[ad_1]
Más allá de los beneficios ya conocidos del entrenamiento de fuerza, un reciente estudio lo asoció con el rejuvenecimiento y mejoras en la calidad de la piel, gracias a que reduce los factores inflamatorios circulantes y mejorar las matrices extracelulares dérmicas.
En el trabajo publicado en la revista Scientific Reports, investigadores de la Universidad Ritsumeikan en Kyoto, Japón, dirigidos por el científico del ejercicio Satoshi Fujita observaron que “la piel de las personas se volvió más joven a nivel celular” después de que comenzaran a hacer ejercicio. Y los efectos más pronunciados ocurrieron cuando levantaron pesas.
Es que si bien hacer ejercicio es bueno para la salud en general más allá de qué tipo de entrenamiento se realice, según el nuevo estudio, el levantamiento de pesas podría ser más eficaz para rejuvenecer la piel.
Para el estudio, Fujita y su equipo reclutaron 61 mujeres japonesas sanas, sedentarias y de mediana edad. Pero dado que cinco de ellas abandonaron el ensayo prematuramente, los análisis finales se hicieron sobre la base de las 56 mujeres que completaron el estudio.
Previo al comienzo, los investigadores evaluaron la elasticidad, el grosor y la estructura de las capas dérmicas de la piel del rostro de las voluntarias mediante ultrasonido y otras medidas.
Luego, las dividieron en dos grupos: a uno se le indicó comenzar a andar en bicicleta durante 30 minutos, dos veces por semana, mientras que el otro empezó a levantar pesas, también durante unos 30 minutos, dos veces por semana.
Y al cabo de 16 semanas, los investigadores repitieron todas las pruebas. Para empezar, corroboraron los beneficios de hacer cualquier tipo de ejercicio, ya que todas las mujeres habían mejorado su aspecto, pero observaron que su piel facial también había cambiado.
“La piel del rostro había mejorado la elasticidad, lo que significa que estaba un poco menos flácido y volvía a tomar forma mejor cuando se estiraba -revelaron los autores del trabajo-. Además, su matriz extracelular, o el andamiaje biológico que proporciona estructura al tejido de la piel, también era más densa, mientras que los genes implicados en la creación del colágeno de la piel estaban más activos”.
Sin embargo, sólo el entrenamiento de resistencia aumentó el grosor de la capa dérmica, aparentemente al aumentar la actividad de varios genes especializados que bombean proteínas diseñadas para construir y fortalecer el tejido conectivo.
“Esta es una investigación bastante interesante, ya que el envejecimiento provoca un deterioro de la dermis, incluida una disminución de la elasticidad y una disminución del espesor dérmico”, señaló la dermatóloga certificada en Austin, Texas, Amy McClung. “En el estudio, el entrenamiento de resistencia aumentó el grosor dérmico al aumentar o disminuir diferentes factores que contribuyeron al grosor dérmico, en lugar de adelgazarlo”, dijo e declaraciones a Well + Good.
Consultado por Infobae, el médico dermatólogo y especialista en medicina funcional Lucas Ponti (MN 130.388) sostuvo que “todos saben que el ejercicio físico, realizado en forma periódica, es beneficioso para la salud y mejora la calidad de vida. Sin embargo, un rasgo un tanto menos conocido es que la actividad física puede modificar la expresión genética. Y es ahí donde la actividad física también repercute en la piel por el proceso de oxigenación y de circulación”.
“Hoy está comprobada una significativa diferencia en la información genética entre aquellos que realizan ejercicio a diario y aquellos en situación de inactividad física -enfatizó el especialista-. El ejercicio nos ayuda a que la piel no esté estresada”.
Si bien la mayoría de las personas que deciden encarar una rutina de levantamiento de pesas lo hace con la finalidad de tonificar los músculos y mejorar la apariencia física, los beneficios de un entrenamiento de fuerza son mucho más amplios, y se reflejan en la salud de los huesos y en el metabolismo en general.
Sobre todo, después de los 40 años, edad en que el organismo tanto de hombres como mujeres sufre cambios propios del declive hormonal.
A eso se suma que a partir de los 30 años, el cuerpo pierde entre el 3 y el 8% de la masa muscular por década, y más después de cumplir los 60. Además, la densidad mineral ósea también comienza a disminuir en la mediana edad, razón por la cual son tan frecuentes las fracturas y el riesgo de sufrir osteoporosis en la edad adulta.
Para la entrenadora personal Amanda Thebe, quien trabaja con personas mayores de 40 años en Canadá, “el entrenamiento de fuerza puede ser una verdadera fuente de juventud si se lo aborda estratégicamente”. Y tras reconocer que “en la juventud, las motivaciones suelen ser estéticas”, la experta en fitness destacó que “centrarse solo en grupos musculares aislados, como los abdominales o los bíceps, a menudo descuida otros músculos y no contribuye a la salud y la fuerza”.
“Lo ideal es sumar ejercicios con movimientos compuestos, que trabajan varias articulaciones y músculos a la vez -recomendó-. A partir de cierta edad se debe dar prioridad a los músculos centrales, que son los que van a contribuir a la fuerza general a medida que se envejece”.
Entre sus muchos otros beneficios, el trabajo de fuerza aumenta la densidad ósea, eleva el metabolismo y la quema de calorías y reduce los factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial alta. Un estudio reciente en el British Medical Journal encontró que entre 30 y 60 minutos a la semana de entrenamiento de fuerza (como levantar pesas o hacer flexiones) condujo de un 10 a un 20% de menor riesgo de enfermedad cardíaca y cáncer.
[ad_2]
Source link