo, realmente.

Y la diferencia ahora es que tengo monitores in-ear, así que puedo escucharme adecuadamente. Mientras que en ese entonces, definitivamente no podía. Sabes, siempre era una lucha por encima de las guitarras y baterías. Eso también es muy diferente. Creo que somos un poco más concienzudos.

Digo. Hasta ahora, nunca hemos utilizado pistas de respaldo, así que siempre somos una banda en vivo cuando tocamos. Y siempre habrá en algún momento algún elemento de desorganización. Alguien hará algo mal. Entonces, siempre hay ese elemento de que no sabes exactamente cómo va a ir realmente.

Dependes de que todos puedan escucharse adecuadamente. Y en realidad, el resto de la banda está a punto de usar monitores in-ear. He estado tratando de que los usen durante los últimos años. Estaba diciendo que para mí fue un cambio de vida en términos de hacer shows en vivo. Tengo mi propia mezcla, mientras que, sabes, definitivamente hay momentos en los que los demás luchan con X, Y, Z en cada concierto. Y ahora que todos han tenido sus moldes hechos, solo estamos esperando.

Así que la gira por Estados Unidos que comenzamos en septiembre será la primera vez que todos estén usando monitores in-ear. Así que eso será interesante. Será mucho más silencioso en el escenario como resultado, creo. Lo cual solo puede ser algo bueno, probablemente.

Sé que Slowdive fue muy maltratado por la prensa del Reino Unido en los años 90. Pero ahora que han llegado a ser un acto musical muy respetado, aclamado e incluso influyente, ¿tienes otros sentimientos acerca de la prensa?

No, quiero decir, realmente no tengo ninguno. Quiero decir, todo lo que pasó en ese momento fue solo un pequeño grupo de periodistas en el Reino Unido que no nos gustaba, pero tenían una enorme cantidad de poder. Una cantidad enorme de poder, obviamente, porque no había internet y cosas así, y ahora es muy diferente.

Realmente no tengo una opinión en ningún sentido. Quiero decir, ya sabes, lo maravilloso es que ahora todos pueden formar su propia opinión sobre cualquier banda simplemente buscándola en la plataforma que prefieran y eso es genial. No dependes de la opinión de una sola persona.

Ahora puedes experimentar más, ¿verdad? Ahora que puedes tener toda la música en tu computadora o en tu teléfono celular, no necesitas depender de eso.

Sí, es mejor. Exactamente. Es mucho mejor. Quiero decir, cuando yo estaba creciendo, obviamente no había internet. Leía las revistas de música, Melody Maker, NME, Stounds. Las compraba todas las semanas y las leía de principio a fin y decidía qué bandas iba a comprar en función de las críticas en esos periódicos.

Realmente tenían influencia y realmente dictaban las modas musicales en el Reino Unido. Así que es completamente diferente. Creo que, ya sabes, Internet es una bendición y una maldición por razones obvias.

Pero creo que en lo que respecta a nuestra música, ha sido una bendición. Sí. Bueno, aquí estamos, tres décadas después, hablando de esos primeros discos y a punto de lanzar uno nuevo.

Entonces, ya sabes, gracias. Gracias a todos los que nos han escuchado y descubierto y siguen escuchándonos. Bueno, sabes, no estaríamos aquí sin todos los demás, en realidad.

Estoy muy emocionado por escuchar tu nuevo álbum. Realmente me encantó el último, creo que es uno de los mejores regresos de la historia.

Aww muchas gracias. ¿Y aún no has escuchado este?

No, no lo he escuchado.

Pensé que te lo habrían dejado escuchar. Bueno, deberías preguntarles. Deberías pedirlo tontito. Deberías escucharlo si estás haciendo una entrevista.

Veremos. Bueno, muchas gracias, Rachel.

Gracias. Cuídate.



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Poemas románticos

¿Cuáles son los signos del zodiaco más detallistas?

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En el mundo de la astrología, cada signo zodiacal posee características únicas que los distinguen entre sí. Por siglos, los astrólogos han estudiado la relación entre los astros y las personas, buscando entender por qué existen diferencias tan marcadas en las personalidades y descubriendo los atributos y hechos relacionados con el amor, las finanzas, el empleo y la salud.

¿Cuáles son los signos del zodiaco más detallistas?

Entre las inquietudes más comunes sobre los signos zodiacales se encuentra la curiosidad por saber cuáles son los más inteligentes, bellos, trabajadores o vengativos. Durante décadas, los astrólogos han debatido sobre este tema, ya que, aunque cada signo tiene personalidades complementarias, algunas destacan por cualidades específicas.

La importancia de los detalles no pasa desapercibida para algunas personas, ya que consideran que son una muestra genuina del afecto recibido. Para los astrólogos, los detalles están relacionados con el romanticismo que puede preservar un signo, y han identificado cinco entidades zodiacales que destacan en este sentido debido a sus cualidades románticas y observadoras.

Estos son los signos del zodiaco más detallistas

El primer signo es Aries, un signo de fuego que destaca por su pasión. Cuando este signo se enamora, hace todo lo posible para complacer a su pareja en todos los aspectos, incluyendo los detalles. Los regalos son una de las formas en que Aries llega al corazón de quien le gusta, y esta costumbre continúa incluso cuando la relación se formaliza.

Las personas nacidas bajo el signo de Tauro son conocidas por ser seductoras y esforzarse en asuntos amorosos. Constantemente buscan sorprender a su pareja a través de detalles. Con su capacidad de observación, Tauro nunca se decepcionará con un mal regalo y hará todo lo posible para satisfacer los deseos de su ser querido.

Por otro lado, Libra es el signo que destaca por su corazón generoso. Para estos individuos, dar un detalle a su pareja no es visto como un gasto, sino como una forma de fortalecer la relación y demostrar amor. Suelen ser románticos y los regalos que eligen, como cartas escritas a mano o detalles artesanales, tienen un significado profundo.

Los regidos por el signo de Sagitario son detallistas y observadores. Los regalos que brindan a sus parejas tienen un significado especial que fortalece la relación. La complacencia es otra de sus características, especialmente con aquellos a quienes aman, lo que los convierte en un signo ideal para personas que necesitan demostraciones constantes de amor.

Finalmente, Géminis busca la felicidad constante de su pareja y recurre a los detalles, desde poemas hasta viajes, para lograrlo. Para ellos, la felicidad de su ser amado es primordial, y los detalles son una herramienta para generar esta emoción.



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Hasta siempre, maestra Yolanda Tellería | Mosaico CSI

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La estimada maestra de generaciones Yolanda Tellería, falleció a los 90 años, este jueves 28 de septiembre, en la ciudad de Matagalpa. Deja huellas profundas en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de conocerla y ser educados por su incansable labor docente.

Nacida el 26 de abril de 1933 en la misma ciudad, la maestra Tellería dedicó su vida a la enseñanza y dejó una huella imborrable en la educación de innumerables jóvenes a lo largo de décadas. Su pasión por transmitir conocimientos y su inquebrantable compromiso con el desarrollo de sus alumnos la convirtieron en una figura emblemática en el ámbito educativo, siendo múltiples veces galardonada por su labor.

En el libro Matagalpa y sus gentes (1997), el historiador matagalpino, Eddy Kühl Aráuz, recoge datos biográficos de la maestra Yolanda Tellería.

YOLANDA TELLERÍA, INTELECTUAL PROFESORA. (Del libro “Matagalpa y sus gentes”, por E. Kuhl, 1997):

Yolanda Tellería y expresidenta Violeta Barrios
La maestra Yolanda Tellería y la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, en 1993. Maestra Yolanda Tellería. © MOSAICO CSI | Foto de Eddy Kühl

(Visita de la presidenta Violeta Barrios al INEP de Matagalpa en 1993)

En julio de 1999, la Asamblea Nacional otorgó un reconocimiento a la licenciada Yolanda Tellería por haber completado 40 años de labor docente. Esta conocida profesora y oradora nació en Matagalpa el 26 de abril de 1933, sus padres fueron Salvador Tellería Ortega, originario de León, quien vino a vivir a Matagalpa en 1915, insigne liberal de principios, cuya rectitud ciudadana fue ejemplo de generaciones, su madre Amada Mairena Reyes, de Matagalpa, hija de Teresa Reyes, quien era prima hermana del célebre sacerdote Eudoro Reyes Baldizón.

Hizo sus estudios primarios en el colegio Santa Teresita de la profesora Lucila Aráuz frente al parque Morazán.

Yolanda Tellería y palillón Arturo Vargas
La maestra Yolanda Tellería en un desfile escolar con el palillón del INEP, Arturo Vargas. © MOSAICO CSI | Cortesía

Se bachilleró en el Instituto Nacional del Norte en su V promoción en 1951. Sus compañeros de graduación fueron César Avilés Haslam, Luisa Emilia Rodezno, Miriam Ramírez, José Luis Padilla Altamirano, Leonardo Amador Jiménez, Saúl Kraudy Salgado y Edgard Cuadra Somarriba.

Realizó los cursos de profesionalización en la Escuela de ciencias de la Educación UNAN-Managua, en los años sesenta. Por gestiones del profesor Douglas Stuart comenzó a trabajar en el INEP.

Yolanda siempre alentó a sus alumnos a superarse en todos los campos, por ejemplo, recuerda a Erick Blandón Guevara, quien siempre gustó de la literatura y ha sobresalido nacionalmente en este ramo, escribiendo y editando; Donald Casco, quien ha sobresalido en pintura, y otros más.

Sus hijos son:

Ronald López Tellería, quien prestó servicios a la Fuerza Aérea de Estados Unidos, casado con una norteamericana. Vive en Maryland.

Adilia López Tellería, vive en Miami.

Ivette López Tellería, bibliotecaria del INEP.

Logros

En 1972 recibe la licenciatura en Ciencias de la Educación con especialidad en Español. En 1990 fue nombrada directora del INEP.

En 1994 obtuvo el segundo lugar como mejor directora de colegio y en 1995 como directora a nivel nacional. El Club Rotario la nombró socia honoraria en 1994. El Instituto Nacional Eliseo Picado bajo su dirección ganó el concurso a nivel nacional.

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Yolanda ha escrito poemas románticos y sentimentales, también muchos ensayos y discursos que la han distinguido como brillante oradora. Ha desarrollado actividades culturales voluntarias para Matagalpa.

Recuerda que entre las primeras mujeres que se graduaron en el Instituto de Varones de Segunda Enseñanza, llamado después en 1938, Instituto Nacional del Norte, estaban Pina Pineda, Cela Caldera de Ufión, Nydia Espinosa, Vilma Olivas Zúñiga y Leonor Lanzas.

De los alumnos del Instituto que estuvieron al ser nacionalizado recuerda a Arnoldo Blandón, Santiago Rivas Haslam, Luis “Wicho” Gutiérrez Castro, Gustavo Adolfo Lugo, Antonio Muñoz, Sofonías Rocha y Gustavo Vargas.

Entre los maestros fundadores que más recuerda están: Matilde Morales, Irineo Rivera, Modesto Rodolfo Vargas y Rodolfo Méndez Tijerino.

NOTA. Teresa Reyes Baldizón, hermana del sacerdote Eudoro Reyes Baldizón, la madre de Ramona Reyes, quien tuvo 3 hijos: Amada Mairena Reyes (casada con Salvador Tellería de León, padres de Yolanda Tellería), y dos hijos fuera de matrimonio: Julio Reyes y Balto Reyes.

El padre Eudoro tenía dos hermanas: Teresa Reyes y Ramona Simodocea Reyes. Teresa es la mamá de Ramona Reyes (la madre de Amada Tellería). Ramona Simodocea es la mama de Esther Reyes y la tía Esther es la mamá de Fidelina Matus Reyes y de Carmela Matus Reyes.





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