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Versos de amor

Donosura y ángel

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Martínez Carne es, en este sentido, una poeta posromántica, al menos, en De piedra y arena, pues su poesía manifiesta muchas de las características empleadas por los poetas de la Restauración: la forma pierde parte de su interés para centrar su atención a lo emotivo que puede poseer el poema; lo descriptivo decae en favor de lo lírico; la poesía es personal e intimista, en el sentido en que la mayor función de lo externo recae en ser símil, metáfora y reflejo o contraste de lo interno; se reduce la retórica y se aumenta el lirismo, con el amor y la pasión por el mundo, la celebración y lo bello como temas principales.

Pero la poeta no renuncia a enriquecer su poesía con todos los contrapuntos que suscitan los pilares argumentales citados. Es por ello que el edificio de De piedra y arena se construye sobre los cimientos de la curtida experiencia vital, aquella que ha alternado llantos y risas para fraguar la compacta argamasa de su dramatismo. En palabras de Martínez Carne, pronunciadas con motivo de la publicación de Avatares y versos ante el espejo (2017), su anterior poemario: «Quiero en estas páginas guardar los suspiros, los clamores de alegría, los «ayes» de las congojas y como en un pentagrama fundar con ellos, un tedeum a la vida que canta al corazón».

Existe, con respecto a su obra fundacional, muchos puntos de unión que la vinculan a este libro. A pesar de contar solo con dos volúmenes de versos publicados, la consolidación de su auténtica voz poética apunta a una marca autoral que la singulariza entre las demás. Queda meridianamente clara su vocación de acción de gracias, de albricias, de hosanna, como poeta. Los poemas “Sembrando esperanza” y “Volverás a vivir” dan buena cuenta de ello. Por tanto, este atrio previene a los lectores ante el desabrigo que los versos expedirán fieles a su esencia de exclamación sincera, de pureza y verismo, de transparencia. Preservar la aleteza, un vocablo nuevo, concebido en este caso para denominar la quintaesencia de la vida, forjada, aunque a veces no en igual medida, por alegría y tristeza, como corolario y prueba de su superación.

Vivir es la ordalía más original de todas cuantas podamos imaginar. Recordemos, como dijo Mark Twain, que la realidad aventaja a la ficción, en cuanto a que ella no necesita parecer verosímil. Y Martínez Carne ha vivido. La crónica de su superación queda patente en sus versos, una carta de amor a la vida en la que decir es dar, amar es ser y callar es morir.

Ya en el primer poema del libro observamos que la conjugación verbal versa en futuro: «engastaré, suplicaré, bregaré, seré, etc.». Es así porque este poema es una promesa o, más que una promesa, un juramento: el compromiso que anuncia una transformación. Convertirse en una mujer de piedra y arena, sí, en ese orden, es lo que nos promete la voz poética. Ser sólido y compacto (de piedra) para soportar los duros trances, pero también, fino y minúsculo (de arena) para saber dejarse llevar por el viento, adaptarse a la hendidura o asociarse y formar dunas, bancos, desiertos.

Ser poderoso, en todo caso, y capaz de poder ser el dique que contenga el golpe, pero también la brisa que lo acaricie. Dicha dualidad se expresa en los poemas de múltiples maneras. Símiles, metáforas o antítesis son solo algunas técnicas que la autora utiliza para ello. Tan oportuna es hoy —no solo— la metáfora que encierra el título de este libro, pues nos habla de una mujer íntegra y consciente, empoderada de vida, que debería recomendarse como lectura escolar.

Poemas como “Yo quisiera ser” demuestran la generosa naturaleza de la voz lírica, un hablante poemático que, me atrevería a decir, no es tal. La sinceridad y transparencia de la voz poética de este poemario podría corresponderse, no con un actor artificial que vehicula un discurso, sino con el hilo argumental de unas memorias en primera persona. Por tanto, podemos hablar de la muerte del hablante lírico. Ya la Poesía de la Diferencia, en los años noventa del pasado siglo, reivindicó este recurso como útil herramienta para la construcción de la poesía-verdad.

Conocemos por arena a un conjunto de fragmentos sueltos, de pequeño tamaño, formado por rocas, minerales o exoesqueletos de animales marinos. Un todo constituido por la unión de muchas partes, ínfimas porciones de cosas diferentes, un todo abierto que integra en sí todo lo que se va sumando con el paso del tiempo. Precisamente eso es De piedra y arena, una amalgama de pensamientos, recuerdos y experiencias hilvanadas por una conciencia que las hace inventario, como gotas de un mercurio incandescente que, sobre el suelo, y movidas por sus imperfecciones, se fusionan en un punto concreto para formar una gran masa. La primera calentura que sintió ese mercurio fue la inspiración de la poeta, el momento fundacional, genésico de su nacimiento. Después, llegó el frío. Pero con cada lectura cobra de nuevo vida, pues se vuelve a fundir.

Los poemas están escritos utilizando el verso libre, su ordenación es estrófica, todos ellos poseen títulos y a poco que los recitemos de forma oral, advertiremos en ellos agrupaciones prosódicas cuya sonoridad las delata. Rimas asonantes y consonantes forman patrones rítmicos erráticos que subrayan el lirismo de la misma manera en que la música creada para el cine tilda la tonicidad de las imágenes.

De este libro podemos extraer muchos versos, versos que nos hacen sentir identificados, que nos llevan a esos lugares y a esas circunstancias cotidianas en las que lo particular se universaliza y podríamos configurar con ellos un devocionario cristalino: «Escribo cuando los reproches golpean fuerte / y la necesidad de un abrazo sucumbe / refugiándose en un pequeño rincón». Estos tres versos significan la poética de su autora. Cuando se escribe para sobrevivir, puede haber cosas que podríamos decir mejor, pero ninguna sobra.

Pero en el paisaje interior no solo hay emociones y recuerdos, también hay lugar para la denuncia, para el posicionamiento de una conciencia crítica que señala sin ambages los objetos de su indignación: «Escribo a los que arruinan un pasado y su historia, / a los que dividen un pueblo habilitando el terror». Porque el amor rebasa cualquier frontera y no se arredra ante límites, miedos ni amenazas. En ese sentido, el poema titulado “Escribo” se convierte en crónica de un tiempo plagado de injusticias que invita a los artistas a alejarse de lo frívolo y ensuciarse las manos.

Poemas como el titulado “Aunque tú me olvides” nos invitan a reconstruir los recuerdos de un amor del que solo se esboza su contorno. Esa dosificación del misterio contribuye a que los lectores participen de forma activa en la lectura. Otros, como “Pregunto a Dios”, nos estremecen por la valentía de su súplica. Pero es en latitudes como la del poema titulado “Libro de sueños”, donde el verbo de la madre se hace vid y sed al mismo tiempo para saciar al vulnerable: «Soy tu poeta en rimas de emociones»; «[…] como esos cuentos de hadas / que también ofrendan su amor de estrellas». Como efímeros chispazos emerge la ternura que nos deslumbra.

El poema titulado “Regalo de Dios”, dedicado a la hija, posee la misma rotundidad y vuelo, subsume lo divino y lo humano, lo celestial y lo terreno, para conformar la que es sin duda la mejor versión de una autora que tiene mucho que decir: «Virgencita eres, llena de gracia, / porque tienes la voz sublime del ruiseñor que canta». La voz poética supera la poesía y encuentra su propia música, a la manera de una copla llorada, de un fado, de una albada. Este poema es tan elocuente que no precisa su dedicatoria final.

Muchas son las sensaciones que esta lectura produce. En su vaivén de emociones, la conciencia lectora asiste a un abanico de texturas y profundidades que deviene en conmoción. Es hermoso comprobar cómo cristaliza en la poesía de Martínez Carne una experiencia vital que, en buena medida, llega a ser común en todos los mortales. El verdadero poeta encuentra lo nuevo en lo cotidiano, lo universal en lo particular y lo trascendente en lo aparentemente insustancial.

Conforme vamos avanzando en la lectura, contemplamos la gratitud hecha canto, pero un canto humilde, que no envilece con su agasajo. La poeta trova su amor a la familia y nos ofrece con ello una sentida dádiva. ¡Qué vértigo se siente en sus imágenes y metáforas!

También, el léxico está bien escogido. Las palabras, cual notas musicales, no pueden desafinar, y la poeta, muy consciente de ello, ha invertido un considerable tiempo y una gran delicadeza en ello. Nada queda al azar en un libro tan trabado y revisado, como esperado.

En la parte final del poemario encontramos alegres duetos en los que la poeta alterna estrofas con otros vates. Estas composiciones sirven de bello contraste con los poemas anteriores, pues develan con su negro sobre blanco toda la estrategia argumental y estilística que la autora ha desplegado a lo largo del libro.

Los poemas de De piedra y arena poseen la fuerza torrencial de un río adolescente. Hay en su sintaxis la ebriedad de un espíritu mancebo que se ahoga en palabras. Reconocemos en ellos la madurez, pero esta se presenta, a veces, periclitada en favor de una pasión flamígera que, por su propio vigor amenaza con desintegrarse: «Toqué el cielo en roce casual de tu cuerpo, / visité el infinito al acercarme a su rostro, / cerrando mis ojos e imaginando ¡un solo beso!».

Y ya para terminar, justificaré mi elección de titular esta antesala con un epígrafe como “Donosura y ángel”, y es que considero que ambas palabras definen a la perfección a una mujer que no escribe una cosa y hace otra, su decir es también hacer y todo en ella palpita y legitima su propia coherencia. Martínez Carne posee donosura, gracia, elegancia y desenvoltura en la forma de comportarse, y no otra cosa pueden desprender sus versos. El término ‘ángel’ redunda en esa noción de gracia como riqueza inmaterial ya mencionada, pero la amplía concretando, además, otros valores que, de igual manera, la poeta trasvasa —de forma consciente o no— a sus letras, y son las cualidades propias de los espíritus angélicos, es decir: bondad, belleza e inocencia.

Este libro está inundado de algo que no se aprende en ninguna escuela: sensibilidad. Una locuacidad elegante que nos estremece, inspira y acaricia el alma. Aunque parezca increíble, ese es su mayor distintivo, pues buena parte de la poesía española contemporánea adolece la carencia de esa virtud. Poetas sin poesía inundan los escaparates, los grandes foros y medios de la mercadotecnia, mientras en el humilde y mudo estante de un pequeño sello editorial —que no tiene quien le escriba— yace, sin alardes ni estridencias, la verdadera poesía.

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Donde mora la poesía

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De nuevo no cabía un alfiler. Adeptos y neófitos perseveran en ir a escuchar la poesía que hogaño se desgrana en Granada. El pasado miércoles la nostalgia, en forma de homenaje, enredó sus zarcillos entre los añosos cipreses de la Casa de los Tiros. Se recordaba aquella Granada de los ochenta y el manifiesto titulado ‘La otra sentimentalidad’.

La presentación de Gerardo Rodríguez Salas, bien redactada y pulcramente leída, plasmó historias, definió conceptos y asignó quehaceres. Antes, Fernando Egea, delegado territorial de Turismo y Cultura (el orden no debe demeritar a la postrera), había improvisado la bienvenida a todos como buen anfitrión.

En las palabras de Gerardo, y los comentarios de sus compañeras, ya quedaron bien enroscadas las dos ruedas sobre las que discurriría el carro de la noche: Juan Carlos Rodríguez como teórico de aquella corriente poética y la mujer como autora, olvidada y recuperada.

Dejando a un lado este énfasis repetitivo sobre la mujer artista, secularmente ninguneada por los hombres, verdad tan evidente como manipulable, ante la mesa se sentaron tres poetas de nuestra ciudad, con mucha experiencia sobre sus hombros y ricos poemarios entre sus manos. Gerardo, con su breve prosa descriptiva, y las dos protagonistas de la noche: Teresa Gómez y Ángeles Mora. A su alrededor, el expectante público en media luna, que musitó alguna interjección de agrado al final de ciertos poemas.

Teresa y Ángeles vivieron aquella ‘otra sentimentalidad’, cuando aún eran estudiantes. Su álbum conjunto de recuerdos nos lo abrieron para mostrarnos su amistad, desde los bancos de la Facultad, desde su encuentro con Juan Carlos, desde su deslumbramiento por aquel Moisés de impertérrito sobrero, que ayudó a tantos en la travesía del desierto. Juan Carlos, el mesías, el profeta, por muchos ya canonizado, volvió a la vida gracias a las reiteradas citas de ambas discípulas, y de poemas en los que asomaba la palabra peregrinar.

Noches como esta, pero en los ochenta, cuando la esperanza andaba por las calles de Granada

Recuerdos. Noches como esta, pero de aquellos inviernos crudos de los ochenta, cuando la esperanza andaba por las calles de Granada, y de España, y los poetas se reunían en los trasnoches de La Tertulia. De allí se evaporó un átomo de tristeza que no sólo impregnó la obra de Javier Egea sino la de algunos poemas leídos por ellas ante los cipreses negros.

Casi todos los poemas escorados hacia la seriedad, por suerte sin naufragar en la autocompasión. Con la única excepción de aquel ‘príncipe azul’ de Ángeles, que despertó una de las pocas sonrisas de la noche.

Unos pocos versos seductores de nuestra memoria, lo demás un fondo de nubes y claros con dos mujeres asomadas.

Muchos poemas en primera persona. El yo que se apropia de amaneceres y de objetos cotidianos, para remendar viejos o nuevos jirones con el inefable pespunte de la palabra. Dos almas ahítas de silencios. Poemas, los de ambas, cortos, de casi un minuto, con más homogeneidad que intentos de experimentación. Menos mal. Ningún poema muchísimo mejor que los demás, si acaso aquel puente de Teresa o aquella remembranza de amor y desamor de Ángeles, cuya lectura le quebró la voz y le humedeció los ojos. Agua. Agua empapando de vida y de melancolía las páginas de ambas. Agua nombrada por sendas bocas como lluvia, la invitada mansa y perlada de la noche. Lluvia aún ausente en aquel crepúsculo cual estrambote para el último miércoles de un estío seco, tórrido y sin poesía.



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Antonio Muñoz Molina, Daniel Abad, Sara j. Trigueros, el Premio Minotauro, Escrivivir Congreso de Escritura y las Jornadas de Cómic en la noche cultural de PLH

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   La cultura ha tomado hoy la radio en Pegando la Hebra con la entrevista al mítico escritor Antonio Muñoz Molina que nos ha presentado su última novela, “No te veré morir“; Daniel Abad, director de orquesta, pianista, compositor y escritor, que nos regalado durante la entrevista una actuación al piano;  hemos hablado con José Luis Rodríguez-Núñez sobre  Escrivivir I Congreso de Escritura y con José Vicente Pellicer, de las XII Jornadas de Cómic, ambos eventos en Valencia; Sara J. Trigueros ha sido  la invitada en Palabra de poeta.

   Ángeles Pavía ha hablado del Premio Minotauro de literatura fantástica, que ha recaído este año en  el escritor Asier Moreno Vizuete por su novela, La hija de la frontera; y Mj De La Torre se ha encargado de las fotos en el estudio.

   

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   Hemos entrevistado al versátil director de orquesta, compositor y pianista Daniel Abad, un músico apasionado de la música toda que afirma: “Me apasiona la música en general y me encanta dirigir todos los estilos, desde la barroca hasta la contemporánea, y fusionarlas con el Pop, el Rock o el Jazz”. 

   También es un excelente divulgador y escritor. Con él hemos conversado muy gratamente sobre su experiencia en el mundo de la música, de la literatura y el ensayo. También de la vida.  De los once autobuses con gente de Aspe, su pueblo, que fueron a verle dirigir por primera vez en el Palau de la Música de Valencia, etc . Ya sabíamos, a través de las muchas entrevistas que ha concedido, de su humildad y sencillez, de su cercanía, de su amor a sus orígenes, de la profunda sabiduría de sus palabras, de su amor a la cultura y su pasión por la música toda. Ya lo sabíamos, pero hoy hemos podido comprobarlo muy de cerca. 

  

   Daniel Abad habla desde el corazón, con una coherencia y bonhomía admirables. Es alguien abierto al mundo y a la vida, a la grandeza del ser humano que elige dirigir diversos estilos de música: “Algunas personas me aconsejaban que me dedicase a uno u otro estilo de música, pero yo encontré mi camino, que era disfrutar de la música en todas sus vertientes. Me apasiona la música en general y me encanta dirigir todos los estilos”, ha afirmado. Se siente feliz y muy agradecido, pudiendo dedicarse profesionalmente a lo que le apasiona, la música, y, en lo personal, a tener la familia y la vida que tiene. Nosotros le agradecemos la grata y enriquecedora conversación y las emociones que ha transmitido y movido en nosotros con su generosa interpretación al piano de un fragmento del Concierto de Aranjuez, de Rodrigo, después de explicarnos cosas sobre este movimiento.  Un tiempo memorable.

   

   Daniel Abad Casanova está al frente de la dirección musical de la Orquesta de Cámara de la Comunidad Valenciana, principal director invitado de la Ópera de Andorra y de la Banda Municipal de las Palmas de Gran Canaria, dirige regularmente diferentes orquestas sinfónicas nacionales e internacionales junto a solistas de reconocido prestigio en diversas ciudades de España, en Andorra, Londres, Alemania o Rumanía, y muchas más. En cada uno de sus conciertos contagia su energía y pasión por la música, cautivando así a todo tipo de público, siempre desde la excelencia artísticaEntre su repertorio cabe la ópera, la zarzuela, realizar proyectos como, “Clásicas” en el que, junto a la Orquesta de Valencia, la cantante Soledad Giménez y otros artistas, con canciones mundialmente populares compuestas por mujeres, dirigir el concierto sinfónico al grupo Rock Second o el del pianista de jazz Albert Sanz con su disco La espuma del marentre otros muchos. Daniel Abad Casanova es sin duda uno de los directores más sobresalientes de la escena de la música clásica actual, que armoniza el repertorio sinfónico, lírico y la música de nueva creación con su actuación de hoy en Pegando la Hebra. En brave volverá como escritor con Fernando Botella. Ya les esperamos.

 

 

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Hemos dado cuenta de dos de los eventos que coinciden este fin de semana en ValenciaEscrivivir I Congreso de Escritura y las XII Jornadas de Cómic: 

 

   José Luis Rodrígez-Núñez, que comparte con Quique Olmos la dirección de la primera edición de Escrivivir Congreso de Escritura, organizado por la Asociación Cultural Actividades para el Fomento de la Escritura, nos ha contado las líneas maestras de este importante evento literario que tendrá lugar los días 22, 23 y 24 de septiembre, en el Complejo Cultural La Petxina, de la ciudad de Valencia.

 

   Entre otras cosas ha dicho que más de 300 personas se reunirán este fin de semana para asistir a las ponencias, mesas redondas y actividades ofrecidas, en las que participan escritores y editores, agentes literarios, ilustradores, correctores, traductores, bloggers, profesores de escritura, productores de cine o dramaturgos de gran prestigio para compartir cómo son sus procesos de escritura, sus consejos respecto a la publicación de un libro, entre otras muchas cosas.  También afirma que Escrivivir es un encuentro para crear sinergias entre los diferentes agentes del mundo del libro. Nos ha hablado de algunas de las actividades que han preparado: los escritores invitados hablarán de sus secretos al escribir; de sus técnicas durante el proceso de escritura; de las dificultades que encontraron para publicar y cómo las vencieron; se informará de las nuevas herramientas para planificar y de técnicas de creatividad. También habrá un Speed Dating para interactuar directamente con editores de toda España y de todos los géneros donde se podrán presentar propuestas de libro a 15 editoriales del panorama nacional, propiciando la posibilidad de la publicación de libros. Habrá concurso de micro relato con entrega de premios. Entre otros nombres destacados del mundo del libro asistirán: Víctor del Árbol, Carmen Amoraga, Vicente Marco, Elvira Navarro, David Trashumante, Nuria Labari, Juan Casamayor (editor), Ana Añón (escritora y coach), Roger Domingo (editor y coach), Valeria Correa o Ramón Conesa (agente literario).

 

 

   José Vicente Pellicer, nos ha contado los detalles las XII Jornadas de Cómic de València organizadas por la Asociación Valenciana del Cómic
ASOVALCOM, de la que es presidente, y el Aula de Còmic del Vicerectorat de Cultura i Societat de la Universitat de València, que tendrá lugar los días 22, 23 y 24 en el Centro Cultural La Nau y cuyo cartel ha sido realizado por Rafa Fonteriz. Se va a contar con más de 60 stands de editoriales, librerías y artistas. Habrá docenas de encuentros, presentaciones y actividades gratuitas para todos los públicos como:  talleres de escritura creativa, de entintado o para hacer frente al bloqueo creativo y talleres infantiles; una charla homenaje a Carlos Pacheco; sesiones de firmas de los autores y autoras invitadas; una exposición retrospectiva dedicada a la revista El Víbora, que contará con más de 40 originales de autores que trabajaron en la revista editada por la editorial La Cúpula; se llevará a cabo una acción benéfica y solidaria llamada Dulces Sueños en colaboración con la Asociación Recreativa y Cultural XlaTangente, con recogida de comida no perecedera o productos de higiene que se entregará al Hogar Mare de Déu dels Desemparats de Cáritas en Torrent, etc.

 

   Han confirmado su participación los artistas:  Ana Miralles, Laura Pérez Vernetti, Javier de Isusi, José Mª Beroy, Javier Rodríguez, Sarah con Hache, Jordi Bayarri, Sergio Bleda, Cristina Durán, Miguel Ángel Giner,César Sebastián, Paco Zarco, Manuel Benet, Pedro Martínez, Pedro Porcel, José Fonollosa, Sara Gil, Iván Sarnago, Joel de la Rocha. Así como Joaquín Sanjuan, Iván Sarnago y los grupos Dialoga2, Artifex, Rebombori Cultural, XlaTangente, y la colaboración de Rey Mono Camisetas y Huion España.

 

Las Jornadas del Cómic cuentan con la colaboración de la Concejalía de Acció Cultural del Ajuntament de València, Centro del Cómic Micharmut, Hotel Meliá Plaza Ayuntamiento, Cómics de Colección, Artifex, Rey Mono Camisetas, Huion España y La Cúpula Ediciones.

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   Antonio Muñoz Molina es, sin duda, uno de los grandes escritores en lengua castellana. Hoy hemos tenido el honor y disfrutado del placer de su presencia, después de que la entrevista que nos iba a conceder hace dos años, con ocasión de la publicación de su diario “Volver adonde”, se suspendió por un imprevisto. En esta ocasión sí ha estado en nuestro estudio para presentarnos “No te veré morir” y con él hemos hablado de cómo, /No volveré a tocarte /No te veré morir /, los dos últimos versos del poema Ya no, de Idea Villariñoa la que conoció en el funeral de su amante, Juan Carlos Onetti, le inspiraron el título de la novela y también la personalidad de Idea inspiró a su vez el personaje de la protagonista, Adriana Zuber.

   Muñoz Molina hay dicho: “Lo fundamental para mí en una novela es no ya tener una buena historia, porque se puede tener y no valer para nada, sino tener un buen título y una buena primera frase.”. El verso de Idea le dio un buen título y él escribió una primera frase que se extiende a lo largo de setenta y tres páginas, sin un solo punto, que nos lleva como un torrente que nos arrastra leer y leer, deslumbrados por la calidad técnica y por una prosa perfumada de poesía e impregnada de la música para chelo de las suits de Bach, interpretadas por Pau Casals, amigo del padre del protagonista. Muñoz Molina es capaz de entremezclar pasado, presente y futuro de modo magistral. La novela cuenta la historia entre Gabriel Aristu, director de banco, y Adriana Zuber, profesora de artes plásticas, cuya historia de amor se truncó súbitamente. Cuarenta y siete años después se vuelven a encontrar, pero ahora en situaciones muy distintas: él, casado con Constance, y ella, en el punto final de su vida a causa de una enfermedad terminal que entronca con el título de la novela: “No volveré a tocarte. / No te veré morir”.

   Con nuestro invitado hemos hablado sobre la importancia de deseo del padre, de las circunstancias en las que se gestó este su deseo hacia su hijo que supuso para Gabriel una deuda de obligado pago. Hemos recordado al padre de “Volver a donde”, porque él también dese que el hijo se marche para que tenga, una vida mejor; hemos conversado sobre la importancia de la música; de ese lugar, silla o sillón en el que sentarse frente a una ventana o balcón para mirar “más allá” desde la reflexión; sobre la historia de un país envuelto en una dictadura inacabable; sobre las sensaciones de ser emigrante y del síndrome del impostor; del clasismo; de las mujeres tan interesantes de la novela, Adriana, Constance, Fanny o de las hijas de Aristu y Máiquez, otro español  en Estados Unidos que escuchara las confidencias de exitoso Gabriel Aristu. De nuevo presentes en esta novela: el poder de la memoria, el amor, la amistad, el olvido, la deuda, la memoria, a confidencia, casi notarial en la persistencia por aludir a un pasado que necesariamente debe ser relatado: “Tengo remordimientos porque podría haberles preguntado mucho más (…) para que mis nietos y los niños del futuro sepan qué hacía su abuelo y millones de personas durante la pandemia he escrito esta novela (Volver a donde)”. En No te vere morir,
Gabriel
Aristu le da a Máiquez el lugar de notario de su historia. La estructura narrativa realista e intimista y que, en numerosas ocasiones, tienen que ver con vivencias personales atravesadas por el paso del tiempo personal e histórico.

   Antonio Muñoz Molina es escritor y periodista, Académico de número de la Real Academia Española (1996) —donde ocupa el sillón u minúscula— y honorario de la Academia de Buenas Letras de Granada. Ha desarrollado una gran actividad periodística; a escrito ensayos, diarios, relatos, novelas o guiones y ha dirigido durante dos años el Instituto Cervantes de Nueva York, Ha obtenido numerosísimos premios, galardones y reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, dos veces Premio Nacional de Narrativa, Premio Nadal, el Unamuno, el José Luis Sampedro, etc. Recientemente le han otorgado el Premio Centro Español de Derechos Reprográficos CEDRO por su defensa constante de la propiedad intelectual. Un gran autor, una gran persona.

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   Sara J. Trigueros, ha sido hoy nuestra invitada en el espacio Palabra de poeta de Pegando la Hebra. Es una librera apasionada, cocreadora de la librería de Alicante, 80 Mundos, que obtuvo el Premio a la Librería Cultural 2019. Formó parte de la revista de La Galla Ciencia y actualmente es integrante del colectivo Letras de Contestania. Ella afirma que, “nunca ha dejado de jugar al rol, de escuchar rock, ni de correr huyendo de sí misma.” Sin embargo, para su primer poemario publicado por la prestigiosa Editorial Candaya, elige un título, Arkhé, del griego ἀρχή, que significa principio, comienzo, punto de partida y fundamento, que fue usado por primera vez por Anaximandro para referirse al elemento inicial y constitutivo del que proceden todas las cosas. En lo que ella llama huida va al encuentro del origen… De este hermoso libro nos ha ofrecido hoy la lectura de varios de sus poemas. 

 

   De este poemario se ha dicho:  “Arkhé (Candaya) es el sobrecogedor primer libro de Sara J. Trigueros que, desde la poesía —desde una poesía muy depurada y meditada—, excava en algunas de las resbaladizas fronteras de la salud mental y emprende un viaje antiheroico hacia la intimidad de la herida y de los límites de la cordura. Una exploración, nada tremendista pero muy dura y descarnada, del miedo, el vacío, el deseo y la posibilidad de redención. Impregnada de referentes grecolatinos y de deudas a la literatura latinoamericana contemporánea, la poesía de Trigueros indaga, desde una voz que a veces se quiebra, en el dolor de la propia experiencia y en las heridas todavía abiertas de la herencia familiar. La pulsión autolesiva, el suicidio, la enfermedad, las pérdidas o la maternidad que se resiste, la culpa, el miedo a la muerte y el deseo de libertad, temas que la mitología clásica conforma las coordenadas simbólicas y dialógicas de este itinerario por los territorios del dolor y los límites de la cordura es uno de los hallazgos poéticos que hacen tan personal y única la propuesta de Arkhé. (Valencia Plaza Alicante).

 

Pegando la Hebra, dirige y presenta, María Vicenta Porcar, control de sonido y montaje técnico, Juan Lafuente. 99.9 Plaza Radio, 99.9 FM Valencia, España, y www.999plazaradio.es. Podcast en la web de la emisora, Ivoox, Spotify, Youtube, etc.



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Versos de amor

Antonio Muñoz Molina presenta su novela “No te veré morir” en Pegando la Hebra

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   Antonio Muñoz Molina es, sin duda, uno de los grandes escritores en lengua castellana. Hoy hemos tenido el honor y disfrutado del placer de su presencia, después de que la entrevista que nos iba a conceder hace dos años, con ocasión de la publicación de su diario “Volver adonde”, se suspendió por un imprevisto. En esta ocasión sí ha estado en nuestro estudio para presentarnos “No te veré morir” y con él hemos hablado de cómo, /No volveré a tocarte /No te veré morir /, los dos últimos versos del poema Ya no, de Idea Villariñoa la que conoció en el funeral de su amante, Juan Carlos Onetti, le inspiraron el título de la novela y también la personalidad de Idea inspiró a su vez el personaje de la protagonista, Adriana Zuber.

   Muñoz Molina hay dicho: “Lo fundamental para mí en una novela es no ya tener una buena historia, porque se puede tener y no valer para nada, sino tener un buen título y una buena primera frase.”. El verso de Idea le dio un buen título y él escribió una primera frase que se extiende a lo largo de setenta y tres páginas, sin un solo punto, que nos lleva como un torrente que nos arrastra leer y leer, deslumbrados por la calidad técnica y por una prosa perfumada de poesía e impregnada de la música para chelo de las suits de Bach, interpretadas por Pau Casals, amigo del padre del protagonista. Muñoz Molina es capaz de entremezclar pasado, presente y futuro de modo magistral. La novela cuenta la historia entre Gabriel Aristu, director de banco, y Adriana Zuber, profesora de artes plásticas, cuya historia de amor se truncó súbitamente. Cuarenta y siete años después se vuelven a encontrar, pero ahora en situaciones muy distintas: él, casado con Constance, y ella, en el punto final de su vida a causa de una enfermedad terminal que entronca con el título de la novela: “No volveré a tocarte. / No te veré morir”.

 

   Con nuestro invitado hemos hablado sobre la importancia de deseo del padre, de las circunstancias en las que se gestó este su deseo hacia su hijo que supuso para Gabriel una deuda de obligado pago. Hemos recordado al padre de “Volver a donde”, porque él también dese que el hijo se marche para que tenga, una vida mejor; hemos conversado sobre la importancia de la música; de ese lugar, silla o sillón en el que sentarse frente a una ventana o balcón para mirar “más allá” desde la reflexión; sobre la historia de un país envuelto en una dictadura inacabable; sobre las sensaciones de ser emigrante y del síndrome del impostor; del clasismo; de las mujeres tan interesantes de la novela, Adriana, Constance, Fanny o de las hijas de Aristu y Máiquez, otro español  en Estados Unidos que escuchara las confidencias de exitoso Gabriel Aristu.

   De nuevo presentes en esta novela: el poder de la memoria, el amor, la amistad, el olvido, la deuda, la memoria, a confidencia, casi notarial en la persistencia por aludir a un pasado que necesariamente debe ser relatado: “Tengo remordimientos porque podría haberles preguntado mucho más (…) para que mis nietos y los niños del futuro sepan qué hacía su abuelo y millones de personas durante la pandemia he escrito esta novela (Volver a donde)”. En No te vere morir,
Gabriel
Aristu le da a Máiquez el lugar de notario de su historia. La estructura narrativa realista e intimista y que, en numerosas ocasiones, tienen que ver con vivencias personales atravesadas  por el paso del tiempo personal e histórico .

   Antonio Muñoz Molina es escritor y periodista, Académico de número de la Real Academia Española (1996) —donde ocupa el sillón u minúscula— y honorario de la Academia de Buenas Letras de Granada. Ha desarrollado una gran actividad periodística; a escrito ensayos, diarios, relatos, novelas o guiones y ha dirigido durante dos años el Instituto Cervantes de Nueva York, Ha obtenido numerosísimos premios, galardones y reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, dos veces Premio Nacional de Narrativa, Premio Nadal, el Unamuno, el José Luis Sampedro, etc. Recientemente le han otorgado el Premio Centro Español de Derechos Reprográficos CEDRO por su defensa constante de la propiedad intelectual. Un gran autor, una gran persona.

Pegando la Hebra, dirige y presenta, María Vicenta Porcar, control de sonido y montaje técnico, Juan Lafuente, imágenes, MJ De La Torre. 99.9 Plaza Radio, 99.9 FM Valencia, España, y www.999plazaradio.es. PODCAST en la web de la emisora, Ivoox, Spotify, Youtube, etc.



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